William Christie: Barroco sublime entre las flores
El creador de Les Arts Florissants e impulsor de la iniciativa Le Jardin des Voix, conjuga arte y jardinería en un extraordinario festival celebrado en Thiré, donde vive
El destino es lo que ha llevado a William Christie de la mano a Thiré. En este pueblito de la región francesa de Vendée, ha construido su casa… Y lo que es más importante: su jardín. Desde que creara Les Arts Florissants, en 1979, y más tarde, en 2002, su proyecto de jóvenes cantantes, Le Jardin des Voix, Christie ha ido perfilando con fascinante coherencia una personal interrelación entre música y naturaleza. Hoy posee el espacio perfecto para mezclarlo todo. Hacia esta campiña francesa, próxima al Atlántico, el artista nacido en Buffalo (Nueva York) hace 73 años, ha encaminado su festival. Lo ha construido con retazos de veteranía y nuevos talentos, en una fascinante arcadia barroca pero plenamente contemporánea al tiempo, que tiene lugar entre el 19 y el 26 de agosto.
Diversos escenarios se reparten en sus respectivos espacios. Los rincones del jardín acogen adelfas y clavicémbalos, laudes y jazmines, voces que resuenan al pie de los lagos. El canto de un gallo con cobertizo propio puede alterar las esencias de Purcell, la polifonía de Haendel y los madrigales de Monteverdi, con el mismo derecho de intromisión que los cisnes y el murmullo de los canales. “Es que ésa es la clave”, asegura Paul Agnew, cantante y director musical, responsable adjunto del proyecto. “Para ese ambiente fue concebida en parte esta música, con ese rasgo de cohabitación entre los sonidos de los instrumentos, las voces y los cantos de la naturaleza”.
Christie asiente. Acaba de acompañarle con su clave al aire y toma un té en su casa en medio de un descanso, después de haber ensayado durante días la preparación del espectáculo estrella de la noche que abría el pasado sábado el festival. Se trata de An English Garden. La música de Haendel, Purcell, Dowland, John Ward o Thomas Arne, maestros británicos del barroco y el renacimiento, es la elegida para presentar a los seis nuevos talentos de la siembra que ha brotado en Le Jardin des Voix este año. Natalie Pérez y Eva Zaïcik (Francia), Natascha Schnur (Alemania), James Way (Reino Unido), Padraic Rowan (Irlanda) y el español Josep-Ramon Olivé, han sido elegidos entre más de 100 aspirantes mundiales.
Los seis, acompañados de Les Arts Florissants, realizan una sutil hermandad de rechazo al Brexit en An English Garden. Lo hacen entre partituras genuinamente británicas que llevarán de gira por todo el mundo, con Madrid y Zaragoza en la agenda el próximo noviembre. Y europeas, porque esa es la esencia del festival: un gran canto, una contundente reivindicación de esa idea civilizadora del continente y su enorme legado cultural, hoy amenazado.
Cuando comencé a construir mi jardín supe que no lo cerraría a nadie, que lo poblaría de música y de gente”, asegura Christie
La metáfora en cuestión no sólo resuena con la música. También lo hace en pleno espacio natural. En el jardín concebido para ello y que Christie trabaja, siempre que puede, poda en mano. John Hoyland, diseñador de jardines, responsable, entre otros de los del Festival de Glyndebourne, lo ha diseñado con él durante 20 años. “Es su visión, un lugar del que abominarían los puristas de este arte, porque resulta una muy personal mezcla de espacios italianos, ingleses, franceses, alemanes. Y, digo yo, ahí reside su encanto: ¿no es esto un jardín, en suma europeo?”.
Lo es. Una idea de Europa, todavía posible, amamanta toda la esencia de Thiré. La concepción de este músico estadounidense, que aterrizó en Francia en los sesenta en medio de un auto exilio voluntario. Hoy Christie marina dentro de sí una curiosa identidad cosmopolita y atlántica, pero se siente más francés que otra cosa. Más europeo, por tanto. Quizás sea una consecuencia de su concienzuda recuperación del repertorio antiguo olvidado en los archivos del continente a ojos de un hombre de su tiempo, con raíces donde le ha dado la gana aposentarlas.
Ocurre que ha sido en Thiré. Cuando llegó, el pueblo miró de reojo a esos músicos barrocos que con pelos largos e instrumentos raros, iban asentándose por la zona. Hoy, lo que ha creado, impregna todo el valle, con más de 100 voluntarios del lugar implicados en que todo funcione a la perfección. “Siempre quise hermanar música y naturaleza. Cuando comencé a construir mi jardín supe que no lo cerraría a nadie, que lo poblaría de música y de gente”, asegura Christie.
El resultado ha sido una utopía palpable. Una plataforma de sueños que uno disfruta con los ojos y los oídos abiertos en plena arcadia, al aire libre y amigable de Vendée. Todo asequible, además. Por precios que van desde 25 a 12 euros, entre las 15.30 hasta las 12.00 de la noche, cuando cada jornada termina en una meditación abierta dentro de la Iglesia del pueblo, los conciertos y las actividades –unas 100 en total- repartidos por cada esquina del jardín, acogen a unas 8.000 asistentes en una semana.
“Esta iniciativa de formación no se parece a otras. Aquí realmente puedes compartir intimidad y consejos con los verdaderamente grandes", dice Josep-Ramon Olivé, barítono
Con un protagonismo especial en esta edición para los seis cantantes de la nueva edición de Le Jardin des Voix, que traslada su sede a Thiré este año desde Caen, en Normandía: “Cantar aquí, sin distracciones apenas, conscientes del ambiente que nos rodea, puede convertirse en algo muy refrescante, sobre todo para quien nos escucha”, asegura la joven soprano Natascha Schnur, 25 años. “Esta iniciativa de formación no se parece a otras. Aquí realmente puedes compartir intimidad y consejos con los verdaderamente grandes. Tanto William Christie, como cualquier músico de Les Arts Florissants se muestran directamente a nuestra disposición. No es fácil encerrarse en una habitación con alguien de su categoría para hablar de cualquier tema, y ellos lo hacen”, comenta el barítono Josep-Ramon Olivé.
El británico James Way le da la razón: “Con ello conseguimos aproximar en el tiempo cosas dispares. Que el Barroco o el Renacimiento resulten absolutamente modernos. Al fin y al cabo, seguimos hablando de lo mismo: del amor, del sexo, de la pérdida. Poco hemos cambiado en lo esencial…”. Aunque con espacios como este paraíso ideado por Christie en Thiré, resulta fácil confiar aun en la savia constructiva. Y también, por qué no, tal y como alguna vez se ha planteado el filósofo Javier Gomá con dudas de que aun fuera posible, ni más ni menos que en la certeza de lo sublime.
Babelia
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