Los árboles sin raíces son de pega
El musical de Hugo Pérez de la Pica traza un rico recorrido paisajístico, musicológico y sentimental
Canela
Autor, director, escenógrafo y figurinista: Hugo Pérez de la Pica. Intérpretes: Jesús Chozas, Juan Mata, Elena Morales, Helena Amado, Raquel Valencia, Carmen Rodríguez de la Pica, Candelaria de la Serena y Badia Albayati. Músicos: José M. Chamero, Mijail Studyonov y Tatiana Studyonova. Luz: H. Pérez, Miguel Pérez-Muñoz. Coreografía: J. Mata, R. Valencia y H. Pérez. Dirección musical: Mijail Studyonov. Madrid. Teatro Tribueñe.
Tribueñe: la tribu de la letra eñe, la eñe como singularidad española. El nombre de esta salita a medio camino entre teatro sanpetersburgués y salón de variedades de entresiglos, es una declaración de principios. Está llena siempre de un público avisado pero bullicioso: junto al de la Zarzuela, es el único teatro madrileño donde, antes de comenzar un musical, desde la platea emerge el rumor de decenas de conversaciones, como en los cines de barrio. El espectador se siente aquí como en casa.
Canela, juguete lírico de Hugo Pérez de la Pica, recoge más de treinta canciones del repertorio popular, entreveradas con recitados, danzas, estampas teatrales y con un pregón de sabor centenario, pero compuesto ahorita mismo por su joven demiurgo, cuyo trabajo rezuma tradición asimilada, conocimiento de lo vernáculo y recreación sin remedo.
Aunque Canela no tiene argumento, sus canciones, agrupadas en bloques temáticos, van trazando un rico recorrido paisajístico, musicológico y sentimental: desde los tanguillos de Cádiz a palo seco hasta las coplas de Quintero, León y Quiroga, pasando por la tirana, la petenera, la muñeira y cantables de revista.
En esta función enraizada, no cabe andarse por las ramas. Todo está en estilo: la luz (candilejas y cañón), el vestuario, de raigambre y fantasía; la actitud de los intérpretes, la manera en la que hacen mutis… Badia Albayati encarna lo que canta: en su bien timbrada voz, cada estrofa es puro teatro. Tiene chispa como para prender un telón ignífugo.
Elena Morales aborda con idénticas soltura, encanto y empaque vocal el repertorio folclórico, el ligero y la saeta. En Raquel Valencia, bailaora, se aúnan fuerza, delicadeza, hondura y maneras contemporáneas. Carmen Rodríguez de la Pica, eficaz rapsoda, transmite fielmente el sentido de textos de ahora que suenan a Villaespesa y a Rafael de León. Candelaria de la Serena, jovencísima promesa, tiene momentos de brillo impropios de su edad.
Juan Mata, bailaor del Ballet Nacional de España en la etapa fundacional de Gades, le imprime al espectáculo acervo y calado. El cantaor Jesús Chozas me emocionó vivamente, acompañado a la guitarra por Jesús Chamizo: el arte, cuando lo es, recoge sentimientos universales que le tocan a cada uno allí donde duele.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.