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La película de la semana | El viajante
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Reconocible Farhadi, pero...

Me cuesta bastante entrar, pero después el tono opresivo, la angustia, el misterio, la sensación de que todo va mal y que acabará mucho peor logran engancharme

Carlos Boyero

EL VIAJANTE

Dirección: Asghar Farhadi.

Intérpretes: Shahab Hosseini, Taraneh Alidoosti, Babak Karimi.

Género: drama. Irán, 2016.

Duración: 125 minutos.

Desgraciadamente, el nombre del director iraní Asghar Farhadi le puede sonar al gran público no en función de las historias que ha contado su cine, sino por el salvaje veto de Trump, interrumpido en nombre de la sensatez por los jueces, a que los ciudadanos de siete países musulmanes pisen Estados Unidos. El viajante, la última entrega de Farhadi, estaba nominada para el Oscar a la mejor película de habla extranjera, pero paradójica, artera y enloquecidamente, no le permitirían recoger el premio a su creador en el caso de que lo lograra. El viajante ganó, pero el consecuente mosqueo de su director le aconsejó no estar presente en el lugar donde antes le prohibían estar. Imagino que a la bestia parda que pretende desgobernar el mundo no le haría ni puñetera gracia que los snobs de Hollywood hayan galardonado la obra de un sucio musulmán, aunque dudo que la cinefilia con un mínimo de paladar forme parte de las aficiones de Trump, de persona tan cultivada.

Admitiendo mis razonados prejuicios con el infinito e hiperpromocionado cine iraní que sufrí durante años en los festivales, me quedé asombrado hace tiempo en la Berlinale ante el arte y la complejidad que desprendía la obra maestra de Asghar Farhadi Nader y Simin. Una separación, una película asfixiante y dura en la que todos sus desdichados personajes poseen razones para sus actos. Nada es lo que inicialmente parece en la tortuosa historia de un matrimonio que se está separando, su hija adolescente, el padre de él, enfermo de alzhéimer, la asistenta embarazada que debe cuidarle y su implacable marido. Farhadi hablaba con lenguaje poderoso de las luces y las tinieblas de algo llamado humanidad, contagiando al espectador el desasosiego, la ira, la confusión y los anhelos de los acorralados personajes. A continuación, Farhadi se traslada a París para rodar El pasado, pero las señas de identidad de su mundo permanecen inequívocas. Los asuntos del corazón, el reencuentro de las antiguas parejas, siguen sangrando, les rodea la oscuridad, los enigmas acabarán en derrumbe emocional.

Vi El viajante en el último festival de Cannes. No son los festivales el lugar idóneo para disfrutar del cine. La saturación y las prisas pueden nublar tu juicio. Yo, al menos, necesito revisar esas películas (solo algunas, el masoquismo pertenece a mis vicios) cuando se estrenan en mi ciudad. Y en ocasiones, constato que mi entusiasmo inicial no era para tanto o que la primera vez no me enteré de sus virtudes. En Cannes, me costó bastante entrar en lo que me estaba contando Farhadi. Pero después el tono opresivo, la angustia, el misterio, la sensación de que todo va mal y que acabará mucho peor lograron engancharme. Cuenta las grietas con las que comienza el final de una pareja. Interpretan en su tiempo libre Muerte de un viajante, se instalan provisionalmente en una casa en la que se desatará su crisis definitiva al tener que huir de la suya por peligro de derrumbe, recibirán la visita pegajosa del miedo por medio de un extraño que se ha colado por equivocación en su intimidad, el caos sentimental se acelerará.

Lo que antes me atrapó progresivamente ahora me afecta poco, noto cierta fatiga en la nueva cita con la historia de un fracaso. Será que he dormido fatal. Después de los años tengo muy viva la triste historia de Nader y Simin. Dudo que guarde memoria de esta dolorida pareja. Cosas raras que me pasan con el cine. Pero sigo esperando con notable interés la nueva película de este director tan personal. Que se rodará en España.

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