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La villa de ‘El Gatopardo’ languidece por el abandono

Varias asociaciones por la protección del patrimonio italiano denuncian las condiciones críticas del edificio que inspiró la novela de Tomasi di Lampedusa

Vista de Villa Lampedusa.
Vista de Villa Lampedusa.ITALIA NOSTRA

Como en la ficción, pero al revés. Uno de los legados más célebres de El Gatopardo, novela cumbre de Tomasi di Lampedusa, llevada al cine con una celebrada adaptación por Luchino Visconti, es aquel lema que hizo célebre el joven Tancredi: “Si queremos que todo siga igual, hace falta que todo cambie”. Pues bien, a la villa del siglo XVIII que fue residencia de la familia del escritor, y que inspiró su obra, parece haberle pasado justo lo contrario: durante años casi nada ha cambiado, pero todo se está modificando. Porque el tiempo real no es tan mágico como el de cine y literatura: avanza imparable y trae consigo el deterioro. Y el edificio de San Lorenzo ai Colli (cerca de Palermo), construido en la época de Fernando I de las Dos Sicilias, lo está descubriendo sobre su piel.

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“Tras una atenta exploración emerge, de manera trágica e innegable, que Villa Lampedusa languidece en un estado grave de abandono y dejadez”, denunció ayer viernes Italia Nostra, organismo parecido a Hispania Nostra, es decir, una organización sin ánimo de lucro volcada en la salvaguarda y protección del patrimonio. Y justo pocos días antes otras asociaciones locales –el comité por el centro histórico de Palermo, entre otras- también habían señalado, con un documento conjunto, “el riesgo de derrumbes y el peligro para la incolumidad pública”.

He aquí una de las claves de la polémica. Ambas denuncias hacen hincapié en que, por más que la villa haya recibido varios retoques en algunos espacios secundarios –las llamadas “pertinenze rurali”, nunca se llevó a cabo una “intervención de restauración para la conservación” del edificio, según Italia Nostra. Justo lo que sus dueños, los empresarios Giuseppe y Francesco Dragotto, prometieron desde su compra, en 2002, y nunca realizaron, según critica el diario italiano Il Fatto Quotidiano. El periódico recuerda además que el edificio está protegido desde 1979 por el vínculo arquitectónico de la Región Sicilia.

Sea como fuere, ya en 2004 un informe del Núcleo de Tutela del Patrimonio Artístico de la policía de Palermo aseguró: “La villa presenta graves condiciones estático-conservativas. Se han encontrado evidentes y extendidas lesiones en los muros externos; los balcones muestran riesgos de derrumbes; y especialmente grave es la situación del interior”. El documento añadía que los frescos estaban claramente dañados y los techos precisaban de intervenciones “urgentísimas”.

Ese mismo año, y tras un secuestro del edificio decretado por las autoridades, arrancaron las obras de restauración propuestas por los Dragotto, quienes preveían además un museo del Gatopardo y un centro para congresos. Este último fue efectivamente realizado, en los antiguos establos, así como algunos espacios alrededor del edificio principal han sido convertidos en un resort turístico: el Villa Lampedusa Hotel & Residence. El museo, en cambio, nunca apareció así como, según las asociaciones, jamás se reforzó el “conjunto principal”. Además, denuncian estos colectivos, algunas obras han sido realizadas con “materiales incompatibles con una restauración correcta de estructuras histórico-monumentales”. Mientras, nada cambia. Pero el tiempo pasa. Y lo cambia todo.

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