El Oscar pone atención al comportamiento de los nominados
El único obstáculo entre un artista y el premio a su obra debería ser su trabajo
Por mucha importancia que se les quiera dar a estos premios, el contenido de los Oscar suele quedar eclipsado por su continente, convertida su ceremonia en una gran pasarela de moda donde la apariencia de las estrellas es más deslumbrante que sus logros. Pero pasada la alfombra roja, el único obstáculo entre un artista y el premio a su obra debería ser su trabajo. Sin embargo, esta edición deja un año más en evidencia que estos premios pueden convertirse con facilidad en un concurso de popularidad.
Ya se lo dijo Sean Penn a los académicos en 2009: “Quiero ser claro. Sé que os pongo muy difícil que me apreciéis”. Lo dijo con el Oscar en la mano, el segundo de su carrera, pero consciente de que su carácter huraño y busca pleitos le ha ganado a lo largo de su filmografía más críticas que galardones pese a ser considerado uno de los mejores de su generación. Con Milk los académicos claudicaron ante el talento pero no siempre ese el caso. De hecho, esta mezcla de obra y personalidad es la que hizo al crítico Scott Feingberg, de The Hollywood Reporter, preguntarse eso de “¿cómo separar la interpretación del intérprete?”
En el caso de Nate Parker, tal cosa fue imposible. El nacimiento de una nación, el primer filme de este director novel fue hasta el Festival de Toronto seguro candidato al Oscar. Incluso ganador, como decían en el Festival de Sundance donde fue descubierto. Cierto que miembros de la crítica ahora indican que quizá fueron demasiado lejos a la hora de valorar esta ópera prima pero hay pocas dudas de que su ausencia en la papeleta de los Oscar se debe a las acusaciones de violación que cayeron sobre el realizador 17 años antes y de las que en su día fue exculpado. Pero de las que le fue imposible distanciarse una vez salieron a la luz.
Ahora la sombra de la duda recae sobre Casey Affleck cuando se encuentra en la recta final de alcanzar el que puede ser el primer Oscar de su carrera. El hermano menor de Ben Affleck es el favorito por su trabajo en Manchester junto al mar donde despliega un trabajo intimista sobre un hombre que lo ha perdido todo, incluso a sí mismo. Candidato en 2008 por El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, Affleck lo lleva ganado casi todo, tanto el Globo de Oro como muchos de los galardones de la crítica.
Pero cuanto más se acerca al Oscar más sonoras se hacen las informaciones que recuerdan las denuncias que presentaron dos mujeres contra él tras trabajar juntos en el falso documental I’m Still Here (2009). La directora de fotografía Magdalena Gorka y la productora Amanda White le acusaron de abusos verbales e incluso de acercamientos sexuales no solicitados. Acusaciones ambas que quedaron zanjadas con un acuerdo fuera de los tribunales pero que la cercanía de los Oscar han vuelto a sacar a flote. Publicaciones en webs como Mashable han apuntado a una cierta discriminación racial ante el escándalo que se montó contra Parker y, por otro parte, el silencio que rodea el caso Affleck. Mientras, como indica The Wrap, la representante de Affleck y presidenta de la compañía de relaciones públicas IDPR, Mara Buxbaum, lleva trabajando en la reputación de su cliente desde que el pasado noviembre empezaron a sonar las campanas de una posible candidatura. El actor de 41 años también tiene la suerte de tener de su lado a su hermano mayor y a su mejor amigo y productor de la cinta, Matt Damon, ambos bien duchos en el arte de ganarse a los académicos.
El cómo eres, importa
La personalidad es importante a la hora de ganar un Oscar. Como recuerda el crítico Gregg Kilday, la afabilidad de Marion Cotillard y de Eddie Redmayne les puso un pie en la puerta a la hora de conseguir el Oscar por La vida en rosa (Edith Piaf) (2007) o La teoría del todo (2014). Lo mismo ha hecho el compromiso político de Meryl Streep en esta edición de los Oscar, que le ha conseguido la candidatura por Florence Foster Jenkins; pese a su larga ausencia de Hollywood, el director maldito Roman Polanski consiguió el Oscar al mejor realizador con El pianista en 2002 y un perdón de facto de la industria a sus problemas legales, todavía pendientes desde 1978 y que le impiden regresar a Estados Unidos; y Woody Allen ha sido nominado en nueve ocasiones, ganador del Oscar al mejor guion original con Midnight in Paris, desde que su ruptura con Mia Farrow en 1992 y posterior boda con su hija adoptiva Soon Yin dejara su nombre marcado por el escándalo.
De hecho, esta edición de los Oscar también ofrece otra muestra del perdón de la Academia con la candidatura como mejor director de Mel Gibson por Hasta el último hombre, la primera desde que sus comentarios antisemitas y machistas cuando fue detenido en estado de embriaguez le enfrentaran con la industria en 2006.
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