El neurorradiólogo que escribe por las tardes
Julio Castedo, guionista y autor de la novela 'El jugador de ajedrez', defiende su pasión por la literatura como un ocio compulsivo
"No entendería una cosa sin al otra", apunta. E insiste en que no puede dejar ninguna de las dos. Julio Castedo (Madrid, 1964) lleva años compaginando dos carreras. Y ha encontrado su punto de equilibrio. Por las mañanas, este licenciado en Medicina se dedica a la neurorradiología. Por las tardes, a la literatura. No le va nada mal en ninguna de las dos facetas. Ya ha acabado su quinta novela y atrás han quedado El jugador de ajedrez, Apología de Venus, El fotógrafo de cadáveres y Redención. Además, ha luchado por sacar adelante El jugador de ajedrez en el cine, junto a su socio Juan Antonio Casado. El proyecto ha pasado durante años de mano en mano, cuando Casado y Castedo buscaban el director adecuado. El libreto lo leyeron, entre otros, Imanol Uribe, Mario Camus o José Luis Cuerda. Finalmente, lo ha producido Tornasol -Castedo y Casado también han entrado en la producción- y lo ha dirigido Luis Oliveros. Castedo habla de un largo camino "agridulce", que le ha hecho "aprender mucho de la industria del cine en este periplo", un arte que siempre le ha interesado mucho (entre otros libros tiene publicado Las cien mejores películas del siglo XX).
El caso de este neurorradiólogo de mañana y escritor de tarde podría parecerse al de otros literatos aficionados si no fuera por tres elementos: la calidad de sus novelas, que cada una está escrita de forma muy distinta y en ambientes opuestos y que ahora pertenece a la editorial Planeta. Y ninguna tiene ni una remota aproximación a la medicina. "Eso ya lo hago por la mañana. Para mí escribir es un disfrute, un ocio casi compuslivo. Así que ¿por qué repetirme? Cambio de atmósferas, de estilos. No me meto dos veces en el mismo charco".
El jugador de ajedrez -la historia de un campeón de este deporte durante la II República Española, un hombre apolítico que sufrirá en sus carnes el horror del franquismo y del París ocupada por los nazis- está narrada en primera persona por su protagonista, Diego Padilla. En Apología de Venus describe el drama de una mujer, una especie de Madame Bovary, completamente inane que lucha por recuperar su alma. En El fotógrafo de cadáveres describe la amistad entre un retratista de muertos de la alta burguesía del Imperio austrohúngaro y un soldado durante la I Guerra Mundial. Y Redención Castedo recurre al esquema clásico de thriller -también en primera persona- en el que un antiguo policía, ahora trabajador de una agencia de seguros, intenta resolver la desaparición de una chica. "Como puedes ver, nada se parece entre sí", subraya.
En El jugador de ajedrez - la primera novela que redactó, aunque la segunda en ser editada- el escritor buscó ahondar en un pensamiento central: "Si la inteligencia puede superar un medio hostil". En Redención se centró en una vieja idea para un relato: "Dos hermanos adolescentes que huyen del mundo sentados en una vieja autopista abandonada donde fantasean con que pueda pasar un coche a toda velocidad. Cuando empecé a dar forma al cuento vi que en las motivaciones familiares de los protagonistas había potencial para ir más lejos". Como en todos sus libros, a Castedo le preocupa "acertar con la estructura". Por ese trabajo, desde el inicio, tuvo una escaleta de El jugador de ajedrez, "antes incluso de saber cómo se escribían los guiones", a la espera de su posterior desarrollo cinematográfico.
¿Habrá alguna vez una incursión del Castedo literato en el mundo del Castedo médico? "No, pero sí creo que en algún momento sí he sentido que la medicina ha enriquecido los sentimientos que he contado. Que algo del dolor que he visto está ahí".
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