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Turquía, la mayor cárcel de periodistas

Reporteros Sin Fronteras denuncia los ataques del régimen de Erdogan a la libertad de prensa

Rosario G. Gómez
El periodista turco Yavuz Baydar.
El periodista turco Yavuz Baydar.Javier Tormo (EFE)

Turquía, un país que está llamando a las puertas de la UE, ha instaurado un régimen de hostilidad hacia la prensa que se refleja en los 200 profesionales en prisión preventiva o arresto en comisaría, los 192 medios cerrados o los 9.000 periodistas despedidos en los últimos cuatro años. Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha puesto el foco en los ataques a la libertad de expresión lanzados por el régimen de Erdogan, que ha creado la “mayor cárcel para periodistas del mundo” y originado “una prensa modificada genéticamente y al servicio de poder”, según denuncia el periodista turco Yavuz Baydar, exiliado tras el intento de golpe de Estado del pasado julio.

Invitado por RSF, Baydar ha expuesto este miércoles en Madrid cómo la mitad de los periodistas turcos han recibido coacciones o han sido víctimas de medidas represivas que les han llevado a abandonar su profesión o han caído en la autocensura. “El 90% de las salas de prensa son prisiones sin muros, donde los periodistas se encuentran atados de pies y manos”, ha recordado el prestigioso periodista, que fue el primer Defensor del Lector de la prensa turca.

En Turquía están el 60% de los periodistas encarcelados en el mundo. Según Baydar dos de cada han sido encarcelados tras el intento de golpe de Estado. “Es una medida de castigo contra la profesión, pero no la única. El Estado bloquea la publicidad a los medios que no aceptan la censura y desanima a las empresas privadas a poner anuncios en los medios de críticos”, ha explicado Baydar, que ha reclamado ayuda de la UE para poner en marcha un canal de televisión vía satélite a través del cual los informadores exiliados puedan informar al público turco "de la verdad".

Ante este panorama, la periodista de la cadena SER Pepa Bueno ha lamentado que en la reciente cumbre de Malta los dirigentes europeos no dijeran una sola palabra sobre la vulneración de la libertad de prensa en Turquía. “Siento una “vergüenza infinita por ser europea”, ha dicho durante la presentación del informe anual de RSF. La presidenta de la sección española, Malén Aznárez, ha criticado la “caza de brujas” de periodistas en Turquía y ha puesto de manifiesto el “retroceso de la libertad de información” en países democráticos europeos, fruto en gran parte de las legislaciones contra el terrorismo. “Estas leyes ponen en peligro el periodismo de investigación y la confidencialidad de las fuentes”, ha dicho Aznárez, que ha citado la llamada carta de los fisgones en Reino Unido, las medidas “regresivas” en Alemania o la ley mordaza en España.

Aznárez ha destacado la violencia, represión y falta de libertad en muchos de los países analizados por RSF y ha remarcado cómo en zonas afectadas por conflictos armados (Siria, Irak, Libia, Yemen), los periodistas ya no informan sobre el terreno. Este es uno de los motivos por los que ha  descendido el número de profesionales asesinados respecto al año anterior. En 2016 murieron 75 informadores por ejercer su trabajo, 349 fueron encarcelados y 52 permanecían secuestrados al terminar el año. En Siria, la zona más letal, perdieron la vida 19 reporteros.

Latinoamérica es otro de los puntos negros de la libertad de prensa. En México, Honduras, Guatemala y Brasil el crimen organizado y las mafias de narcotráfico han contaminado gran parte de las estructuras gubernamentales y son una amenaza para los reporteros. Aznárez ha relatado cómo Honduras se ha convertido en un país “criminalizado”, donde matan impunemente y de forma flagrante a los periodistas en los mismos estudios de radio: “Entran, disparan y se van”.

El hondureño Milthon Robles se vio obligado a abandonar su país tras soportar amenazas, sufrir atentados y ser secuestrado por denunciar las extorsiones de las maras y las pandillas al sector del transporte público y a los pequeños negocios. En el mismo acto,  Robles ha asegurado que desde 2003 casi un centenar de informadores han sido asesinados en el país centroamericano y solo el 5% ejerce su trabajo de forma independiente. “Hay también periodistas semi-independientes. El 80% dependen de la publicidad estatal y eso significa un silencio sepulcral a la hora de criticar al Gobierno de turno”, según Robles, que ha recordado a un periodista que fue suspendido durante tres años por publicar un tuit contra el presidente de su país.

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