Cuando el musical se hacía aquí
Juan Luis Iborra orquesta una resurrección afortunadísima de la revista musical, con un elenco de 22 artistas en escena
UN CHICO DE REVISTA
Autor: José Andrés Araque Pérez. Intérpretes: Rosa Valenty, Cayetano Fernández, Edu Morlans, Pepa Rus, Ángel Pardo, María Vidal, Andreu Castro, irene Álvarez, Pedro Carrasco, Marta Castell, Fran del Pino, Charlotte La Femme, Víctor Óscar Juaran, Marchu Lorente, Graciela Monterde, Fran Moreno, Hugo Ruiz. Figurines: Antonio Belart. Luz: Juanjo Llorens. Escenografía: Eduardo Moreno. Coreografía: Luis Santamaría. Director musical: César Belda. Dirección: Juan Luis Iborra. Madrid. Teatro de La Latina, hasta el 9 de abril.
Las peripecias arquetípicas de la corista que llega a Madrid a triunfar (relatadas en Mamá, quiero ser artista, por ejemplo), vividas por un granadino del Sacromonte. En Un chico de revista, José Andrés Araque Pérez actualiza con muy buen pulso los tópicos del género que arrasó en el Madrid de los años sesenta y que continuó encabalgando éxitos hasta finales de los ochenta, con artistas como Lina Morgan, Juanito Navarro, Esperanza Roy y Concha Velasco.
El libretista y productor novel no podía haber empezado con mejor pie: remoza chistes y situaciones de probada eficacia (y otros dudosísimos), mientras Jaime Vaquero, Sergio Rojas y César Belda, el director musical, arreglan las canciones de manera que alguna parece compuesta ahorita mismo. Cayetano Fernández, en el papel protagonista, no solo tiene una gran voz, sino que también tiñe de contemporaneidad cuanto interpreta, especialmente La chula tanguista, de Tecglen y Rico: escuchando esta versión, nadie diría que la original fue estrenada por La Chelito.
El espectáculo funciona, tanto en los pasajes donde resulta fidedigno como en aquellos donde rompe, en los números que interpretan Rosa Valenty (genio y figura en el papel de vedette gran reserva), Edu Morlans, María Vidal y Amelia Font y en los que Juan Luis Iborra confía por entero al cuerpo de baile, que, en contra de lo que en la revista es genérico, se individualiza y en ocasiones toma la palabra.
Todo es sano desenfado en esta función: el público se levanta y va al servicio cuando le pete, los actores improvisan donde procede y el realismo artificioso dominante en nuestros escenarios se deja a un lado, con humor. Andreu Castro compone una graciosa versión urbana de Quasimodo enamorado y Ángel Pardo, un galán cómico bisexual eficacísimo. Graciela Monterde es una segunda vedette de primera, además de actriz con aplomo y pellizco. Los músicos hacen un trabajo espléndido.
El público de pago de una función de día festivo se lo pasó bien de veras durante dos horas y cuarto: acabó en pie, propinando una ovación a los artistas. La cartelería del teatro y la introducción solemne, que parece un homenaje triste a Viaje a ninguna parte, no hacen honor a espectáculo tan agradecido.
Babelia
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