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Crítica | Legionario
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fiebre de guerra

El filme tiene energía, pero debería haber previsto hasta dónde podía subir su apuesta

LEGIONARIO

Dirección: Eduardo H. Garza.

Intérpretes: Raúl Tejón, Diana Palazón, Luis Mottolda, Marta Canalda.

Género: thriller. España, 2017

Duración: 83 minutos

En Apocalypse Now! (1979), Francis Ford Coppola rimaba las hélices de los helicópteros que lanzaban su lluvia de napalm con las paletas del ventilador que cortaban el aire en la habitación donde Willard lidiaba con su fiebre de guerra. La solución cinematográfica tenía tal fuerza que se arriesgaba a convertirse en tópico visual y, como tal, a evolucionar casi en forma de tácito spoiler. En los primeros minutos de Legionario, opera prima de Eduardo H. Garza, las paletas de un ventilador también cortan ominosamente el plano, anticipando una clave para desentrañar un relato que avanza constantemente por la senda de lo desconcertante.

Autofinanciada con un ajustado presupuesto que intenta luchar, plano a plano, con las ambiciones de su planteamiento, la película se abre como ficción bélica un tanto oprimida por sus carencias de producción: cunde la sensación de que el fuera de campo no está ahí como recurso narrativo, sino como forzado límite del terreno de juego. Un soldado de las fuerzas especiales regresa a España tras una misión en Afganistán para verse envuelto en un enigma que adopta las formas de un thriller paranoico y desemboca en lo que podría ser un paradigmático episodio de The Twilight Zone. La resolución de la historia justifica lo que, a simple vista, se percibe como cúmulo de pasos en falso –un montaje que pulveriza toda orientación espacial y temporal-, pero la pirueta no salva lo que, más que calculada estructura de giros narrativos, semeja una película que cambia de idea sobre sí misma cada pocos minutos. Tampoco ayuda que su protagonista Raúl Tejón parezca instado a practicar la bardemomímesis, que es la emulación sistemática de esos manierismos que Javier Bardem podría haber saldado en un mercadillo de segunda mano. Legionario tiene energía, pero debería haber previsto hasta dónde podía subir su apuesta.

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