Después de la catástrofe
Una película heredera de la comedia italiana de posguerra
LOS DEL TÚNEL
Dirección: Pepón Montero.
Intérpretes: Arturo Valls, Nuria Mencía, Raúl Cimas, Natalia de Molina.
Género: comedia.
España, 2016
Duración: 95 minutos.
Hay un gag (recurrente) en Los del túnel que cambió sustancialmente en su paso del guión a la pantalla: los padres del protagonista ceden a éste su viejo coche, vehículo que contiene una fastidiosa sorpresa en forma de disco encallado que no puede dejar de reproducirse. En la idea original era un Grandes Éxitos de la Canción Italiana: a medida que avanzaba la trama, cada tema reflejaba el momento preciso del progresivo declive emocional del personaje. La alternativa que los espectadores encontrarán en la película es sumamente eficaz y acaso más divertida, pero es oportuno recordar esa primera versión, porque aportaba una pista valiosa sobre la tradición en la que se inscribe esta comedia sin aparentes parentescos entre las muy diversas modulaciones del género en el presente cine español. Los del túnel deriva de la gran tradición de la comedia italiana de posguerra: pervive en ella el mismo espíritu tragicómico, un parejo interés por la fragilidad de sus personajes, cuyas derivas patéticas son contempladas con una agudeza que nunca es cínica, nunca los pisotea.
El título se refiere a los supervivientes de una catástrofe que deciden perpetuar, en su reingreso en la normalidad, su cohesión grupal forjada en una situación extrema: periódicas cenas y un grupo de WhatsApp serán sus herramientas para conseguirlo. Como bien sabrá todo usuario, un grupo de WhatsApp es una reducción a escala de un determinado círculo de interacción social: en su interior se perpetúan los roles deL mundo real y, también, se habilitan particulares zonas de exclusión. Tras un suceso traumático como el que une al heterogéneo grupo de personajes, alguien se erige en héroe o jefe de la manada. También hay espacio para el paria, el indeseable, rol que cae en manos de ese protagonista encarnado por Arturo Valls, un sujeto que, en un buen principio, se mueve como ese atorrante cuñado jeta que nadie quisiera tener y quizá todo el mundo tiene. Su transformación y cómo ésta pondrá en crisis la mecánica del grupo centra el desarrollo de la historia.
En su debut, Pepón Montero, con la complicidad de su co-guionista Juan Maidagán y de un elenco coral impecable, ha logrado algo muy difícil: una comedia donde ningún diálogo sobreactúa su gracia, que extrae su depurada eficiencia de la precisa colocación de las réplicas, de cómo las sirven sus intérpretes y de cómo limpísimos cortes de montaje propician efectos cómicos de altísima potencia.
Babelia
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