¿Desinterés cultural?
Cuatro de cada 10 españoles afirman no acudir a espectáculos culturales por falta de interés
¿Por qué no ha ido al cine, a un espectáculo cultural en directo o a visitar un centro de arte? O bien no está interesado, o no puede permitírselo, o la oferta cultural es escasa o hay otras razones que no acaba de especificar. Esas eran las casillas posibles. Y la falta de interés es el motivo que señalaron cuatro de cada diez españoles con educación básica que se abstuvieron de participar en esas actividades culturales. Puede que el consumo cultural sea hoy más doméstico que público o que esa falta de interés por museos, salas de cine y teatros sea compensada por la suma atención prestada a móviles y tabletas, o por los tan populares bares y terrazas españoles, pero eso queda fuera del dosier elaborado por el Observatorio Social la Caixa a partir de los datos obtenidos en la Encuesta de Condiciones de Vida de 2015 realizada por el INE, de donde sale esa cifra de desinterés cultural.
El nuevo estudio desgrana los datos sobre consumo cultural de la encuesta del INE relacionándolos con la renta y con el nivel educativo de los encuestados, y demuestra que ambas variables influyen: cuanto mayor es el poder adquisitivo y el nivel educativo, más se participa en las actividades culturales sociales. La educación pesa más que la renta. Con un porcentaje de abandono de la formación en España de un 19% en 2016 y casi el 20% de la población activa en el paro, hay motivos para preocuparse. Cierto que las visitas a museos han subido en 2017 hasta rozar casi los tres millones, una subida de más del 5% respecto al año anterior, pero también ha subido el turismo. ¿Qué hacer para aumentar la participación de los españoles en las actividades culturales presenciales?
El informe también señala que la alta proporción de personas en España que declaran no haber acudido a espectáculos y museos permite clasificarlas en dos grupos: no asistentes absolutos y no asistentes recuperables. Estos últimos puede que por circunstancias vitales (hijos pequeños, padres mayores, etcétera) hayan dejado de acudir a espectáculos, cines y museos, pero podrían volver, y esto se puede fomentar aplicando políticas fiscales y una reducción del IVA que bajaría los precios y, cabe esperar, que aumentaría la demanda. Los días del espectador y las rebajas en el precio de entradas a espectáculos han favorecido y favorecen el aumento de público.
Pero ¿qué hacer para atraer a aquellos no asistentes absolutos descritos como un grupo “impermeable a las políticas culturales”? ¿Cómo combatir el desinterés por actuaciones en vivo, por las salas de cine y los centros de arte? El informe apunta a la importancia de integrar la política cultural en la política educativa, algo que permitiría fomentar la apreciación, el conocimiento y el hábito del consumo cultural desde una edad temprana. La batalla hoy también es contra las pantallas de los teléfonos, contra el consumo a la carta en el sofá, y puede que a la larga esos mismos dispositivos acaben generando un cierto hartazgo y el público demande experiencias únicas y en vivo. Lo importante será entonces que quede algún cine abierto, que la oferta pueda saciar su ansia.
Babelia
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