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Crítica | BATMAN: LA LEGO PELÍCULA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El superhéroe como meme

La película no pretende tanto deconstruir al icónico superhéroe como gratificar al fan fatal

BATMAN: LA LEGO PELÍCULA

Dirección: Chris McKay.

Animación

Género: comedia.

Estados Unidos, 2017

Duración: 104 minutos.

Combinando mitologías al tiempo que les perdían suavemente el respeto, Phil Lord y Christopher Miller obtuvieron un resultado valioso con La LEGO película (2013). Con la libertad de juego de un par de niños enloquecidos improvisando sobre un ingente arsenal de heterogéneas piezas de construcción, el tándem sorteó el riesgo de firmar el anuncio publicitario más aparatoso jamás rodado con un trabajo que se tomaba la molestia de proponer una elaborada cosmovisión, mientras rendía tributo al espontáneo fenómeno de los brickfilms, películas amateur de animación stop-motion realizadas con piezas LEGO. El aparente poco respeto que se le dispensaba a la figura de Batman llamaba particularmente la atención, sugiriendo la potencialidad de este spin-off que ahora llega a las salas postulándose como bufa nota al pie de las muy enfáticas películas de imagen real que ha protagonizado recientemente el personaje.

Batman: La LEGO película no pretende tanto deconstruir al icónico superhéroe como gratificar al fan fatal capaz de responder con una sonrisa de reconocimiento a cada estímulo que lanza su intrincada red de guiños para iniciados: incluso hay un gag para un personaje tan alejado del foco principal en el Universo D.C. como el Detective Marciano. En una secuencia, el mayordomo Alfred enfrenta a Batman a una serie de imágenes que remiten, irónicamente, a sus anteriores encarnaciones cinematográficas: al final del recorrido, aparece una mítica escena de la serie televisiva de 1966, a cuyo frente estuvo un guionista tan incisivo y brillante como Lorenzo Semple, jr. Inevitable pensar en la distancia entre ese trabajo pionero que sí sometió al icono súperheroico a los rigores de la transgresión camp con esta película que, en el fondo, no tiene más mordiente que un ingenioso meme para redes sociales o una representación de fin de curso.

El guión de Batman: La LEGO película lo firma el mismo Seth Grahame-Smith que creyó que era buena idea convertir a Abraham Lincoln en cazavampiros o infectar de zombis Orgullo y prejuicio: es decir, alguien que confunde la postmodernidad con, simplemente, enunciar una mezcla insensata. Hay, por supuesto, momentos valiosos -el recital de acción del prólogo, la soledad de Batman contemplando su microondas o la progresiva decepción emocional dibujándose en el rostro del Joker-, pero cuesta muy poco desconectar de esta sobredimensionada celebración de la inmadurez que lo reduce todo al conflicto esencial de la era Instagram: atrincherarse en el desprecio al mundo o compartir afectos de superficie.

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