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De lo sinfónico a la copla sin transición

Cañizares, la Orquesta de Navarra, Martirio, Raúl Rodríguez y Javier Colina abren brillantemente la IV edición de Flamenco on Fire

Un momento del concierto de Martirio.
Un momento del concierto de Martirio. Flamenco on Fire

La genial Martirio, camuflada en sus llamativos vestidos, sus eternas gafas oscuras o sus peinetas imposibles esconde, en realidad, a una artista impresionante de los pies a la cabeza, capaz de los más variados registros, desde su original copla urbana, con claves contemporáneas, jocosas y reivindicativas al mismo tiempo, al bolero más "sentío". Como ella dice divertida: cosas "pa" reír y cosas para llorar.

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Y todo lo va mezclando con naturalidad, con intervalos hablados en los que desgrana una gracia solo comparable en este mundo de la copla o el flamenco a aquel inolvidable gaditano llamado Chano Lobato, con el que en algún momento coincidió musicalmente está irrepetible Martirio.

La artista onubense cerraba anoche la primera jornada de la IV edición de Flamenco on Fire, el joven pero ya gran festival flamenco de Pamplona. Inauguraba así el ciclo nocturno del hotel Tres Reyes de la capital navarra, un improvisado café cantante que se ha convertido en estos pocos años en una cita de referencia, en un cálido cuarto donde mimar el flamenco y sus diferentes fusiones, valiente y creativo.

Antes, en el primero de los conciertos en el auditorio Baluarte, Juan Manuel Cañizares, junto a la Orquesta Sinfónica de Navarra, dirigida por José Antonio Montano, abría formidablemente el festival. Es uno de esos espectáculos que el certamen produce de manera exclusiva, para la ocasión, sin que sea fácil volver a verlos en otro lugar. Cañizares y la orquesta maridaban extraordinariamente los temas del guitarrista catalán basados en la música clásica española (como El sombrero de tres picos, de Falla) para acabar con el concierto Al-Andalus para guitarra y orquesta, dedicado por Cañizares a la memoria del que fuera su amigo, mentor y maestro, Paco de Lucía.

Todavía sonaban los ecos entre jondos y sinfónicos en el Baluarte cuando comenzaba la voz cálida y cercana de Martirio a desgranar los temas de sus más de tres décadas en los escenarios, con ese espectáculo que viene presentando desde hace meses conmemorando su bien amueblada carrera artística.

Martirio no venía sola. En el hotel Tres Reyes estuvo acompañada por las cuerdas brillantes de su propio hijo, Raúl Rodríguez (Son de la Frontera), gran redescubridor del toque flamenco de Morón. De hecho se permitió en un momento de la actuación el famoso toque por bulerías de Diego del Gastor (maestro de esa escuela) para regocijo del público. También se unió al concierto otro músico flexible y magnífico, nacido en Pamplona: Javier Colina, contrabajista que ha colaborado con Martirio en muchas ocasiones, pero que aquí puso también voz y hasta hizo sonar el acordeón en temas como 'Tatuaje'. En fin, una jornada en la que se viajó de lo sinfónico al flamenco y a la copla popular sin transición, en pocas horas.

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