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arte / proyectos

TEOR/éTica: arriba lo local

Es un centro de pensamiento, de producción, de exposiciones y un referente global entre los espacios independientes de Latinoamérica

Muestra de Patricia Belli en TEOR/éTica.
Muestra de Patricia Belli en TEOR/éTica.

Significa teoría, estética y ética y es uno de los espacios independientes más longevos que existe en Latinoamérica. TEOR/éTica fue fundado en 1999 por Virginia Pérez-Ratton, una artista y comisaria realmente comprometida con la reflexión y la construcción de un debate crítico a través de la cultura y el arte. Ella venía ya de dirigir el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) en San José, Costa Rica, que fue el primer museo de este tipo en América Central. La fundación de TEOR/éTica respondía a la necesidad de trabajar con un modelo más dinámico, flexible, que pudiera dialogar de manera más rápida y efectiva con el contexto sin depender de las burocracias administrativas estatales. Tras la muerte de su fundadora y una breve pausa durante el 2011, el espacio reabrió sus puertas con un equipo de trabajo nuevo, y con Inti Guerrero como director artístico, hoy comisario adjunto en la Tate Modern, y Dominique Ratton como directora interina. Ambos sentaron las bases de lo que este proyecto es hoy: una referencia internacional.

Con la entrada de Miguel A. López como comisario jefe, en 2015, el proyecto dio un paso más. Empezó a trabajar con Gabriela Sáez-Shelby, la directora, y un equipo de nueve personas con el objetivo originario: apoyar la investigación, el estudio y la difusión de prácticas artísticas de América Central y el Caribe, en diálogo con las realidades globales. También, propiciar nuevas maneras de pensar y de pensarse críticamente.

Ubicados en una antigua casa en el Barrio Amón, en este espacio se trabaja en cuatro áreas: exposiciones, apoyo a la promoción y documentación de artistas centroamericanos, un proyecto editorial con más de cuarenta publicaciones y la organización de charlas y simposios con invitados internacionales. Aunque no hay nada clásico aquí, donde se lo cuestionan absolutamente todo: desde la importancia de las exposiciones hasta llevarlas “a la huelga”, dice, al liderazgo de los roles de director o comisario. “Queremos sacudir esa dimensión de autoridad legitimadora de la cual TEOR/éTica está inevitablemente revestida. No queremos ser vistos como un espacio que sirve para construir carreras artísticas individuales sino como un lugar donde podemos discutir los problemas de una colectividad”, explica. Abrir la ventana para que corra el aire y las ideas.

Exterior de la sede de TEOR/éTica.
Exterior de la sede de TEOR/éTica.

¿A qué necesidades responde un proyecto como TEOR/éTica? ¿Son las mismas con las que empezó?

Creo que cuando nació respondió a múltiples necesidades. Por un lado, la necesidad del contexto local de encontrar un espacio dedicado al pensamiento y la producción teórica y editorial, y que al mismo tiempo permitiera experimentar y correr riesgos en torno a las prácticas artísticas que exhibiera. Virginia fue muy cercana a los artistas y eso generó un acompañamiento que permitió que muchas obras pudieran convertirse en termómetros críticos de la realidad social y que entablaran conversaciones con realidades del mundo. Creo también que TEOR/éTica respondió a una forma particular de configuración de la cultura latinoamericana que en los años noventa buscó formas de forma parte críticamente del contexto global. En esos años se produjeron ensayos, libros y exposiciones que cuestionaron cierta mirada exótica que estaba siendo proyectada sobre América Latina desde algunos discursos de Estados Unidos y Europa. Pero dentro de esas batallas Centroamérica estaba desaparecida. Es frente a esa invisibilidad naturalizada que permitía hablar de América Latina pero sin tomar en consideración los países geográficamente ubicados entre México y Colombia donde TEOR/éTica operó, construyendo un posicionamiento afirmativo de cómo el contexto permitía colocar otro tipo de preguntas a ese debate, a incluso imaginar otros modos de globalidad.

¿Cómo se financia?

TEOR/éTica se financia parcialmente a través del apoyo de la familia de Virginia Pérez-Ratton, quienes consideraron que una manera de fortalecer el legado y el compromiso de ella, tras su muerte en 2010, era dándole continuidad a la institución que fundó. Gracias a ellos tenemos en préstamo dos casas donde trabajamos y la familia ayuda también a cubrir los gastos básicos de funcionamiento y de pago del personal. Para realizar nuestras actividades (exposiciones, becas, publicaciones, investigación, etc.) estamos constantemente buscando apoyos específicos, aplicando a becas o entablando alianzas con fundaciones o instituciones diversa. Toda esta búsqueda es internacional porque en Costa Rica no existen incentivos públicos ni fondos concursables estatales para el arte contemporáneo.

¿TEOR/éTica es una institución?

Somos una institución independiente sin fines de lucro que tiene la ventaja de poder definir sus propios modos de trabajo. De hecho, en los últimos dos años hemos entrado en un proceso de experimentación que intenta convertir la estructura vertical de autoridad hacia un modelo colectivo, donde la toma decisiones pero también la administración de los tiempos y recursos son colaborativos. Eso implica cuestionar las figuras tradicionales de poder como director o curador para empezar a pensar posiciones más fluidas donde los roles cambian y las tareas son compartidas. Ese proceso, que es también un efecto de nuestro involucramiento en Arts Collaboratory (un ecosistema de más de 25 organizaciones alrededor del mundo), ha permitido que las personas que son parte de TEOR/éTica puedan volver a imaginar sus propias funciones en relación a sus deseos e inquietudes. Es importante considerar que somos una generación distinta a la que puso en marcha la institución en 1999, queremos continuar su legado crítico pero al mismo tiempo redefinir sus alcances y el significado que puede tener hoy.

Miguel A. López, comisario jefe de TEOR/éTica.
Miguel A. López, comisario jefe de TEOR/éTica.

¿Y eso qué significa en términos prácticos?

Una de las primeras decisiones importantes en ese proceso fue observar que había dinámicas dentro de TEOR/éTica que hacían imposible un cambio en el uso de los tiempo y el espacio. Una de ellas era la organización de exposiciones, que se había mantenido como una constante desde 1999. El tiempo que demanda producir una exposición es enorme y vimos que eso nos tenía funcionando como una fábrica, sin respiro, y además hacía que toda la programación estuviera prevista con demasiada antelación, lo cual significaba no teníamos lugar para la espontaneidad. Decidimos hacer entonces una “huelga de exposiciones” desde febrero, cuando desmontamos la última exposición. Ahora tenemos las salas vacías y estamos ya imaginando otros usos para ellas. Era importante tener esas salas vacías por un tiempo largo, tras 18 años de haber servido para mostrar arte contemporáneo. Eso implicaba también preguntarnos cuál es el rol de las exposiciones en el presente, qué tipo de posibilidades de conversación proponen en relación con otro tipo de gramáticas o dinámicas de vida. Actualmente, lo que nos interesa es pensar también cómo poder ser más permeables y receptivos a iniciativas que no partan necesariamente de nosotros.

¿Cuáles son las nuevas formas de producción cultural? ¿Qué significa producir?

Esa es otra pregunta que nos estamos haciendo. Un aspecto importante de este cuestionamiento institucional tiene que ver precisamente con dejar de pensar que es la institución la que tiene que dar lecciones al resto. De hecho, decimos que es necesario reconocer que, muchas de las instituciones no saben lo que hacen. Y creo que más que enseñar, lo que nos toca es aprender. Y aprender implica escuchar, poder ver lo que otras iniciativas están haciendo, sentir qué luchas sociales se están librando y pensar cómo poder participar en ellas. A eso me refería también con ser más permeables. Creo que esa es una ventaja de la escala de TEOR/éTica a medio a camino entre un museo y un pequeño espacio independiente, lo cual nos permite generar distintos niveles de colaboración y de intercambio, ya sea con universidad, museos grandes o instituciones bien establecidas, pero también con colectivos u organizaciones no formales (grupos feministas, colectivos de arquitectura, organizaciones de trabajadoras sexuales, entre muchos otros). Quizás la producción cultural que necesitamos pasa por establecer líneas transversales de complicidad entre múltiples agentes, formales y no formales, para poder fortalecer los modos de construcción de la esfera pública.

¿Están trabajando en algún ejemplo concreto?

Ahora mismo, por ejemplo, estamos colaborando con el Frente por los Derechos Igualitarios en la organización de un experimento de documentación y archivo sobre la historia de las luchas LGTBI en Costa Rica. Va a ser la primera presentación de un conjunto de materiales y representaciones de este tipo en el país, que intenta pensar cómo se han transformado el lenguaje y las gramáticas visuales de la lucha a lo largo de la última mitad del siglo XX. La iniciativa surge a partir del contacto que tenemos con activistas, grupos feministas e investigadores, que han participado en actividades de TEOR/éTica. Ellos, al igual que nosotros, se preguntan de qué forma las representaciones pueden permitirnos volver a imaginar el proyecto democrático. Estas conversaciones con ellos de forma orgánica han dado lugar a este proyecto que va a presentar numerosas entrevistas, material fotográfico de marchas, documentación periodística, entre otros materiales que provienen de archivos de activistas y personas implicadas en la lucha, lo cual también es una pregunta sobre cómo continuar en la tarea de construir este archivo público.

¿Cómo trabajan la idea de contexto local e internacional?

Estamos en un proceso de redefinir qué es lo local y lo internacional para nosotros. De hecho, nos dimos cuenta era que TEOR/éTica venía trabajando sin plantearse seriamente la pregunta sobre qué significaba estar en el barrio donde reside (Barrio Amón). Es decir, TEOR/éTica concita a personas de muchos lugares de la ciudad pero no tiene relación con sus vecinos directos, no sabemos quienes son así como ellos deben mirar con extrañeza los públicos diversos que suelen agolparse fuera de la casa cada vez que hay alguna actividad. Así este año se puso en marcha el proyecto UPE!, una iniciativa de Paula Piedra en colaboración con Semillas, un grupo interdisciplinario que promueve la arquitectura social comunitaria y la co-gestión de espacios a través de procesos participativos. Se les ha invitado a ocupar el espacio de TEOR/éTica como una oficina de trabajo y que esa convivencia nos permita pensar también la forma en que nos involucramos en el barrio en el cual habitamos.

Publicaciones de TEOR/éTica.
Publicaciones de TEOR/éTica.

¿Es ese dilema algo global?

Creo que esa idea de lo local y lo internacional se ha reformulado también a varias otras escalas. Si en los años 90 y 2000 parecía importante inscribirse y disputar la memoria de los contextos locales a través de participar de los espacios ofrecidos por las metrópolis del arte (en Europa y Estados Unidos), hoy, en cambio, la tarea debería ser construir infraestructura local y formas de micro-globalidad que aspiren a reformular el rumbo de las narrativas internacionales desde sus propias geografías. Para nosotros es más importante poder producir una exposición o un proyecto en Costa Rica que pueda viajar a Nicaragua o a Guatemala, nuestros vecinos inmediatos, que llevarlo a Berlín o a París. Hay proyectos que no podrían realizarse si no tuvieran el apoyo de dos o más instituciones involucradas, o donde el apoyo permite señalar formas de aprendizaje local de cómo poder llevar adelante iniciativas series de investigación crítica. Por ejemplo, hemos empezado un proyecto de revisión histórica de artista mujeres en América Central, que inauguramos con una revisión de treinta años de la obra de la artista nicaragüense Patricia Belli (1986-2016), que viene acompañado de un generoso libro de casi 300 páginas con ensayos, muchas ilustraciones, documentación y el trabajo literario de Belli. La tarea de construcción de infraestructura pasa por fortalecer canales de intercambio entre las instituciones de los países cercanos, lo que el comisario Gustavo Buntinx llama “el empoderamiento de lo local”, que permita revitalizar nuestras propias comunidades y diversifique la experiencia artística. En ese sentido, nuestro compromiso, antes que exportar proyectos a Europa, es ensanchar y atender críticamente nuestra propia agenda de preocupaciones.

¿Sobre qué líneas de investigación trabajan?

No quisiera decir que tenemos líneas de investigación ya predefinidas; por el contrario, las preocupaciones van cambiando a medida que vamos trabajando. Creo que algo que está siempre presente es la pregunta sobre cómo el arte participa en la vida pública, cómo es capaz de cristalizar interrogantes que escapan a otros modos de construcción de conocimiento, cómo la estética propone alternativas a nuestro presente, cómo incluso puede anticipar o presagiar el tiempo que viene. Ya en términos pragmáticos, algo que ha caracterizado a TEOR/éTica desde su fundación en 1999, y que hemos reactivado desde al año pasado, es el programa editorial, que ha albergado todo tipo de libros: catálogos, libros de conferencias, publicaciones de investigación, entre otros.

También tienen una revista digital, Buchaca, coeditada por Malavasi y Daniela Morales en torno a las actividades que han tenido lugar en nuestro espacio y dinámicas afines.

Sí, y hemos lanzado, además, la serie Escrituras Locales. Posiciones críticas desde América Central, el Caribe y sus diásporas, que consiste en una serie de varios libros bilingües que compilan textos clave del pensamiento crítico centroamericano y caribeño. En 2016 publicamos dos libros que reúnen los ensayos de la comisaria cubano-costarricense Tamara Díaz Bringas y de la crítica panameña Adrienne Samos. Actualmente estamos preparando libros de la comisaria guatemalteca Rosina Cazali, la historiadora del arte puertorriqueña Mari Carmen Ramírez y el artista y escritor Raúl Quintanilla, y en las siguientes ediciones nos vamos a expandir hacia críticos, curadores y pensadores del Caribe. La intención es hacer accesible un conjunto de materiales que fueron decisivos para la construcción de las escenas del arte en la región, y pensar como esos discursos reorganizan las narrativas del arte. Creo que es también un intento de señalar como gran parte del llamado discurso latinoamericano se ha sostenido sobre la invisibilidad de una región que ha producido formas arriesgadas de producción artística y discurso crítica pero que muy pocos conocen fuera de América Central y el Caribe. Queremos ayudar a reescribir las varias historias del arte y a cambiar aún más el lenguaje y los términos de esa discusión.

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