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Fernanda Melchor: “Me identifico con el vampiro emo de ‘Entrevista con el vampiro”

La escritora mexicana responde al carrusel de preguntas de este diario

La escritora Fernanda Melchor, hace unos días en Puebla.
La escritora Fernanda Melchor, hace unos días en Puebla.HUGO ORTUÑO

La mexicana Fernanda Melchor (Veracruz, 1982) es periodista y narradora por determinación geográfica. “Nunca quise ser escritora, en realidad yo de niña quería ser detective y más tarde, agente del FBI, pero nací del lado equivocado del Río Bravo y tuve que conformarme con estudiar periodismo”, cuenta. Autora de las crónicas de Aquí no es Miami (El salario del miedo, 2013) y de las novelas Falsa liebre (Almadía, 2013) y Temporada de huracanes (Random House, 2017), Melchor se perfila como una de las voces jóvenes más interesantes de un país en el que la buena literatura se encuentra hasta debajo de las piedras.

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 ¿Qué libros están normalmente es su mesa de dormir?

Siempre tengo tres o cuatro; ahora mismo están las obras completas de Raymond Carver (me tardo años en leer antologías de cuentos, siento que es una traición leer más de uno a la vez); un magnífico ensayo sobre la fotografía de la violencia, Retrato involuntario, de Marina Azahua; y una novela malaza de Stephen King, The Tommyknockers.

¿Qué libro le cambió la vida?

Muchísimos. Creo que una nunca vuelve a ser la misma al terminar una buena novela. Pero si tuviera que elegir, diría que Puente en la selva, de B. Traven, que leí de corrido en una sola noche cuando tenía 12 años.

¿Cuál es el último libro que le hizo reír a carcajadas?

Los hermanos Golovlev, de Saltykov-Schedrin

¿Quién sería su lector perfecto?

El lector que en cada libro busca que lo cautiven pero también que lo provoquen.

¿Cuál es su rutina diaria para escribir?

Depende mucho del proyecto en el que estoy trabajando, pero mis mejores horas para escribir ficción son siempre por la mañana, entre las cinco y las doce.

¿Qué música le sirve para trabajar?

No suelo escribir con música. Prefiero el silencio o los ruidos cotidianos de la casa o el vecindario. Aunque a veces sí he llegado a escuchar alguna canción repetidamente antes de ponerme a escribir, para entrar en determinado “ambiente”.

¿Qué personaje literario o cinematográfico se asemeja a usted?

Siempre me he identificado mucho con Louis, el vampiro emo de Entrevista con el vampiro. Igual que él, yo tampoco pedí nacer y también me faltan tamaños para mandarlo todo al cuerno.

¿Con quién le gustaría sentarse en una fiesta?

Junto a la persona más guapa, aunque fuera nomás para mirarla.

¿Qué significa ser escritora?

Dedicar la vida a buscar la verdad a través de la mentira.

¿Qué libro regalaría a un niño para introducirlo en la literatura?

Un libro de mitología griega o egipcia.

¿Cuál es su lugar favorito en el mundo?

Un pequeño jardín interior, de césped muy verde, con el que soñé hace unos meses, pero que estoy convencida de que existe en alguna parte (como en ese cuento de Las mil y una noches).

¿Qué libro le hubiese gustado haber escrito?

Estoy convencida de que nadie consigue nunca escribir el libro que en realidad quisiera escribir, sino que debe conformarse con un simulacro de este. Y que cada uno de nuestros libros (o simulacros) es la reescritura de otros que amamos, pero que, al mismo tiempo, consideramos imperfectos. Dicho esto, me hubiera gustado escribir las novelas de Manuel Puig.

¿Cuándo fue la última vez que lloró?

Lloro muchísimo, por cualquier cosa, así que probablemente, sin importar cuando leerán esto: ayer.

¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?

“Piensa dos veces antes de hablar”, decía mi madre. Ojalá le hiciera caso más a menudo.

¿Qué la deja sin dormir?

Tengo el sistema nervioso de un mono capuchino, así que cualquier cosa: el café después de las dos de la tarde, las buenas noticias y las malas; los viajes, los comienzos.

¿Con quién le gustaría quedar atrapada en un ascensor?

Con David Lynch y una caja de marcadores de tinta indeleble.

¿Cuál es el mejor regalo que ha recibido?

El Toby, un perrito mestizo que los papás nos regalaron a mí y a mi hermano (sospecho que después de haberlo recogido de la calle), una Navidad que andaban muy pobres.

¿Cómo fue su primera borrachera?

Infame, a los 14 años y con solera (cuyo olor aún me produce arcadas).

Si pudiera tener un súperpoder, ¿cuál sería?

Ser invisible. Súper Voyeur, me llamaría.

¿De qué se disfrazaría en una fiesta?

Soy de esa clase de gente nefasta que aborrece disfrazarse. Probablemente me pegaría una cremallera en la playera y diría que voy de mí misma.

¿Qué le diría a Peña Nieto?

Le preguntaría, con curiosidad genuina, cómo logra dormir por las noches.

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