¡Europa, Europa!
Los lectores de EL PAÍS pueden obtener de forma gratuita la Novena sinfonía, interpretada por el director de orquesta Gustavo Dudamel o descargar por quince euros las Sinfonías completas de Beethoven
La Novena Sinfonía de Beethoven no es una pieza musical: se trata de un pathos, tal y como muy bien apunta el sabio crítico Harold C. Shonberg. En varios sentidos. Primero, como gran música. De la referencia y cima de influencia que fue para Berlioz y Wagner, se convirtió en algo inaccesible, inalcanzable para Bruckner, Brahms o Mahler. Debussy la veía como una pesadilla universal, más que una inspiración. Una losa. Un tremendo faro de exigencia que creaba frustración en las generaciones herederas de Beethoven.
Un regalo para los lectores de EL PAÍS
- Los lectores de EL PAÍS pueden obtener de forma gratuita la Novena sinfonía, interpretada por el director de orquesta Gustavo Dudamel junto con la Orquesta Juvenil Simón Bolívar.
- También existe la posibilidad de descargar por quince euros las Sinfonías completas de Beethoven.
- La descarga de las grabaciones es posible a través de este enlace, en el que deberán registrarse e introducir el código DUDAMEL (en el caso de la grabación gratuita) o SINF9 en el caso del disco completo.
- EL PAÍS sortea 10 entradas dobles para el concierto de Gustavo Dudamel que tendrá lugar el 16 de marzo a las 19.30 en el Auditorio Nacional de Música, en Madrid. El sorteo está disponible aquí.
Ese desiderátum musical se está convirtiendo hoy también en un sueño que corre el peligro de truncarse en esencia. Cuando el sueño europeo alzó la Novena Sinfonía como un ideal para animar los lazo de esos pueblos que durante siglos anduvieron guerreando, lo hizo con la idea de aglutinar a todas las naciones que componen la unión entorno a una partitura fraterna.
Así que en estos tiempos de decadencia y escepticismo ante la utopía se impone escucharla, cuantas veces sea necesario, para reforzar vínculos, ahuyentar fantasmas, entonar esperanzas. Al propio compositor le sirvió. No se trataba de alguien que creyera en la hermandad universal, ni anhelara sociedades perfectas. Para él representaban ideales vagos, abstractos. Más bien confiaba en la fuerza individual para soportar el peso del mundo.
Sin embargo, todo aquello quedaba contradicho por algunas de sus obras maestras. Es el caso de la Novena, una pieza con una identidad tan única que sigue siendo capaz de redimir su propia falta de fe en el género humano. Ojalá, el efecto contagio nos conduzca por la senda correcta y nos ayude a ahuyentar todos los fantasmas que ahora, de manera tan desconcertante, nos acechan.
Babelia
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