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El cómic de Spider-Man que habló del acoso de Harvey Weinstein hace 15 años

Panini aprovecha la actualidad para publicar una serie olvidada de Marvel sobre Hollywood

Dos viñetas de 'Monstruos de Hollywood'.
Dos viñetas de 'Monstruos de Hollywood'.Panini
Eneko Ruiz Jiménez

¿Por qué el entramado de abusos sexuales del poderoso productor Harvey Weinstein fue un secreto a voces en Hollywood durante décadas?¿Por qué nadie se atrevió a destaparlo si tantos parecían conocerlo? Las razones son múltiples y bastante comprensibles: hubo acuerdos por debajo de la mesa que acallaron a actrices como Rose McGowan (Planet Terror, Embrujadas); la complicidad e impunidad imperaba en la industria y las víctimas tenían miedo de lo que podría hacerles la maquinaria del poderoso magnate que dio sus primeras oportunidades a Tarantino, Sodebergh, Ben Affleck o Kevin Smith, y, además, el propio Weinstein tenía contratado a un grupo de antiguos agentes del Mossad (servicio de inteligencia israelí) para amedrentar a quien se atreviera a denunciar detalles de sus más repugnantes actos.

Portada de 'Monstruos de Hollywood'.
Portada de 'Monstruos de Hollywood'.Panini

En realidad, sí que hubo pequeñas voces discordantes que dieron pistas sobre lo que pasaba entre bambalinas en la meca del cine. Todas pasaron, eso sí, desapercibidas. Seth MacFarlane, creador de Padre de Familia, era, por ejemplo, contundente con su broma para las actrices de reparto nominadas a los Oscar 2013: "Felicidades a las cinco. Ahora ninguna de vosotras deberá fingir que se siente atraída por Harvey Weinstein". También Tina Fey dejó caer varios chistes en boca de una de sus actrices en la serie Rockefeller Plaza: "He tenido que rechazar relaciones sexuales con Weinstein en no menos de tres ocasiones... de cinco".

La primera voz documentada fue, sin embargo, fue Get Kraven, un atípico y sorprendente cómic de superhéroes Marvel sobre un secundario de Spiderman, editado 15 años antes de que The New York Times publicara su minuciosa investigación sobre Weinstein y que este febrero aprovecha para reeditar Panini con el nombre muy apropiado de Spiderman: Monstruos de Hollywood. La publicación del tebeo es, por lo tanto, mucho anterior a que actrices como Ashley Judd narraran en primera persona el calvario de abusos por el que les había hecho pasar en esa época el productor por el que Shakespeare enamorado o Penélope Cruz ganaron su Oscar.

Y eso que su narración comienza con una historia que puede no sonar demasiado cruda. Kraven, El Cazador, es uno de los enemigos más formidables y antiguos de Spiderman —protagonista de una de sus mejores historias (La última cacería de Kraven)—, pero su hijo Alexei 'Al', que también portó el traje del padre, quiere romper el legado familiar, así que escapa a Hollywood, apropiándose de la fortuna de los Kravinof para triunfar en el mundo del espectáculo. Allí descubre, sin embargo, que los villanos más peligrosos campan a sus anchas también en la meca del cine, una jungla de depravación y depredadores muy reales. En su periplo como productor, el joven se topa con los turbios hermanos Rothstein, ejecutivos corruptos, babosos y avariciosos que utilizan la industria cinematográfica como cortijo y que ven en su novia y actriz protagonista, Timber Hughes, el objetivo perfecto de sus peores actitudes. Son secundarios, pero hoy se llevan todo el protagonismo.

Si algo ha hecho bien Marvel en su historia es la alegoría del mundo real. Hablar de lo que sucede en nuestro mundo entre golpes, capas e identidades secretas. Aquí ni siquiera era necesario explicar la sátira. Es verdad que en este cómic de seis números firmado por Ron Zimmerman (Ultimate Adventures, Rawhide Kid), los hermanos Weinstein, que entonces todavía dirigían el estudio Miramax (lo abandonaron en 2005 para fundar The Weinstein Company), se llamaban Joseph y Harold Rothstein, aunque la similitud física, su apellido judío y su actitud avariciosa, corrupta y casi mafiosa, que ya narró el libro Sexo, mentiras y Hollywood. Miramax, Sundance y el cine independiente, hacía la metáfora evidente.

Tras la denuncia de más de 80 mujeres a los abusos de Weinstein, y el despido del productor, MacFarlane reconoció que su broma se basaba en la realidad: "En 2011, mi amiga y compañera Jessica Barth, con quien trabajé en las películas de Ted, me contó sus encuentros con Weinstein y sus intentos por propasarse. Desde entonces, ha sido capaz salir al frente y alzar la voz con valentía. Cuando presenté los Oscar en 2013 no pude resistirme a lanzar una dura indirecta. No se equivoquen, fue un comentario lleno de ira y de furia". Dados los parecidos del cómic, parece claro que a los oídos de Zimmerman llegaron historias similares.

Get Kraven (como se llamaba es su edición original) no era un cómic de Spiderman al uso. De hecho, el superhéroe más famoso de Marvel no aparece más que en un puñado de viñetas y en dos de las cinematográficas portadas firmadas por Joe Quesada y Mike Deodato Jr. (las que no incluían homenajes a Tiburón, El precio del poder, El cabo del miedo y Solo en casa). Quizás por eso, por desgracia, esta miniserie sobre un enemigo secundario del trepamuros pasó sin pena ni gloria cuando se publicó en 2002 (justo por la época en la que Marvel comenzaba a triunfar en el cine). Hoy se entiende con sus crudas consecuencias. Su caso, salvo por la complicada estirpe de llamativos trajes de enemigos de Spiderman que luchan entre ellos, suena casi documental.

Porque relatos similares a los que vive Hughes no han parado de amontonarse en los recovecos de Hollywood. Gwyneth Paltrow o Angelina Jolie denunciaron el acoso sistemático al que se enfrentaron en sus primeros pasos. Otras como la actriz Ambra Battilana Gutierrez han hecho público directamente un encuentro con Weinstein donde se escuchaba cómo el productor invitaba a la aspirante a verle ducharse o a masajearle, dos de sus más habituales perversiones. En un momento todavía más inenarrable, la reportera Lauren Sivan recordó cómo Weinstein acabó masturbándose en una maceta de una discoteca al negarle sus intenciones.

Monstruos de Hollywood, contada con lenguaje cinematográfico y lleno de referencias al Hollywood de la época, va incluso más allá e incluye una sórdida violación, hecho también denunciado públicamente en la vida real por actrices como Asia Argento, Paz de la Huerta y una decena más que se atrevieron a dar un paso adelante hasta el más firme cargo. "Sé que destrozó a muchas que intentaron hablar antes. Por eso mi historia es de hace 20 años. Algunas de las otras nunca saldrán", apuntaba Argento en el reportaje en The New Yorker firmado por Ronan Farrow, hijo de Mia Farrow y Woody Allen (a quien el periodista también acusó de abuso) y responsable de destapar alguna de las historias más dramáticas: "Dije no, no y no. Era como un gran hombre queriendo comerte. Daba mucho miedo. Pero al ser víctima me siento responsable. Porque si hubiera sido fuerte, le habría pegado una patada en los huevos y habría salido corriendo. Pero no lo hice y me sentí responsable. Solo hablar de ello, me produce escalofríos", relataba la italiana. Así le sucede en las viñetas a Timber con los obesos Rothstein, siempre rodeados de comida basura. En la ficción, aun así, los malos fueron ajusticiados.

En la vida real, por desgracia, tuvieron que pasar 15 años para que por fin se hablara de ello y para que la policía estadounidense y británica abrieran un expediente que investiga hoy penalmente al productor. A lo que el caso ha empujado por lo pronto es a una aparente conciencia contra el sistema de acosos sexuales en un sector tan poderoso como el del entretenimiento. Y eso también incluye las denuncias en el mundo del cómic (industria clásicamente controlada también por hombres), donde, sin embargo, han ido apareciendo más a cuentagotas: el editor Eddie Berganza, despedido de DC tras la denuncia de varias mujeres; el guionista Nathan Edmonson (El Castigador, Viuda Negra) y el del editor Scott Allie, despedido de Dark Horse, son algunos de los casos.

Parece que una vez que la herida se ha abierto en Hollywood, el mundo ha aprendido a decir que no es no, que hay que dar poder a las víctimas y cero tolerancia ante el acosador. Quizás nos demos cuenta de que el problema es mayor de lo que podríamos imaginarnos ¿Será este un paso imposible de desandar? Eso, solo el tiempo lo dirá, pero esperemos que no sea otra vez un cómic el que tenga que denunciar con una década de antelación casos criminales que deberían pertenecer a los juzgados.

Este texto es una versión del prólogo que acompañará al cómic Monstruos de Hollywood, editado por Panini.

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Sobre la firma

Eneko Ruiz Jiménez
Se ha pasado años capeando fuegos en el equipo de redes sociales de EL PAÍS y ahora se dedica a hablar de cine, series, cómics y lo que se le ponga por medio desde la sección de Cultura. No sabe montar en bicicleta.

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