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Pepe Moral indulta un toro de Victorino en la 'corrida total' de Illescas

Gran dimensión del diestro sevillano y Emilio de Justo en tarde interesante y triunfalista

Pepe Moral, el pasado mayo en la Maestranza de Sevilla.
Pepe Moral, el pasado mayo en la Maestranza de Sevilla. PACO PUENTES

Apenas cuatro días después del fallecimiento de Victorino Martín Andrés, los cárdenos de la A coronada volvían a saltar al ruedo. Sin haber podido digerir aún la pérdida del más grande ganadero del último medio siglo, los aficionados se dieron cita en la toledana plaza de Illescas para rendir homenaje al hombre que marcó una época y cambió la fiesta gracias a su incansable lucha por la integridad y la casta.

Y así, tras un emotivo minuto de silencio, y con divisa negra en señal de luto por primera vez en su historia, los toros de Victorino fueron saliendo uno a uno por la puerta de chiqueros. No fue una corrida espectacular ni sobresaliente por su bravura, pero sí tuvo la suficiente casta para mantener el interés de principio a fin. De excelsa clase por el pitón izquierdo resultó el lidiado en quinto lugar.

Jarretero de nombre, negro entrepelado de capa y con el número 32 en los costillares, el de Victorino regresó con vida a los corrales tras ser indultado. Y sí, el animal tuvo una gran nobleza, fijeza, clase y recorrido, pero no fue de indulto. Ni mucho menos. En el primer tercio cumplió acudiendo dos veces al caballo y empujando de verdad en el primer puyazo. Humillado embistió en el segundo tercio al capote de Raúl Cervantes, que protagonizó una brega magistral y puso en pie los tendidos. Se lucieron los banderilleros, especialmente Fernando Sánchez, y aquello se convirtió en un clamor. La fiesta en todo su esplendor.

Tras brindar al público, tomó Pepe Moral la muleta con la izquierda. Cuatro naturales largos y un pase de pecho monumental. El toro, de templadísima embestida, hacía surcos en la arena. El torero no se quedaba atrás. Aunque por momentos anduvo excesivamente al hilo y retorcido, hubo naturales soberbios. Largos, templados y profundos. Los pases de pecho, de pitón a rabo, de cartel. La conjunción era perfecta, la obra casi sobresaliente. Pero allí faltaba algo. La transmisión y fiereza, y por ende, la emoción del toro bravo no estaba presente. Jarretero llegó a perder las manos en varias ocasiones. No le sobraba la fuerza. Pero la faena -y la tarde- estaba lanzada y el triunfalismo se apoderó de unos tendidos que pidieron mayoritariamente el indulto. Mal.

MARTÍN / DE JUSTO, MORAL, MARTÍN ESCUDERO

Toros de Victorino Martín, correctos de presentación, vareados y en tipo, y de juego desigual. 1º, 4º y 6º, complicados; 2º y 3º, nobles y sosos; 5º, de gran nobleza y clase por el pitón izquierdo, fue indultado.

Emilio de Justo: metisaca, cinco pinchazos y estocada trasera (silencio tras aviso); media estocada (dos orejas).

Pepe Moral: estocada caída (dos orejas); indulto (dos orejas y rabo simbólicos).

Martín Escudero: media estocada (oreja); bajonazo que hace guardia y estocada caída (silencio tras aviso).

Plaza de toros de Illescas (Toledo). 7 de octubre. II Corrida Total. Más de media plaza.

Antes ya había paseado Pepe Moral las dos orejas del segundo, un animal noble y soso que se dejó pegar pero que no peleó en las tres varas que tomó. A base de muleta adelantada y toques muy suaves, el sevillano logró series de muletazos de notable calidad, pero abusó en ocasiones del toreo periférico. La estocada, caída.

Valiente y artista, Emilio de Justo se reivindicó como un torero que merece más y mejores oportunidades. Con capote y muleta, el extremeño dejó destellos de un gran concepto del toreo y se la jugó a carta cabal, especialmente en su segundo. Ese cuarto, que apretó con la cara abajo en el peto, pareció dormirse en el segundo tercio y llegó al último con gran peligro. Pero De Justo no se arrugó y le plantó cara. Tanto que fue cogido hasta en dos ocasiones, afortunadamente sin consecuencias.

Pese a lo mucho que reponía y rebañaba su enemigo, el torero llegó a bordar el toreo sobre ambas manos. Tras un emocionante final a pies juntos, llevándose al toro detrás de la cadera, dejó una media estocada que fue suficiente. El doble trofeo, excesivo. Ante el primero también anduvo muy firme al aguantar los violentos tornillazos que lanzaba su oponente. Más espectacular que bravo, ese ejemplar acudió tres veces de largo al caballo, pero en el peto protestó y salió suelto. En la muleta, repuso mucho.

Al final, el único que se marchó a pie fue Martín Escudero. Muy clásico y puro en sus formas, dejó detalles de suprema calidad y torería frente al noble y muy templado tercero, pero no logró acoplarse con el difícil sexto.

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