Los porqués de un fracaso
Lluís Bassets traza un atrevido ensayo sobre la incapacidad de los gobernantes catalanes y españoles para encauzar la enquistada cuestión catalana
Se supone que el libro de un periodista explicará bien qué ha sucedido, la primera de las cinco incógnitas en forma de w inglesa (qué, quién, cuándo, dónde, por qué) que constituyen el alfabeto de nuestro oficio. Pero si logra dar respuesta satisfactoria a las cinco —sobre todo a los porqués—, entonces estamos ante un texto magnífico. Este es el caso del libro de Lluís Bassets, Lecciones españolas, forjado durante cuatro años, sobre el doble fracaso, de los gobernantes catalanes y españoles, en hallar un cauce constructivo para la enquistada cuestión catalana que ha conducido a una doble frustración, la “de la España unitaria” y la de “la Cataluña independiente”. Porque el cuatrienio ha estado, sí, salpicado de eventos, proclamas y programas, al ritmo de ocho convocatorias a las urnas, pero al cabo “nada se ha movido” en lo sustancial.
Las conclusiones del director de la edición catalana de EL PAÍS quizá algún día llegarán a ser canónicas. Pero de momento son atrevidas (en el ágora catalana), sorprendentes (en la española), minoritarias (entre los creadores de opinión) y sugestivas (al incorporar cuantioso trabajo personal). Su tesis central estriba en que el independentismo de nuevo cuño, pese a sus logros de movilización, ha cosechado resultados tan cercanos a cero que ha acabado cambiando de naturaleza. Ha culminado convirtiendo el llamado procés en procesismo, una suerte de momificación o ensimismamiento que solo persigue automantenerse tras su comprobación de que alcanzar su objetivo final (el Estado catalán independiente) se ha revelado imposible.
El procesismo se desencadena mediante la continua “dilación” del proceso (soberanista) a hitos que nunca llegan. Se autoexplica como “una proyección de la voluntad” de tanta gente, que suscita el espejismo de ser una necesidad perentoria y de que el error colectivo sea imposible. Es pues un “determinismo” que se nutre de un “largo aliento”, de la ignorancia del largo plazo y de un “sentido de inminencia”. Constituye la “fase superior del proceso” y se quintaesencia en hacer que este “siga vivo aunque esté muerto”. El reto mágico consistirá en encontrar un Gobierno y un president “independentistas para gestionar la autonomía sin matar el proceso: nada más”.
Esta culminación en marcha de la revolución de las sonrisas no surge como por ensalmo, sino que se debe a una muy densa serie de concausas. La principal es la intencionada confusión sobre el pretendido mandato: el de “la calle”, que no puede sino seguirse; o el “mandato electoral” de las distintas convocatorias, en su interpretación torticera, que convierte una amplísima minoría secesionista (47,8% en la convocatoria “plebiscitaria” del 27-S de 2015) en inexistente mayoría de votos, en mayoría social inventada.
A este mandato fraudulento se le añaden otras causas: el fracaso en la internacionalización del asunto; la llamada a la desobediencia civil y la vulneración de la ley democrática; y la angustia por que se esté acabando la “ventana de oportunidad” que supuso la crisis económica y su gestión. A su compás, un nuevo catalanismo —moderado y reformista— se va fraguando con mucha agitación y escasa reflexión estratégica, despreciando los logros conseguidos por Cataluña y España desde la Transición. Pero no todo es pesimismo. Contra él, Bassets reivindica las reformas (primero la constitucional), el aumento del autogobierno y la tabla de salvación última de los catalanes: Europa.
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Autor: Lluís Bassets.
Editorial: ED Libros (2017).
Formato: tapa blanda (336 páginas).
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