Piedra, pueblo, mito: el paraíso perdido de Iñaki Perurena
Peru-Harri, el museo al aire libre creado en 2010 por el levantador de Leitza: un lugar tan desconocido como fascinante
Por las campas del caserío Gorritinea de Leitza (Navarra) corren 300 años de historia y el sueño de este viejo coloso que soñó y sigue soñando un mundo. Un mundo articulado en tres palabras: harri, herri, mito. Piedra, pueblo, mito.
Iñaki Perurena dejó de levantar piedras hace años porque la cadera y las lumbares ya se le rompían, pero sigue empujando por la ladera de estos montes de bruma y verde aquel pedrusco del mito de Sísifo que simboliza el esfuerzo renovado y la prohibición del desmayo. Un hombre cabezón, Perurena. También renacentista: harrijatsozaile (en 1990 se convirtió en el ser humano capaz de levantar más peso: 320 kilos en tres gestos), poeta (es autor del libro Harria mundo-Mundua harri), bertsolari (improvisador de versos), escultor, actor de televisión (protagonizó durante 19 años Goenkale, la serie estrella de la historia de Euskal Telebista), carnicero en activo. “La verdad es que he querido hacer cosas”.
Por las laderas corren los caballos salvajes y hay como un aire ancestral que inunda el museo Peru-Harri mientras Iñaki Perurena, sentado ante el ventanal, rememora cómo empezó todo. “De niño mi abuelo me hablaba del mundo rural, de los hombres fuertes, de las apuestas, eran historias fantásticas para mí, y ya con diez años, que vi una foto de Urtain levantando piedras en un calendario de la leche Gurelesa, y empecé a soñar con la piedra. Con 17 años participé en Tolosa en mi primera competición, y gané”.
Qué, dónde, cuándo
¿QUÉ?: Museo Peru-Harri, dedicado a los levantadores de piedra o harrijatsotzaileak.
¿DÓNDE?: A dos kilómetros del núcleo urbano de Leitza (Navarra), por la carretera NA-1700 dirección Uitzi: una escultura de una mano gigante marca el camino al caserío Gorritinea.
¿CUÁNDO?: Visitas guiadas concertadas con antelación. Posibilidad de realizarlas con el propio Iñaki Perurena, ver exhibiciones de levantamientos de piedras y realizar actividades relacionadas con el deporte rural. Precios: cuatro euros adultos, tres euros niños.
CONTACTO: Iñaki Perurena, teléfono 659 701 045
Este padre de tres hijos –Inashio (levantador como él), Xabier (carnicero y cineasta en ciernes) y Maite (iba para empleada de banca pero hoy se dedica a vender angulas)-recuerda cómo fueron sus días en aquel tiempo en que convivían el harrijasotzaile estrella y el carnicero de Leiza. Una vida loca: “Mira, te contaré una anécdota y entenderás todo. Me acuerdo que un domingo a la mañana hice un levantamiento de piedras en Muskiz, en Bizkaia; luego cogí el camión y me fui a Madrid, después de parar en un área de servicio a cambiarme de ropa y echarme colonia, para grabar en Prado del Rey un programa con animales que hacía Consuelo Berlanga, Waku-Waku. Estaban José Luis López Vázquez, las hermanas Hurtado y ya sabes, el morrosko vasco, que era yo. Grabé, me despedí y me fui a Salamanca, al ferial de ganado de los lunes. Allí compré 50 terneros, los cargamos al camión, me despido de los tratantes, me cambio de ropa, me echo colonia y vuelvo a Madrid. Y en Antena 3 grabo una tertulia que tenía Andrés Aberasturi. Me despido y sin desmaquillarme me vuelvo a Leitza en el camión. Y el lunes por la noche, a grabar en Euskal Telebista un programa de debate. Y el martes, a la carnicería otra vez. He vivido un poquito atropellau”.
Todo cambió cuando sonó el teléfono en casa de los Perurena. Ya nada iba a tener vuelta atrás. “Un día me llaman de la ETB y me dicen ‘Oye, Iñaki, ¿ya te atreverías a hacer de actor en la serie Goenkale?’. Y les contesté: ‘¿Ya os atreveríais vosotros a cogerme a mí de actor?”. Estuvo 19 años haciendo su personaje. “Un día iba a Martutene a llevar tres terneros, pero había atasco, y luego tenía que ir pitando a grabar un capítulo a la ETB, así que me di la vuelta y con el camión y los terneros me fui directo a Miramón (sede de los estudios de ETB en San Sebastián). Me estaban maquillando y viene uno muy apurado y me dice ‘Oye, Iñaki, me parece que ese camión tuyo se mueve’. Y le digo: ‘¡Cómo no se va a mover!”.
Un caserío imponente preside la campa donde conviven vestigios y homenajes a la prehistoria: menhires, crómlech, túmulos y hachas neolíticas que el visitante contempla invadido por cierta sensación de atemporalidad y melancolía. “Es que a los vascos nos engancha demasiado la melancolía”. Es este un show rural de esencia y memoria que Iñaki Perurena denomina “el caminar del ser humano”.
Pensó que, ya que la piedra le había dado tanto, había de corresponderle. Él mismo construyó, con la ayuda de su hijo, todas las esculturas. “No teníamos medios ni herramientas, solo el tractor del caserío. Me metía en la pala del tractor y mi hijo me elevaba para poder acabar la escultura y eso. Y esa fue la aventura”.
En Semana Santa de 2010 los dos empezaron a abrir al público sábados y domingos. Nunca hubo un museo al aire libre a la vez tan desconocido y conmovedor. “Yo soy carnicero. Y aquí me está ayudando mucho mi hija con las visitas pero claro, la gente quiere que esté Iñaki Perurena, yo lo entiendo. Pero coño, yo quiero hacer otras cosas, quiero hacer esculturas, estar con los amigos… así que estoy concentrando las visitas los sábados por la mañana”. El futuro de Peru-Harri no está claro. “Mientras pueda, seguiré. Esto lo hice yo, con el dinero de mi bolsillo, sin pedir una sola ayuda a nadie, porque como me dijo mi mujer: si pones simbologías luego te crea ataduras”.
Él mismo acondicionó un camino de cabras. Lo hizo transitable y pintó sobre sus piedras 40 personajes de la mitología vasca, desde Basajaun hasta Akelarre pasando por Olentzero, El Gentil, la Mari, el Señor del Bosque, Zezengorri, las lamias (criaturas del río) y las sorgiñak (las brujas). Perurena muestra a los visitantes un vídeo que explica la historia de cómo los deportes rurales vascos proceden del mundo del trabajo –el levantamiento de piedras viene del trabajo en las canteras; el corte de troncos, del trabajo en los bosques…-. Luego, acciona la catapulta gigante que dispara un pedrusco de 20 kilos a más de 100 metros. Después les enseña una galería fotográfica de los colosos vascos que levantaron y levantan la piedra, los Izeta, los Ostolaza, los Lopetegui (padre y tío de Julen Lopetegui, el seleccionador nacional de fútbol)… Y les muestra las piedras que él mismo levantó, incluida la cúbica de 320 kilos con la que en 1990 batió el récord mundial (posteriormente, en 1999, levantaría 1.700 veces la de 100 kilos en nueve horas, es decir, 170.000 kilos). Si algún visitante de Gorritinea se anima, él le invita a que intente levantar alguna de las piedras esféricas que exhibe en el museo. Apenas unos pocos pueden moverlas. Imaginémonos levantarlas… Eso es para los forzudos mitológicos. O reales. Como Iñaki Perurena. Que sigue en sus trece. Harri, herri, mito. Piedra, pueblo, mito.
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