Los niños de la Camorra corren hacia la muerte
Roberto Saviano presenta en Madrid su último libro, donde narra cómo jefes menores de 20 años han sacudido la mafia napolitana
Un hombre italiano tiene una esperanza media de vida de 80,1 años. Cuando Emanuele Sibillo cumplió 18, por tanto, podía mirar al futuro con cierta confianza. Quedaba, todavía, una infinidad. Llegaba, además, el día en que se hacía mayor de edad. De ahí que el capo camorrista animara a los seguidores de su cuenta de Facebook a festejar: “¡Celebradme mucho!”. Parecía entusiasta, como cualquier joven ante su 18º cumpleaños. La diferencia, sin embargo, venía poco después. Porque el mensaje de Sibillo continuaba: “A los 21 no creo ni que llegue”. En efecto: el 2 de julio de 2015 un francotirador le disparaba en la espalda y cumplía su profecía. Apenas le había dado tiempo a llegar a los 19. “Su tiempo corre mucho más rápido”, explica Roberto Saviano. Se refiere a los pequeños líderes que han sacudido a la mafia napolitana y desafiado a los antiguos clanes. A ellos el escritor ha dedicado su última novela,La banda de los niños, que Anagrama edita ahora en España y que el autor presentó anoche en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid, entrevistado ante el numeroso público por la periodista Ana Pastor.
“Cuando me reúno con algunos de ellos, lo primero que destacan es mi edad: ‘¿38 años? Eres un viejo. Entonces no has hecho nada; si no, ya estarías muerto”, insistió el escritor. Aunque algo Saviano sí hizo. En 2006 el italiano relató en Gomorra lo que había visto y oído dentro de la Camorra, con nombres y apellidos. Los capos pusieron un precio a su cabeza y, aunque no le mataran, sí le arrebataron la vida. Desde entonces, el autor vive escoltado, cambia de casa cada pocos días y también ha modificado su estilo. Antes, se servía de su olfato y de pisar la calle. Su existencia en cuarentena ya le privó de aquello, pero a cambio le proporcionó un amplio acceso a policías, archivos, investigaciones, jueces, presos, arrepentidos y pinchazos telefónicos. De ahí sale la base real que inspira La banda de los niños. Para Pastor, el libro es una mezcla de Gay Talese, Patria, de Fernando Aramburu y Fariña, de Nacho Carretero.
Para promoverlo, Saviano volvió a España a cinco años de su última visita. Y relató que los nuevos cachorros de la Camorra llegan al mundo con prisa, y así se marchan. “A los 15 aprenden a disparar. A los 20 son asesinos profesionales. Los 30 ni los alcanzan”, lo resume el cartel de Robinú, un documental del periodista italiano Michele Santoro sobre el mismo asunto, disponible en Filmin. Sibillo, por ejemplo, ya era padre de un niño de un año y medio cuando falleció. Otro venía de camino, aunque el joven nunca lo conoció.
Sin miedo a la muerte, los niños criminales tampoco temen a los capos tradicionales. Más bien, lo contrario. Con el vacío de poder creado tras la caída del clan Giuliano, en los noventa, llegó su momento. Y su órdago. Todo o nada, ahora o nunca. Decenas de chicos de entre 10 y 20 años rechazaron la autoridad de los viejos pilares de la Camorra, los acusaron de haber perdido de vista los valores y la defensa de sus barrios, e impusieron una nueva ley. “Los bambini han marcado una transformación en el poder. Controlan zonas enteras de Nápoles. Y lo gestionan todo: la venta de la cocaína, su calidad, la corrupción de la policía, los centinelas. Está bajando la edad necesaria para mandar ”, explicó Saviano.
Para definirles, el napolitano emplea una palabra española: paranza. En castellano ya no se usa, aunque indicaba los barcos que salían a pescar por la noche. La paranza dei bambini también echa sus redes cuando todos duermen. “Pero salen a matar a seres humanos”, relató el escritor. El propio Sibillo por ejemplo disparó en plena cara a otro muchacho, culpable de mirar al boss a los ojos y hasta poner en duda su autoridad. Luego, junto con su clan, salió del bar y se fue a beber a otro local, tal y como contó Saviano. Como si nada. “En Nápoles, en Europa”, destacó varias veces el escritor.
El inmovilismo de Italia contribuye a encerrarlos en un callejón sin salida, según Saviano. El sendero legal les suena a sudor y sueldos deprimentes. La Camorra, en cambio, ofrece dinero inmediato, poder y respeto. Que el reloj de arena empiece a correr rapidísimo es lo de menos. Algunos hasta proceden de clases medio-altas, y piden a la carrera mafiosa cumplir las promesas que su vida burgués no mantuvo. “Si entras en una paranza, pasas siempre por delante de los demás y tienes una mesa reservada en cualquier sitio”, agregó Saviano. “Nunca conocieron la inocencia. Creen que el mundo es un lugar repugnante. Son soldados de una guerra que no estamos contando”, añadió. Tanto que el libro reparte su mundo en dos categorías: “jodidos y jodidores”. Sobra aclarar a cuál quieren pertenecer los bambini.
Para ello, están dispuestos a todo. Se guían por ejemplos como El precio del poder, Pablo Escobar, la serie Gomorra (de la que Saviano es coguionista, inspirada en su libro) o “Dan Bilzerian, un tipo que ha vinto 100 millones de euros al póquer, está siempre de vacaciones y dice que odia trabajar”. No sorprende que la mayoría de los personajes reales en los que se inspiran los personajes de Saviano ya hayan fallecido o estén en la cárcel. “Repiten a menudo una frase: ‘Si mueres a los 90, centenarios. Si mueres a los 20, legendario”. Por eso consideran a Sibillo todo un mito. Hasta le sobró un año.
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Autor: Roberto Saviano. Traducción de Juan Carlos Gentile Vitale.
Editorial: Anagrama (2017)
Formato: ebook y tapa blanda (377 páginas).
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