Aventuras por otros mundos
El festival mejora su nivel con las últimas películas del finés Aki Kaurismäki ('The Other Side of Hope') y del estadounidense James Gray ('The Lost City of Z')
Los dos son popes del cine actual. Uno, el finés Aki Kaurismäki, lleva en el negocio desde inicio de los ochenta, cuando él y su hermano Mika se convirtieron en abanderados del cine finés. La fama le llegó con Ariel (1988), y desde entonces es un habitual de los festivales internacionales, donde le reciben con los brazos abiertos. Con lógicos altibajos y a punto de cumplir los sesenta años, el cineasta, que vive habitualmente al norte de Portugal, ha llevado una carrera interesante que en su último gran trabajo, Le Havre (2011), se abrió a la reflexión sobre la emigración que llega a Europa. Y por esa vía ha seguido en The Other Side of Hope, en conjugar sus habituales extraños grupos familiares con las desventuras de un refugiado sirio procedente de Alepo en Finlandia.
El otro director que presentaba película potente en la Berlinale, el estadounidense James Gray, solo ha realizado seis películas a sus 47 años. Pero todas surgen de un profundo esfuerzo por sacar adelante proyectos complejos, herederos del cine americano de los setenta, del que él se declaró su heredero con Cuestión de sangre en 1994. Ahora, en The Lost City of Z describe los viajes del coronel británico Percival Fawcett, que antes y después de la I Guerra Mundial remontó tres veces el Amazonas a la búsqueda de una civilización perdida, en una exploración que devino en obsesión. Kaurismäki participa en Competición, Gray en Berlinale Special, y ambos han alegrado el día a los espectadores.
El primero en atender a la prensa fue Kaurismäki. Con su habitual laconismo sarcástico, convirtió el encuentro en su fiesta, gracias a frases tan inteligentes como divertidas. Khaled, uno de los dos protagonistas de su película, llega al puerto de Helsinki huyendo de Alepo. En vez de escabullirse se entrega a la policía para pedir un estatus de refugiado político. "A Finlandia, país relativamente pequeño, llegaron 20.000 iraquíes y la gente temió que venían a atacarnos, como lo hizo Rusia años atrás. Que nos robarían el coche o nos lo rayarían", contaba el cineasta. El destino de su Khaled depende que se le reconoce el derecho a "protección subsidiaria", o que no se tope con un neonazi, "uno de esos verdaderos finlandeses" apuntilló el cineasta.
"Soy muy modesto con querer cambiar al público. Así que me contento con cambiar Europa, y luego ya iré a por Asia" (Aki Kaurismäki)
Su otro protagonista, un viajante, abrirá un restaurante donde acabará encontrando refugio y trabajo el sirio. "Porque aún existen personas con sueños y esperanzas, que ayudan a otros", aseguraba su creador. "¿Y yo? Soy muy modesto con querer cambiar al público. Así que me contento con cambiar Europa, y luego ya iré a por Asia". De su quema de los políticos salvó a la canciller alemana Angela Merkel: "Al menos aborda el problema". Y antes de irse, dejó dos detalles de altura. Cuando mostró su enfado con el planeta: "¡Qué diablos somos, si no somos capaces de comportarnos como seres humanos! Todos somos humanos y mañana tú serás el refugiado". Y cuando le preguntaron por una islamización de Europa: ¿Islandización dice? No, Islandia no invadirá Europa".
James Gray se negó a rodar con digital, así que estuvo seis meses en la selva colombiana con película de 35 milímetros. El esfuerzo le valió la pena para que la pantalla contara la obsesión del coronel Percival Fawcett por encontrar una supuesta civilización perdida en las fuentes del Amazonas. "Mi película discurre entre dos planetas, el de la Inglaterra de la Primera Guerra Mundial y el de la jungla amazónica. Uno enseña los abismos de la civilización europea, mientras que el otro refleja el ansia colonizadora del hombre blanco", aseguraba Gray rodeado de sus actores: el protagonista, Charlie Hunnam (el actor que inteligentemente rechazó Cincuenta sombras de Grey), Robert Pattinson y Sienna Miller.
"El colonialismo del hombre blanco sigue existiendo, y lo podemos relacionar con la ola de nacionalismos" (James Gray)
Según Gray "el colonialismo del hombre blanco sigue existiendo, y lo podemos relacionar con la ola de nacionalismos que invade el mundo; creo que Occidente no ha aprendido de los errores del pasado". De Fawcett le atrajo dos factores: "Por un lado, el objetivo de acceder a un mejor estatus social a través de unas expediciones que se convierten en obsesión; por el otro, la evidencia de que renunciará, por años, a ver cómo crecen sus hijos". Algo, que confiesa, podía haberle echado en cara en la vida real su esposa: "Al final, el cine es también obsesión".
Babelia
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