El discípulo se estrena, la maestra se divierte
El bailarín David Coria y su antigua directora, Rafaela Carrasco, presentan propuestas distintas en el festival de flamenco de Jerez
Puede que pocos artistas encarnen el futuro de la danza y el baile flamenco como David Coria y Ana Morales, citados de forma conjunta en tanto que, en sus respectivas carreras, han mostrado un sólido apoyo recíproco y una cierta identidad formal en las formas expresivas. Su preparación los puede capacitar para abordar cualquier disciplina dancística desde las más diversas ópticas. Han optado por el flamenco, por la antigua ceremonia de celebrar este arte bailando, mas con una nueva piel, como dejó escrito el maestro Cohen. Hay una tremenda fidelidad al canon en sus manifestaciones, pero su interpretación es actual, depura la vieja herencia y se distingue por una pulcritud formal que no resta calor a un movimiento que se plasma con singular elegancia.
Compañía David Coria. El encuentro. Bailarines: David Coria, Florencia Oryan, Paula Comitre, Rafael Ramírez. Colaboración especial al baile: Ana Morales. Cante: Antonio Ortega, Miguel Ángel Soto "Londro". Guitarras: Jesús Torres, José Luis Medina. Tambores: Antonio Campos. Percusión: Daniel Suárez. Dirección e idea original: David Coria. Coreografía: David Coria con la colaboración de Ana Morales. Dirección y composición musical: Jesús Torres.
Teatro Villamarta, viernes 3 de marzo. 21 horas
Rafaela Carrasco. Lola. Idea original y dirección: Rafaela Carrasco, Miguel Cubero. Coreografía y baile: Rafaela Carrasco. Cante: Carmen Linares, Silvia Pérez Cruz. Piano: Pablo Suárez. Contrabajo: Josemi Garzón. Palmas: Roberto Jaén. Dirección técnica: Manu Meñaca.
Bodegas González Byass, sábado 4 de marzo. 12 horas.
En la creación con la que Coria se presenta en gran formato, tras ser solista o destacado bailarín en muchas compañías —la última el Ballet Flamenco de Andalucía, bajo la dirección de Rafaela Carrasco—, hay coreografías a él debidas, pero que firma con la colaboración de Morales. Poco importa a quien remitan, sean solistas o de grupo. La unidad en la expresión se extiende al escueto cuerpo de baile que funciona en una misma clave. Y cuando se trata de bailar por derecho, a entregarse.
La caña, en un prodigioso paso a dos. La farruca de David tras una creativa lectura del estilo por Jesús Torres, los tangos de Ana, que se eleva del suelo al cielo cuando Londro canta la milonga Vino amargo, y remata con un equilibrio entre la fuerza y la sensualidad del estilo y su elegante marca personal. Los tanguillos, las tonás, los romances y la alboreá. La nueva expresión no sería entendible sin figuras como la del guitarrista Jesús Torres, que contribuye a crear la atmósfera precisa con sus composiciones, ni sin el cante de Londro y Campos, que hacen que suenen nuevos los viejos cantes. Cohesión grupal para una estética de caja negra desnuda. Sin más concesiones. No hacen falta. Solo baile.
Una alegre 'performance' para Lola
Llovía a cantaros la mañana del sábado en Jerez. Ni el agua ni el fuerte viento que la impulsaba arredraron a los más de cuatrocientos aficionados que se acercaron a la Bodega González Byass para ver lo que la bailaora Rafaela Carrasco había preparado en recuerdo de Lola Flores. La inclemencia climática sí obligó a los organizadores a situar el espectáculo a cubierto, en la anchurosa nave de Los Gigantes. A ella llegaron los artistas después de compartir una copa y tras la llamada de atención que efectuó Miguel Cubero recitando a Miguel Hernández.
Sobre el escenario, situado en el centro de un bosque de arcos de medio punto, tres mujeres se encontraron, cada una con las voces que las distinguen. Dulce y ensoñadora la de Silvia, rozada como flamenca que es la de Carmen. La tercera voz se expresaba con los pies, poniendo acento a las canciones, y con todo el cuerpo para subrayar la música y hasta las propias palabras en off de Lola en el tramo final. Ay, pena, penita, pena, La zarzamora, Limosna de amores, tres canciones y dos poemas. Todo compartido con complicidad y recibido con cercanía en un espacio tan singular. Y la conciencia de vivir un momento irrepetible. La misma que debían de tener los asistentes ante el derroche de arte en un espectáculo que se ha concebido como efímero. Una performance alegre para un día gris.
Poesía entre tendencias
Dentro del gran escaparate de nuevas tendencias en la danza y el baile flamenco que aspira a ser este festival, la actual edición se ha llenado de poesía de una forma quizás inesperada. Además del ciclo de cante denominado Flamencos y poetas - Carmen Linares cantó a Miguel Hernández y artistas jerezanos como Manuel Moneo, La Macanita o Vicente Soto las letras flamencas de Caballero Bonald-, el azar ha querido que a esa notable presencia poética se hayan sumado algunos espectáculos de baile. La bailaora Fuensanta La Moneta se inspira en la poesía de Santa Teresa de Jesús en su nueva obra, y María Pagés bailó con versos de Fray Luis de León y San Juan de la Cruz y también –no todo iba a ser místico- de Ibn Arabi, El Arbi El Harti, José Agustín Goytisolo y Mario Benedetti.
La cita jerezana, ahora en su ecuador, está viendo pasar las propuestas de jóvenes creadores que encuentran aquí el espacio para mostrar sus nuevas creaciones. Patricia Guerrero trajo su celebrada Catedral y Olga Pericet estrenó obra con caluroso recibimiento. También lo hizo el bailaor David Coria, recién egresado del Ballet Flamenco de Andalucía, formación que ha iniciado aquí su nueva etapa bajo la dirección de Rafael Estévez. En la semana larga que queda de festival, llegarán las nuevas obras de Ángel Muñoz o Eduardo Guerrero, y artistas como Rocío Molina y Pastora Galván traerán sus espectáculos más recientes. Dos compañías celebrarán sus veinte años de existencia, la de los madrileños Rojas&Rodríguez y la del bailaor local Antonio El Pipa, que clausurará la cita.
Babelia
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