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Wu Ming, éxito editorial sin identidad

El misterioso colectivo de narradores italianos publica en España su última novela histórica, ‘El Ejército de los Sonámbulos’

Tommaso Koch
Una ilustración con la que se retrata el colectivo de escritores Wu Ming.
Una ilustración con la que se retrata el colectivo de escritores Wu Ming.

Su nombre no importa. Lo suelta cuando se presenta, pero no ha venido a hablar de ello. Ni tampoco de su edad o su vida. No por nada el decálogo que él y sus compañeros se han autoimpuesto conlleva una rígida disciplina: prohibidas las fotos, las grabaciones, las apariciones en televisión o la relación con los partidos políticos. “Una vez leí una entrevista a un escritor en la que hablaba de su acuario y sus peces. ¿Qué tiene que ver?”, se pregunta Wu Ming 1. El número sirve para distinguirle de sus otros compañeros; pero todos resumen su identidad en las mismas dos palabras chinas que significan, precisamente, “sin nombre”. Así se llama un colectivo de narradores italianos que lleva dos décadas sorprendiendo y fascinando a lectores y críticos con las novelas que escriben de forma colectiva. Y eso, para los integrantes de Wu Ming, es lo que sí cuenta. El último fruto de su trabajo se titula El Ejército de los Sonámbulos (Anagrama), y acaba de llegar a España.

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La obra les ha supuesto seis años de trabajo. “Era demasiado importante, tenía que cerrar un ciclo”, explica Wu Ming 1. Porque El Ejército de los Sonámbulos pretende ser el broche final a las dos décadas que cambiaron sus vidas. En 1994, varios autores italianos se juntaron, cogieron prestado el nombre de un ignoto delantero jamaicano del Milan, y se bautizaron Luther Blisset. Entre todos, escribieron Q, una novela histórica que mezclaba ficción, realidad y espíritu revolucionario. Y desbancaron el mercado editorial. Se plantaron como finalistas del premio Strega, el más prestigioso del país; “revolucionaron el género”, en palabras de La Repubblica. El libro fue traducido a más de 15 idiomas, adoptado por el movimiento antiglobalización, será pronto una serie de televisión y todavia “vende al menos unas 10.000 copias al año”, defiende el escritor.

Un lustro después, cinco miembros de Luther Blisset crearon Wu Ming. Y fueron conformando un proyecto cada vez más amplio que hoy en día incluye también un grupo musical, una fundación, un blog y todo tipo de “agitación cultural y política”. La escritura, sin embargo, continúa en el centro de su actividad. Para Wu Ming 1, de hecho, Q fue el “alfa” y El Ejército de los Sonámbulos “el omega”, además de su última novela histórica. Esta vez el grupo ambienta su trama en plena Revolución Francesa: aparecen Robespierre y Marat, el Rey Luis XVI pasa por la guillotina, y la narración se mueve igual de frenética que la lucha por las calles de París. Hay violencia, feminismo, hipnosis, sangre e ironía; documentación y fantasía se alternan, al servicio de un lenguaje cuidado y de personajes entrelazados.

“No escribimos para demostrar una tesis, no intentamos dar ningún mensaje político. Pero si hay conflictos en la sociedad los buscamos y los narramos. No queremos lanzar un folleto propagandístico de 800 páginas, aunque por fuerza acabas asumiendo algunas posturas”, explica Wu Ming 1. El autor reconoce que todas sus obras hablan de “revolución” y tensiones. Al fin y al cabo, en un grupo que escribe de forma conjunta, las disputas pueden ser pan de cada día. Tal vez por eso, son amigos desde hace un cuarto de siglo, “hermanos” según Wu Ming 1, pero tratan de no verse demasiado fuera del trabajo. Hablan todos los días, pero raramente salen juntos.

Ya nunca, en el caso de Wu Ming 5. Porque decidió hace meses abandonar el grupo, al que acusó de haberse convertido en “una empresa”. “No voy a contestar, le dejamos que hable”, responde Wu Ming 1. Pero lo cierto es que la baja sugiere la dificultad de conjugar grupo e individualidad, de la misma forma en la que el discurso de Wu Ming encierra otros dualismos complejos. “Transparentes con los lectores, opacos con los medios”, es uno de sus lemas. Pero conceden entrevistas, aparecen en los diarios y tal vez la identidad misteriosa aumenta la curiosidad y hasta sus ventas, como para otra célebre narradora anónima italiana: Elena Ferrante. “Claro que es una ventaja promocional, pero para el producto. No hablamos de nosotros, nos centramos en nuestro proyecto”, responde el escritor. También justifica que publiquen con colosos editoriales: “Desde el principio la idea fue hacer una incursión en el mainstream pero manteniéndonos underground. Seguimos participando en movimientos okupa”. E imponen a las editoriales una regla: un año después de la publicación, su obra estará disponible en su web. Gratis.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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