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Airto Moreira: el regreso del percusionista pródigo

El músico brasileño repasa medio siglo de innovación jazzística con motivo de su vuelta a los escenarios de su país natal

Airto Moreira, en concierto.
Airto Moreira, en concierto.Ariel Subira

Hace medio siglo, Airto Guimorvan Moreira (Itaiópolis, 1941) desembarcaba en el aeropuerto JFK de Nueva York sin una idea exacta de lo que iba a ser de su vida. “Sólo sabía que quería tocar, hacer música, y Nueva York parecía ser el lugar adecuado para ello”. No se equivocó.

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Medio siglo más tarde, el percusionista y cantante, conocido por sus colaboraciones junto a Miles Davis y Chick Corea, entre otros, ha vuelto al país que le vio nacer para interpretar los temas de su primer disco 100% brasileño, Aluê, con conciertos en São Paulo (Sesc) y Rio de Janeiro (Blue Note).

Quien visita la web del artista, tal vez se  sorprenda con la foto de un jovencísimo Airto de pajarita y chaqueta, recibiendo un primer premio en un concurso para cantantes noveles. “Ese fue mi primer oficio", dice este. "Canto desde los cinco años. No había fiesta de cumpleaños en que mi madre no saliera a anunciarme: 'Y ahora mi hijo va a cantar para ustedes…'. Y yo cantaba cualquier cosa, aunque me fastidiara, porque sabía lo que me esperaba en casa si no lo hacía. A mí, lo que me gustaba, era tocar, lo que fuera, me daba igual. Cogía un instrumento y empezaba a tocar sin saber muy bien lo que hacía.”

Con 17 años, Airto viajó a São Paulo a probar suerte. “Recorrí las boîtes buscando trabajo, pero en aquella época los empresarios solo querían cantantes femeninas, así que empecé a tomarme en serio eso de tocar un instrumento. Elegí la batería.”

Pasar de la batería a la percusión fue algo natural. “Yo no planeo las cosas, las cosas vienen a mí…”. La vida y el contacto con otros percusionistas, asegura, le enseñaron todo cuanto necesitaba saber sobre el instrumento. “Hay algo que caracteriza a los percusionistas, y es que nos influenciamos los unos a los otros de una forma, digamos, natural. Por ejemplo, en Nueva York, había muchos que venían a verme y veían que tocaba instrumentos que no eran los habituales, y me peguntaban, 'oye, Airto, ¿qué es esto?'. A los días estaban ellos tocando el mismo instrumento. Pero yo hice lo mismo con Naná Vasconcelos. La primera vez que le vi tocando el birimbao no entendí absolutamente nada y, al final, acabé tocándolo yo también.”

De Nueva York a Rio de Janeiro y vuelta. La carrera improbable de Airto le alejaría de las turbulencias musicales del Brasil de los años 60 –tropicália y derivados- para acercarle a la trepidante escena jazzística neoyorquina. “Yo no sabía lo que era el jazz aquí en Brasil, pensaba que lo conocía, pero no... por eso me fui a los Estados Unidos, para enterarme”.

Fue a través del saxofonista Cannonball Adderley que el nombre de Airto Moreira llegó a oídos de Miles Davis. Y por él fue que “el brasileño”, como era conocido en los ambientes musicales de Nueva York, pudo participar en las seminales sesiones de grabación que dieron origen al álbum Bitches Brew. En su autobiografía (última edición en español: Alba Editorial, 2015), el trompetista recuerda los problemas de adaptación del recién llegado, al que supone “intimidado” por su presencia. “Claro que estaba intimidado, pero no por Miles sino por la música, por ser tan natural, lo que la hacía muy difícil de asimilar. Y yo estaba ahí, en medio, tratando de responder a toda aquella energía en un nivel de igualdad con unos músicos que llevaban media vida tocando juntos… no había lugar para mí. ¿Qué hice?. Empecé a tocar muy, pero que muy fuerte. Hasta que, un día, Miles vino hacia mí y me dijo: 'No hace falta que toques tan fuerte, simplemente… toca'. Me quedé totalmente desconcertado. Porque Miles hablaba poco, pero cuando lo hacía, su palabra era ley. Y tenía razón: me estaba destrozando las manos sin otro propósito que destacar entre todo aquello, lo que no tenía el menor sentido. Esa fue la mejor lección que recibí de él. A partir de ese momento, empecé a oír la música, a oírla de verdad… porque la música es como una película, tienes que ver la cinta en su conjunto, los personajes, la trama, y, a partir de ahí, desarrollar tu papel”.

De Miles a Chick Corea (Return to Forever), Joe Zawinul (Weather Report), Mickey Hart (Grateful Dead)… el percusionista y cantante señalaba en aquellos primero setenta un camino inédito de renovación para el jazz; camino que otros muchos seguirían.

Residente en los Estados Unidos por más de medio siglo, Airto Moreira no pisaba suelo brasileño “desde hace algunos años”, aclara, aunque sin aclarar gran cosa. Y aún así. La relativa frialdad con que la visita del hijo pródigo ha sido acogida por los medios, no así por la audiencia, apuntala un hecho indiscutible: el músico brasileño está lejos de ser profeta en su tierra. “Reconozco que no estoy al tanto de la actualidad brasileña, pero no es algo que me preocupe demasiado, porque estoy imbuido del espíritu de Brasil y sé que todo lo que venga de un país con semejante patrimonio musical, va a ser bueno”.

Sentado a un lado del escenario, rodeado de un fascinante arsenal de Objetos Musicales No Identificados, incluyendo un juego de zapatillas usadas, Airto se apodera de la audiencia que ha acudido a escucharle en su única presentación carioca, en la sala Blue Note . El huracán desatado por el más que septuagenario artista y su quinteto -el mismo que le acompaña en el último disco, el primero grabado en Brasil por el artista, con las aportaciones del guitarrista José Neto y la hija del maestro, Diana Moreira, cantando- puede con cualquier reticencia que pudiéramos albergar acerca de su estado de forma. Su mensaje es iluminador, vibrante, luminoso… lo que esta ciudad hermosa y caótica necesita.

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