Los colores de la Cuba bella
El fotógrafo José María Mellado publica un libro con imágenes costumbristas de 10 años de viajes a la isla
Los ocres de sus calles y edificios, los verdes y azules eléctricos de sus coches, los rojos de los anuncios de las tiendas… Cuba estalla en colores abigarrados en los que el fotógrafo José María Mellado ha puesto orden en un libro que resume sus diez años, desde 2006 a 2016, de viajes a la isla. "Habré ido por lo menos 20 veces en ese periodo y habré tomado unas 30.000 imágenes", dice por teléfono Mellado, horas antes de coger otra vez el avión para viajar a su destino caribeño.
La fascinación de Mellado (Almería, 1966) por Cuba no surge de las posibilidades que la luz de esa tierra ofrece a un fotógrafo: "No es la que me gusta a mí, mala y breve", asegura, sino porque "es un país detenido en el tiempo, que te transporta a otra época con su belleza decadente", explica. Los edificios de paredes descascarilladas de La Habana propagan esa sensación, "por la confrontación que hay entre la arquitectura española y francesa, bella, y el brutalismo soviético, con sus geometrías repetitivas". A esto se suma el factor humano: "Siento todo más cercano, como si sus habitantes fueran primos lejanos. Te acogen y hay una gran humanidad", añade. Mellado apunta otro atractivo: "Las incongruencias, que te sorprenden, dignas del realismo mágico", con el protagonismo de La Habana, "que es un universo en sí misma". En la capital, a Mellado le gusta "pasear sin prisas por el Malecón y observar el bullir cotidiano".
El libro Cuba. Al otro lado del espejo, publicado por PhotoClub (Anaya), contiene unas 150 fotografías y está dividido en varios bloques, entre los que destacan: Ciudad capital, Calles, palacios, columnas…, El mar, Las máquinas eternas ("son los coches de los años cincuenta, que ellos llaman almendrones y son como parte de la familia"), En busca del milagro (sobre los ritos y peregrinos del sincretismo) o Pa Provincias. "El título de este volumen se refiere a que los turistas suelen ir a Cuba con unas ideas preconcebidas e informaciones sesgadas sobre lo que pasa allí. Por lo tanto, nos vemos reflejados en nuestros propios prejuicios", dice. "Incluso, a veces, el propio cubano de La Habana juega a mostrarse como nosotros pensamos que son".
Por el contrario, Mellado ha querido mostrar en su obra lo que para él es Cuba, "enseñar qué hay detrás de ese espejo que te emociona y sorprende, sin tintes oficialistas ni ser un instrumento de denuncia, ese no es mi asunto".
Con una cuidada edición y textos, entre otros, del fotoperiodista Pablo Juliá, Mellado subraya de su libro la importancia de "la copia exquisita, las luces con detalle y una relación entre colores equilibrada". En esa plástica llaman la atención sus fotos panorámicas de la arquitectura, en las que superpone varias capturas para evitar la deformación del gran angular. Su acentuado interés por las construcciones y los parajes condiciona el que haya numerosas fotos sin personas o solo una. "Me atrae más la huella humana que los personajes", argumenta. En los casos en que sí ha retratado a personas, Mellado señala que "el cubano no tiene problema en que lo fotografíes, posa con esa gracia natural, aunque, a veces, en la capital te piden dinero a cambio, y eso ya no me gusta". Un leve desagrado que no se percibe en un libro en el que domina la atmósfera poética y de misterio.
Babelia
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