Una ficción verosímil
'...Aquel Silverio' propone un acercamiento a la estética, las músicas y los cantes del tiempo del legendario cantaor sevillano Silverio Franconetti
El hecho creativo, como ejercicio que es de libertad, no está sujeto a ataduras, lo que no lo libra de una obligada coherencia entre el contenido de su mensaje y la forma que este adquiere para ser mostrado. La investigación aparecería así como un necesario aliado del creador que, por más que deje volar sus impulsos, sabe que el conocimiento le proporciona la tierra firme donde posarse. Sirva la reflexión para enmarcar ...Aquel Silverio, el trabajo con el que el Ballet Flamenco de Andalucía ha arrancado su nueva etapa bajo la dirección de Rafael Estévez.
…Aquel Silverio. Ballet Flamenco de Andalucía. Elenco: Rafael Estévez. Bailarín principal: Valeriano Paños. Solistas: Sara Jiménez, Macarena López. Bailarinas: Irene Correa, Nadia González, Carmen Yanes. Bailarines: Martí Corbera, Borja Cortés, Eduardo Leal, Alberto Sellés. Guitarras: Manuel Urbina, Pau Vallet. Cantaores: Sebastián Cruz, Matías López 'El Mati', José Luis García 'Cheito'. Dirección artística. Rafael Estévez. Idea original, coreografía y dirección escénica. Valeriano Paños, Rafael Estévez. Música original: Jesús Guerrero. Diseño de iluminación: Olga García. Diseño de vestuario: Rafael Estévez, Blanco y Belmonte.
La obra, presentada en el XXI festival de Jerez (que se prolonga hasta el 11 de marzo), propone un acercamiento a la estética, las músicas y los cantes de un tiempo, el de Silverio Franconetti, el legendario cantaor sevillano al que nadie le discute su lugar en al historia del flamenco, ni su casi novelesca peripecia personal, que cubre casi dos tercios del siglo XIX, o el noble afán que tuvo, como empresario y creador de cafés cantantes, de profesionalizar este arte. Si sonaba seductor como proyecto, su plasmación escénica mantiene el atractivo a través de un cúmulo de elementos que contribuyen a lograr el objetivo perseguido. La fantasía coreográfica y musical que se presenta sobre la época resulta coherente y todo el estudio que se presume parece bien empleado. No deja de ser una ficción, pero resulta verosímil y funciona sobre la escena.
En el relato de los elementos que se conjugan hay que priorizar, como es lógico, el excelente trabajo de coreografía coral, con un cuerpo de baile joven que transmite lozanía y buen hacer. El dibujo coreográfico se presenta de forma muy dinámica y huye de la monotonía o de una machacante simetría. Durante una gran parte de la obra se desarrolla sin apenas fisuras o transiciones, con una exigente continuidad. El baile femenino aparece bien diferenciado del masculino y las individualidades tienen un espacio donde lucen las solistas, el joven Sellés, cantando y bailando, y de forma especial Paños, con una danza que se antoja cada vez más depurada y en la que reside el componente de escuela bolera que el espectáculo tiene.
La obra persigue la búsqueda del mestizaje que debió de darse entre las bailarinas boleras y las gitanas de raza que dominaron la escena de la segunda mitad del XIX, entre los salones de baile y los cafés cantantes. El balance final puede ser discutible, pero no cabe duda de que deja cuadros brillantes y jugosos, como el del salón, donde se conjugan las variadas cantiñas, o el dedicado al toreo, de destacable originalidad. La iluminación transita de los tonos mates, que parecen buscar el sepia de la memoria, al colorido de las estampas del segundo movimiento, un tiempo en el que la obra parece abrirse y fluye más dinámica que en el primero, donde se aprecia una cierta acumulación de elementos.
El nombre del espectáculo proviene de Lorca, que en un poema se preguntaba cómo cantaría “…aquel Silverio”. No va a ser un ballet quien nos despeje la incógnita, desde luego, pero el repertorio cantaor de la obra, si bien recala en estilos atribuidos al legendario artista, supone una especie de amalgama antológica que no ayuda en algunos momentos.
Babelia
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