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Aramburu: “Todavía no se acaba ETA para todos”

El escritor de 'Patria' habla sobre el anuncio de la banda terrorista de entregar las armas y sobre el perdón

El escritor Fernando Aramburu, en San Sebastián.
El escritor Fernando Aramburu, en San Sebastián.DANIEL MORDZINSKI
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“Todavía no se acaba ETA. No para todos. Hay personas que todavía no saben quién fue el asesino de su familiar”. Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) comparecía este jueves para otra presentación de Patria (Tusquets), después de que hace apenas seis días, el 18 de marzo, la banda terrorista anunciara que el 8 de abril entregará las armas sin condiciones. Sin embargo, para el escritor guipuzcoano, cuya novela narra a lo largo de 642 páginas 30 años de silencio y miedo, de atentados y llantos, que retrata la vida en un pueblo de Euskadi en el que todos los vecinos se conocen, todavía queda un largo proceso hasta que pueda escribirse un nuevo capítulo en el que la reconciliación sea algo concreto y el odio se haya disipado.

Pero es el perdón a lo que aspira Aramburu. Estaba en el vestigio del que surgió este libro que ya ha superado los 150.000 ejemplares vendidos –un 20% de ellos en Euskadi, según Tusquets–; una frase anotada en un cuaderno: “Una mujer cuyo marido fue asesinado por ETA exige que le pidan perdón”. Ese fue el germen de Patria, una palabra que le disgusta en castellano, por esa facilidad con que adquiere el matiz de proyecto común que excluye a los que no piensan igual. “Para mí lo más patriótico es volver a mi ciudad a comer alubias de Tolosa y beber sidra”, confiesa este residente en Alemania desde hace ya tres décadas. Para el perdón es necesario más coraje que para disparar un arma, apunta una de las citas de su libro, y es algo deseable, el abrazo, dice él, pero recuerda las palabras que le dispensó la viuda de Fernando Buesa, asesinado en el año 2000: “Debería ser mi difunto marido quien les perdonara, no es a mí a quien mataron”.

De cualquier forma, Aramburu no cree en la necesidad de que los agresores pidan perdón públicamente, dentro un ejercicio escenificado y ante periodistas o políticos. No considera que eso fuese a ser terapéutico. Las víctimas regresarían a casa a solas con su dolor, idénticamente, no así como si se tratara de un acto entre el afligido y el dañador contrito en exclusiva. Su optimismo hacia esa paz definitiva, inalterable, es menor que su suspicacia, aduce, porque todavía ve imágenes que le asustan: encapuchados lanzando cócteles molotov a un ertzaina o manifestaciones de odio al otro en universidades.

“Nací el mismo año que ETA”, declara Aramburu como razón de ser del libro, como motivación que le llevó a escribirlo: “No habría dado testimonio fiel de mi tiempo si me hubiera ahorrado Patria”, considera. Y cuenta a continuación cómo en voz baja a la salida de encuentros con lectores había personas que se le acercaban para darle las gracias por haberlo escrito, porque ellos perdieron a un padre, madre, hermano, tío. “La ficción permite ponerle carne a los datos con los que trabaja la historia para empatizar, es un libro contra el olvido, contra aquellos que a partir de ahora querrán blanquear lo que ocurrió con el terrorismo. 850 muertos, ¿quiénes eran, cómo vivían su cotidianidad?”. De toda la literatura que ha tratado esta temática, autores como Bernado Atxaga o Harkaitz Cano, ha sido Patria la historia que más éxito ha tenido jamás entre el público. Según el periodista Juan Cruz el antiguo dirigente socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando cerró la tapa, dijo: “Así fue”. Se ha convertido para muchos en el gran relato sobre ETA, comparado por Mario Vargas Llosa con El agente secreto, sobre el anarquismo británico del XIX, de Joseph Conrad, o con La condición humana. de André Malraux, sobre la Revolución China. Pero el propio autor pide que, contra esa desmemoria probable, se lea más, y reseña otro título recién publicado sobre las extorsiones de ETA: Misivas del terror, de Izaskun Sáez de la Fuente Aldama (Marcial Pons).

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