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¿El Oscar para un videojuego?

El tráiler de 11 minutos de 'Everything' gana el certamen de cortos de Viena y se acerca al máximo galardón del cine

Imagen del videojuego 'Everything', de David O´Reilly.
Imagen del videojuego 'Everything', de David O´Reilly.Double Fine Productions

Si alguna vez ha sentido, como Santa Teresa de Jesús, que el cuerpo se le quedaba pequeño, y sueña con fundirse con un caballo, un árbol o una galaxia, Everything es su videojuego. Y, para algunos, también una película. La creación de David O´Reilly, casi un ejercicio filosófico en el que el jugador puede convertirse a placer en cualquier cosa de su alrededor — como indica su nombre— podría convertirse en el primer juego en ganar un Oscar. Por el momento, su tráiler de 11 minutos ya es elegible para la categoría de mejor corto de animación por haber ganado, el pasado 6 de junio, el premio del jurado del Festival de Cortometrajes Independientes de Viena (VIS Vienna Shorts, por su nombre en inglés), que destacó sus cualidades “poéticas y filosóficas”.

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“Soy un filósofo y un místico, y también un idiota”, se autodefine O´Reilly, que asegura que el proyecto surgió de “una idea muy simple de ser las cosas que hay alrededor, viendo el mundo desde diferentes puntos de vista, y de una representación del Universo como una disposición de cosas de acuerdo a diferentes patrones”. El cineasta y artista irlandés (Kilkenny, 1985), director del corto The External World (2010) y de un capítulo de la serie animada Hora de Aventuras, está “feliz” por la posibilidad de que su creación pueda ser nominada a los Oscar 2018, pero no alberga muchas esperanzas: “Quizá sea mejor que una muy, muy horrible película de animación”, bromea el padre de otros videojuegos inusuales como Mountain —donde el jugador vive en primera persona la experiencia de ser una montaña—, así como de los juegos ficticios que aparecen en la película Her, de Spike Jonze, y del niño-alien con el que juega Joaquin Phoenix en el filme.

En Everything usted puede ser un oso que corretea por la pradera hasta que se canse y decida convertirse en esa brizna de hierba a sus pies. Y crecer, multiplicarse, hasta que su ánima decida dar el salto a una mariquita. O, más allá, al abismo microscópico de las bacterias, las células, las moléculas…Si se aburre de lo minúsculo siempre puede reducir el zoom y ser, por ejemplo, una isla que emerge del océano. O alejarse más aún y sentir como un planeta, derramar su energía en un ramillete de galaxias…Y seguir siendo usted. O un gran "nosotros". Porque todo está conectado. “Yo lo llamo Todo, Naturaleza o Dios, dependiendo de quién me pregunte”, sentencia O'Reilly, que ha diseñado una experiencia inmersiva gracias una narración basada en textos de filósofos como Schopenhauer, Séneca, Emerson y en la voz del orientalista Alan Watts. “Desde hace años soy fan de la manera de Watts de hablar sobre la vida. Grabó cientos de horas de material de audio, así que investigué su archivo y encontré conferencias relacionadas con los conceptos del juego”.

El juego reclama, según el jurado del VIS Vienna Shorts, "disolver nuestro ego y adoptar una nueva perspectiva del mundo”, algo que va en contra del espíritu individualista y competitivo de la mayor parte de películas, libros y videojuegos actuales. “Creo que necesitamos una cultura popular y otra que sea un antídoto contra ella”, opina O'Reilly, que piensa que su obra solo ayudará a los que ya estén predispuestos a ese tipo de mensaje. “No tengo ningún problema con los egos y el juego no defiende el tener uno pequeño. Creo que necesitamos los grandes y los pequeños. No hay nada que no tenga ego”, aclara el artista radicado en Los Angeles (EE UU), que si vería “interesante” el efecto del videojuego sobre políticos y financieros de Wall Street que se crean el ombligo del mundo.

Imagen del universo microscópico en 'Everything'.
Imagen del universo microscópico en 'Everything'.Double Fine Productions

Lejos de volver a la carga con un nuevo proyecto, O'Reilly seguirá, por el momento, un plan más acorde con el espíritu de Everything. Ya sea en sentido literal o figurado: “Voy a desaparecer por un tiempo”.

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