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Salvar los océanos a ritmo de ‘dj’

Una fiesta en Ibiza con la música y el arte como protagonistas conciencia sobre el grave estado de salud de los mares

DJ Solomun pincha la noche del jueves en el final de fiesta Oceanic por Ibiza.
DJ Solomun pincha la noche del jueves en el final de fiesta Oceanic por Ibiza. Andrés Iglesias
Rut de las Heras Bretín

Los ingleses, a San Antonio; Santa Eulalia es tranquilo y familiar; los italianos, en la isla vecina, Formentera: en Ibiza hay muchas Ibizas, incluso falta alguna. Por ejemplo, ese lugar que conoció Manu San Félix, biólogo marino y colaborador de National Geographic, hace 25 años, cuando llegó y del que tiene una referencia personal —no necesita que nadie se lo cuente porque tiene en su haber entre 4.000 o 5.000 inmersiones—. Sus recuerdos son un registro del deterioro del patrimonio natural subacuático (no solo español): "Antes veías congrios, meros, tiburones (la especie Squallus aqantias), centollos (eran una plaga) , la foca monje... Ahora, estamos agotando el Mediterráneo". Extiende esta teoría a todos los océanos: "Los tratamos como si fueran una cuenta bancaria de la que todo el mundo saca y nadie ingresa". Asegura que se vive de espaldas al mar y "cuando se le mira, solo se ve la superficie".

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Y en la superficie se quedan las ayudas económicas que se necesitan para la protección de los océanos. "Un 98% de las donaciones está destinado a paliar los problemas de conservación de la naturaleza terrestre y solo un 2%, a la marina", según Susan Rockefeller, directiva de Oceana —organización dedicada a esta labor—. Todos estos asuntos sobre la salud del planeta en el que vivimos y del que nos nutrimos invadieron el jueves un hotel del interior ibicenco, donde la fauna marina se mezclaba con la isleña veraniega, la de la Ibiza que más trasciende, esos que duplican la población en verano. En 2016 ningún día de julio o agosto bajó de las 300.000 personas cuando el resto del año la isla no llega a los 150.000 habitantes.

La celebración de la cita Oceanic por Ibiza fusionó el interior de la isla con criaturas marinas mutantes hechas con plástico; artistas que usan este material que lo está invadiendo todo para sus instalaciones; performances con esculturas; barbacoas con DJ; música electrónica con el directo de una guitarra, todo, vivido desde una cama balinesa y acompañado por sushi tanto por participantes que bien podrían salir de cualquier catálogo de moda como por familias con niños. Un maremágnum ideado por la activista Lea d'Auriol —fundadora de la ONG Oceanic, que aprovecha el arte, la música y la tecnología para educar sobre los problemas que afectan a los océanos y proporcionarles soluciones para impulsar un cambio positivo—, en el que colabora Naciones Unidas, cuyo objetivo es acercar la grave situación en la que se encuentran las aguas del planeta a un público menos concienciado con el problema. Para ello, "el arte es el lenguaje perfecto, la creatividad llega a todos, e Ibiza el lugar ideal, donde en verano confluye todo tipo de públicos", considera D'Auriol. Aunque esta solo es la primera cita, en el futuro quiere exportar la idea a Hong Kong y a Nueva York.

'Performance' titulada 'La isla de la basura', vestuario realizado con residuos plásticos.
'Performance' titulada 'La isla de la basura', vestuario realizado con residuos plásticos.Andrés Iglesias

Si bien el plástico que invade cada gota de agua del mar —San Félix asegura que no hay muestra que se coja en la que no se detecten microplásticos (fragmentos inapreciables)— fue lo que envolvió el evento-concienciación que terminó con DJ Solomun haciendo bailar a todos los asistentes (muchos tomando sus bebidas en vasos de plástico —craso error, disonante con el mensaje—), para especialistas como San Félix o Rockefeller este todavía no es el mayor problema del océano. Sí lo es la sobrepesca, la cantidad de especies que en un periodo muy corto de años ha disminuido peligrosamente su número. Ambos mantienen un resquicio de esperanza. "Estamos a tiempo de actuar, pero tenemos poco tiempo para seguir diciendo que estamos a tiempo", sostiene San Félix.

En esa actuación es en la que trabaja D'Auriol, en la concienciación, en la implicación de pequeños colectivos. Su objetivo no es llegar a los Gobiernos, le interesan las personas, las acciones que cada uno puede incorporar a su vida para que, por ejemplo, el plástico, cuya presencia ya es seis veces mayor en los océanos que la vida marina, disminuya del medioambiente donde tarda décadas, incluso siglos en desaparecer. D'Auriol señala que se gastan 500 millones de pajitas diarias en el mundo. ¿De verdad son necesarias? Ella da a elegir: "¿Quieres ser parte del problema o de la solución?".

Dos niñas en la fiesta celebrada en Ibiza este jueves para concienciar de la pésima salud de los océanos.
Dos niñas en la fiesta celebrada en Ibiza este jueves para concienciar de la pésima salud de los océanos. Andrés Iglesias
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