“Me encantan las arrugas de imperfección de España”
Michael Robinson se convirtió en objeto de los chistes de sus compañeros del Osasuna cuando llegó a Navarra, así que se puso las pilas con el castellano. Ahora presenta con EL PAÍS una colección para aprender inglés
Michael Robinson usa la primera persona del plural cuando habla de su Reino Unido natal y de su España de adopción. “¿Qué quieres que te diga? Me siento casi español”, reconoce. El pasado seis de enero cumplió tres décadas en este país. El día de Reyes de 1987 desembarcó en la que sería su nueva casa: Pamplona. Aquí llegó con una idea entre escasa y nula del idioma, pero con la determinación de aprenderlo desde el primer día. “Compartía vestuario con un equipo en el que el que más inglés hablaba, sabía seis palabras. Aprender el idioma me pareció el diccionario del saber estar”. Treinta años después, una vez superada la barrera de ser futbolista a comunicador, el acento de Michael Robinson se ha convertido en una de sus señas de identidad.
Él, que siempre se ha jactado de que lleva toda una vida cobrando sin trabajar, admite que la colección que está a punto de sacar con EL PAÍS, English in action, consistió en una de las tareas más duras de su vida. Ser profesor de inglés para los españoles supuso todo un reto. Como lo fue antes el de ser deportista, más tarde el de ponerse frente a las cámaras en El día después y en los últimos años, frente a los micros de Cadena SER para conducir Acento Robinson. “Mi motor han sido siempre las ideas, pero también tengo mucho miedo al fracaso. Soy como ese tipo que siempre ha querido subir al trampolín más alto y cuando está en él se tira por el hecho de no volver abajo sin haberlo conseguido”, apunta.
En sus primeros pasos por Navarra, no le abandonaba ni el diccionario ni una tabla de verbos. “Me convertí en el juguete del equipo, no paraban de gastarme bromas”, rememora divertido, “una vez en el bar me mandaron a la barra a pedir cinco hijos de puta”. En sus propias palabras, sigue fascinando por el “interminable sudoku” que es su segundo país: “Me encantan las arrugas de imperfección de España”. La mayor parte de sus compatriotas tienen bastantes más dificultades para aprender idiomas, ni Gareth Bale ahora, ni David Beckham en su día acaban de dominarlo. “Eso es porque son muy británicos. El caso es que el inglés es el esperanto de nuestros tiempos”.
Opina de todo sin tapujos, por ejemplo, del patriotismo de uno y otro sitio. El Brexit le avergüenza y asegura que es casi una cuestión de racismo: “La primera vez que pude votar fue para la entrada de Reino Unido en el Mercado Común Europeo, y voté que sí. Me molaba tener como socios a países con otra culturas y no la claustrofobia de estar abrazado a tu bandera”. También de lo que lee en los periódicos aquí: “Parece que vendemos el kit de ser español y si no te cabe el traje, no lo eres. La pluralidad de España es lo mejor”.
Es el ejemplo viviente de que la palabra puede convertirse en tu herramienta de trabajo aunque no sea en el idioma con el que creciste. Aún recuerda el vértigo cuando se enfrentó a sus primeras emisiones en televisión: “Las emociones que echaba de menos como futbolista volvieron con la televisión”.
Primera entrega de English in action, este domingo 22 de enero por un euro.
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