Niños aporreando instrumentos durante un concierto pop

Lleven a los niños. Permitan que los niños lleven a su vez instrumentos; si no saben tocarlos da igual, que porten objetos que puedan aporrear. Que suenen. Lo pide animosamente Shuarma (Barcelona, 1972), líder de la renacida banda Elefantes, que este sábado regresa a la sala Galileo en Madrid para un concierto dentro del ciclo de los Matinales de EL PAÍS. Música en vivo a la hora del aperitivo para que la generación que los conoció en sus principios, allá por mediados de los noventa, pueda acudir a verlos ahora con sus hijos. Promete que será una experiencia distinta, un diálogo, que los que están sobre la tarima también escucharán y repartirán para los menores papeles con sus letras impresas. "Si algo tiene la música es que es una forma de ponerte en contacto con tus emociones profundas. Esta es una oportunidad no solo para compartir canciones y los sentimientos que provocan con los tuyos sino para que los adultos despertemos al niño olvidado".

Se separaron en 2006, en un momento que Shuarma recuerda como tal vez el más boyante en términos de éxito, porque temieron que lo único que empujara su afán fuera la inercia. No querían hacer algo de lo que no fueran a sentirse orgullosos y no tenían ese convencimiento. Pero ahora —y ahora quiere decir desde que se reunificaron en 2013— vuelven "a vibrar en la misma sintonía". Viven en efervescencia creativa. Tanto que a apenas horas del concierto Shuarma se encuentra en el estudio terminando de grabar un disco nuevo y responde al teléfono en un descanso, sin salir de allí. "Estamos en el período de mezclas y prefiero ser cauto y no adelantar nada". Y no cae en ningún descuido, ni siquiera desliza el título de alguna de las canciones de ese nuevo álbum.

Será el tercero en cuatro años, después de que a principios de 2016 publicaran Nueve canciones de amor y una de esperanza (Warner), un trabajo musicalmente sencillo y optimista, con un tipo de enamoramiento sin sombras como protagonista temático absoluto. Hay en él una versión de un tema de José Luis Perales, Te quiero, que interpretan con el acompañamiento de Sidonie y Love of Lesbian y para cuyo videoclip contaron con un cameo del propio Perales. Y también reapareció Enrique Bunbury. El que les produjera su trabajo más conocido en el 2000, Azul, canta a dúo con Shuarma un tema titulado Duele.

No han cambiado. Dice Shuarma que los integrantes del grupo son esencialmente iguales 23 años después: cuatro tipos queriendo expresarse a través de la música; que su profesión es idéntica por muchos cambios o vapuleos que haya sufrido la industria: él se sienta a componer canciones que luego trata de hacer llegar al mayor número posible de gente. En la carretera, girando, antes cuando se vendían cedes y ahora que ya nadie los compra; y por supuesto aprovechándose también de los canales de distribución que surgen en Internet. "Ahora quien así lo desee tiene las herramientas para grabar él solo un disco y tratar de darse a conocer, y eso no existía antes, pero lo único que no puede sustituirse es el impulso que lleva a alguien a expresarse mediante cualquier manifestación artística". Y eso no cree que lo vayan a perder.