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Crítica | Los casos de Victoria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una mujer desbordada

Cuesta reconocer en esta comedia del montón a la misma directora que debutó con la frenética y fresca 'La bataille de Solférino'

Virginie Efira, en 'Los casos de Victoria'.
Virginie Efira, en 'Los casos de Victoria'.

LOS CASOS DE VICTORIA

Dirección: Justine Triet.

Intérpretes: Virginie Efira, Vincent Lacoste, Melvil Poupaud, Laurent Poitrenaux.

Género: comedia. Francia, 2016

Duración: 97 minutos.

Cuesta reconocer en Los casos de Victoria a la misma Justine Triet que, tan solo tres años antes, había debutado en la frenética, fresca e inesperada La bataille de Solférino (2013). En su ópera prima, la directora sacó sus cámaras a la calle el 6 de mayo de 2012, día de la victoria electoral de François Hollande, para convertir a todos los parisienses que atestaban la calle Solférino, frente a la sede del partido socialista, en extras involuntarios de una comedia donde chocaban lo público y lo privado. Las tensiones entre una reportera televisiva, destinada a cubrir la jornada electoral, y un insistente exmarido empeñado en visitar a sus hijas centraba esta película que tenía mucho de arriesgado tour de force y que no revelaba parentescos evidentes en el panorama de la comedia francesa contemporánea: si acaso, una cierta afinidad con los trabajos coetáneos de Sébastien Bedbeder y Antonin Peretjatko por su común impulso de recoger, lejos de la reverencia mitómana, algunos tonos y estrategias de la herencia de la Nouvelle Vague.

Si algo vincula a La bataille de Solférino con Los casos de Victoria es su foco sobre una protagonista desbordada por sus obligaciones profesionales y entregada a la caótica gestión de maternidad, vida privada y adicción al trabajo. La referencia lejana parece ser aquí esa screwball comedy que encontró su vector de ingenio y velocidad en hiperactivas figuras femeninas, comúnmente rodeadas de hombres inmaduros. El problema es que el segundo largometraje de la Triet recuerda más a una comedia (del montón) protagonizada por Katherine Heigl –o sea, más La cruda realidad (2009) o Como la vida misma (2010) que Lío embarazoso (2007)-, vínculo reforzado asimismo por el cierto parecido físico entre Virginie Efira y la actriz estadounidense. Ojalá en su siguiente trabajo Justine Triet recuerde cómo empezó.

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