El sistema Sangsoo
Es, esencialmente, un discurso hecho de largas conversaciones en torno al amor
Hay creadores con un sistema, un código propio para explicar el mundo: un lenguaje sintético que revela la presencia de una mirada inconfundible, pero que posee la suficiente flexibilidad como para revelarse capaz de explicarlo todo. Quien se haya acercado a El otro lado de la esperanza tiene una buena ilustración de esto: la última de Kaurismaki es, esencialmente, una película de Kaurismaki —destilación minimalista de la elocuencia visual del cine mudo (sensacional el modo de sintetizar una ruptura matrimonial en el menor número de planos posible) recorrida por una muy contemporánea poética del desamparo—, pero, al mismo tiempo, el discurso no deja de revelar nuevos matices, subrayando su condición de espacio utópico.
LO TUYO Y TÚ
Dirección: Hong Sangsoo.
Intérpretes: Kwon Hae-hyo, Yoo Joon-sang, Kim Eui-sung, Kim Ju-hyuk.
Género: comedia.
Corea del Sur, 2016.
Duración: 86 minutos.
Algo parecido ocurre con Hong Sangsoo: Lo tuyo y tú, uno de los cuatro largometrajes que estrenará este año, es, esencialmente, una película de Sangsoo, el más afrancesado de los cineastas coreanos; es decir, un discurso hecho de largas conversaciones en torno al amor, propulsadas por el consumo etílico, capturadas en vídeo digital y puntuadas por poco elegantes zooms que no están ahí para ser pulidos. Historias de envoltorio austero que no tardan en revelarse complejos laberintos: en el cine de Sangsoo —aunque aparentemente (sólo aparentemente) no en Lo tuyo y tú— el relato se parte, se disgrega o se desdobla, se somete a variaciones y caprichos.
Ante Lo tuyo y tú, historia sobre la ruptura sentimental entre un pintor y una novia tendente a la deriva etílica y la confusión identitaria, este crítico tuvo la primera sensación de que quizá estaba viendo ya demasiadas películas de Sangsoo o de que acaso esta era una pieza menor entre obras mayores. Pero no. Ante los grandes hay que conservar la confianza: aquí los quiebros ocurren en el interior de un relato lineal, desdibujando fronteras entre realidad y deseo, adensando incertidumbres en torno a la complejidad de su personaje femenino —uno de los grandes hallazgos en la carrera del coreano—. La modestia de Lo tuyo y tú es un eficaz espejismo: hay muchas maneras de interpretar este relato cuyas imágenes son equívocamente transparentes y sencillas. Lo tuyo y tú puede contar historias muy distintas a cada espectador: a un servidor le contó, por decirlo de algún modo, casi un relato épico de reconquista del amor puro por parte de un personaje que se auto-somete a un viacrucis de desintegración –y reconstrucción- de su propia identidad. Y de su inocencia.
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