Una memoria comunitaria
Catalina Mesa cae, en ocasiones, en una cierta fotogenia del pintoresquismo al más puro estilo de un suplemento dominical y se zambulle en una marcada cursilería
JERICÓ, EL INFINITO VUELO DE LOS DÍAS
Dirección: Catalina Mesa.
Género: documental. Colombia, 2016
Duración: 77 minutos.
“El dinero mejor empleado es en viajar”, afirma una anciana, antigua maestra de escuela rural, en Jericó, el infinito vuelo de los días, el documental de Catalina Mesa que propone, a su vez, otro modelo de viaje completamente distinto al que, en su día, permitió a esa mujer vivir cinco años en Florida, aprendiendo la lengua inglesa y ampliando los límites de su mundo. Mesa propone un desplazamiento a la memoria oral femenina de una comunidad, al espacio intangible de la evocación de un pasado personal y colectivo y, también, trenza con esas voces la crónica de la progresiva conquista de una suerte de espacio utópico, espiritual y colorista, en una de las zonas más golpeadas por el conflicto armado que desangró al país: el municipio de Jericó, situado al suroeste del departamento de Antioquía, un pueblo con fachadas de colores, tras las que se puede esconder, por ejemplo, el recuerdo de la muerte inasumible de un hijo en manos de los sicarios del narcotráfico.
Mesa cae, en ocasiones, en una cierta fotogenia del pintoresquismo al más puro estilo de un suplemento dominical y se zambulle en una marcada cursilería con la imagen final de esas cometas que quieren simbolizar una cierta idea de la transmisión generacional. Tampoco se revelan afortunadas las coreografías casuales sostenidas sobre mambos de Pérez Prado y boleros de Los Panchos. La película encuentra su fuerza en las voces de esas ocho mujeres que construyen su discurso, entre colchas, enseres de cocina, rosarios e imágenes religiosas.
Babelia
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