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Álex de la Iglesia: “El ser humano está compuesto de odio”

El director presenta 'El bar', un ''thriller' con el que prosigue su eterna lucha contra el aburrimiento audiovisual y vital

Gregorio Belinchón
El director Alex de la Iglesia, en la Berlinale, el pasado 11 de febrero.
El director Alex de la Iglesia, en la Berlinale, el pasado 11 de febrero.PASCAL LE SEGRETAIN (GETTY IMAGES)
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Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) vive en un continuo horror vacui existencial. A la Berlinale, donde se proyecta El bar en Competición fuera de concurso, llega habiendo sido padre —por tercera vez— recientemente, con otra película terminada (Perfectos desconocidos), una tercera en ciernes y su apuesta, como productor de Pieles, por el joven director Eduardo Casanova. Y habla como rueda, embrujando al interlocutor con su continuo despliegue de crochets verbales. La película, después de su proyección alemana, se estrenará en el festival de Málaga y llegará a las salas comerciales el 24 de marzo.

Hasta el director de la Berlinale habla de El bar como un apasionante thriller con retrato social de fondo. "No hay intención inicial de ese retrato social", responde De la Iglesia, con elegante traje negro. "Otra cosa es que no pueda evitarlo. Encierro a unos personajes en un bar porque me apetece contar eso: a mí me angustia esa situación, y uso el cine como intermediario; del estilo 'como no te atreves a vivir de verdad lo haces a través de las películas'. Yo soy productor para llenar huecos entre películas. Mira 800 balas, la historia de un tipo que vive dentro de un decorado y se olvida hasta de su familia. En El bar hay un grupo de personas que ven cómo matan a alguien en la calle, y no pueden salir del local porque igual les disparan a ellos. Y de repente piensan que lo mismo les quieren asesinar a ellos porque hay dentro otro tipo peor que ellos. Así empiezo a construir la historia y al final soy yo reaccionando ante mi familia, mis amigos, mi país. El enemigo más grande que tienes no es una gran empresa conspirativa sino quien está a tu lado, como en La comunidad. Al final, ¿de qué estamos compuestos? De odio. El amor son momentos en los que no odias". Y solo lleva dos minutos de charla.

De la Iglesia nunca ha entendido un rodaje como la plasmación visual del guion, sino como un lugar de gran creación, de estímulo. Vista El bar, parecería que construyó toda la historia para llegar a su poderosísima e icónica secuencia final. "¿Sabes lo que haces en un rodaje? Gestionar miradas. Cuando más construyas para esconder que sencillamente estás dirigiendo esa gestión, más apasionante es el rodaje. Lucho contra el aburrimiento. En El bar, me has pillado, solo quería alcanzar ese final, y que alguien diga 'Algo habrá hecho', una frase que me persigue desde crío, con los asesinatos en Euskadi. Pero, ¿qué estamos permitiendo con ese 'algo habrá hecho'?". También confiesa que quería recalcar la fortaleza de las mujeres (encarnadas por Terele Pávez, Carmen Machi y Blanca Suárez). "Blanca es el arquetipo de la sensatez occidental. 'Hola, ¿qué tal? Esto está muy sucio y muy mal, pero os permito que existáis. Eso sí, no me toquéis'. Hay tantos ejemplos actuales...". Lo mismo explica de la enfermedad que rodea a los clientes del bar, metáfora del "ridículo actual de quienes ven así los inmigrantes, que no ensucien Europa".

"Alejarte de la realidad es la muerte como cineasta, y todos tenemos en mente ejemplos. Hay que hacer un esfuerzo físico por salir de casa. Cuando los problemas de los demás no son los tuyos, tienes un problema. Como que no tienes nada que contar"

Sobre sus referencias a Diez negritos y a El ángel exterminador, el cineasta disfruta hablando de Buñuel: "Creo que El ángel exterminador es una conclusión metafísica. Más allá del conocimiento, estás hablando del infierno, que es el encierro de tu mente ante la realidad que te rodea. Y que esa realidad es una cáscara a veces ininteligible, que vemos muchas veces como a través de un escaparate. Como esa gente que dice: 'A ver si el próximo año es mejor'. ¿Cómo? ¿La vida es para ti un espectáculo que ocurre fuera del escaparate? No, sal y vive". Y De la Iglesia intenta luchar contra ello: "Alejarte de la realidad es la muerte como cineasta, y todos tenemos en mente ejemplos. Hay que hacer un esfuerzo físico por salir de casa. Cuando los problemas de los demás no son los tuyos, tienes un problema. Como que no tienes nada que contar. Mira, este guion nació de un día en que Jorge Guerricaechevarría y yo estábamos escribiendo a las nueve de la mañana en el bar El Palentino, y entró un tipo dando voces, hasta que Loli, la dueña, que le conocía, le calmó. La vida saltó".

Y como director, ¿De la Iglesia es valiente o cobarde? "Esa es la gran pregunta. Intento parecer valiente. Mi película más valiente fue Mirindas asesinas. Yo era así, quería hacer dadaísmo, La edad de oro. Siempre he perseguido el proyecto de reflejar en pantalla el ambiente del Cabaret Voltaire. ¿Qué solución nos queda? Escapar, intentar vivir, algo que es muy cobarde. La respuesta más legítima es responder al absurdo ataque irracional de la vida con el absurdo".

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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