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El castro amenazado por la autovía

Cientos de vecinos de Moaña, en el suroeste gallego, tratan de impedir unas obras que alterarán el poblado prerromano de Montealegre

Diego Fonseca Rodríguez
Vecinos de Domaio se concentran en el castro de Montealegre que corre peligro por la ampliación del Corredor do Morrazo.
Vecinos de Domaio se concentran en el castro de Montealegre que corre peligro por la ampliación del Corredor do Morrazo.Óscar Corral

Cuando decenas de vecinos de Moaña, un pueblo costero de Pontevedra, en el sur de Galicia, subieron a finales de noviembre al castro de Montealegre, se encontraron con las tres cabañas y la calzada de acceso a esta fortificación empedrada del siglo VIII antes de Cristo, pero también con dos guardias de seguridad que les impidieron protestar en una zona que, desde mayo, está siendo excavada. A este poblado prerromano que estuvo habitado 1.200 años —hasta el siglo V de la Era Común— y que es Bien de Interés Cultural desde 1974, los habitantes de este municipio se acercaron con pancartas y gaitas para oponerse a las obras de ampliación de una autovía aledaña que va a destruir una parte del castro, uno de los tres mayores de la región.

Camilo Camaño, exdirector de la Casa da Cultura de Cangas —un pueblo lindante—, recuerda las movilizaciones de hace 12 años, cuando se construyó el Corredor do Morrazo, el nombre que recibió la autovía que conecta los municipios de esta península con la autopista que lleva a Vigo y Pontevedra. Aunque la carretera cambió la vida a miles de los 83.000 morracenses —acortó el tiempo para llegar a las grandes urbes del suroeste gallego—, los atascos kilométricos que se forman en verano obligaron a la Xunta a ampliar el corredor de estas localidades que viven de la pesca y del turismo que le proporcionan en los meses de calor sus playas y paisajes. “Con las obras, vamos a perder un castro que es parte de nuestra identidad y que posee la misma protección que la Catedral de Santiago. Nuestra historia está desde hace miles de años y el político de turno viene a destruirla”, protesta Camaño.

En el castro, que se descubrió en los años veinte del siglo pasado, se están realizando trabajos de excavación desde mayo. Aunque estaba previsto que las 15 personas del equipo arqueológico terminaran este diciembre, Miguel Ángel Vidal —el director arqueológico—, explica que las tareas se dilatarán para hacer una documentación más exhaustiva. En estos meses, en las tres hectáreas que tiene la fortificación se han localizado tres cabañas, se ha identificado el acceso al poblado y se ha descubierto un concheiro, un basurero de ostras y almejas. “Solo excavamos unos 1.300 metros cuadrados, pero hallamos más de 20.000 piezas [hay cerámicas, molinos de mano, piezas de metal o de bronce] que serán estudiadas”, cuenta Vidal.

Tras las obras arqueológicas, la concesionaria que ganó el concurso público ampliará el túnel del corredor que pasa por el castro. A pesar de que la Axencia Galega de Infraestructuras defiende que los nuevos trabajos tendrán una incidencia mínima en la superficie del poblado, Vidal cree que es inevitable que se destruya una pequeña porción: “Esta pérdida va a compensarse con los datos que se están extrayendo de la excavación y que permitirán conocer buena parte de nuestra historia”.

Las piezas que se retiren del castro se llevarán al Museo Provincial de Pontevedra. Los vecinos, sin embargo, están tratando de frenar la obra con una petición en change.org que, de momento, ya ha sido firmada por más de 1.300 personas. También el Ayuntamiento de Moaña —donde gobierna una coalición entre BNG y PSOE— ha exigido a la Xunta que “se mantenga intacta la estructura y, en el caso de que no sea viable, se traslade pieza a pieza a la zona superior”, explica el concejal de Cultura.

Otras voces que se han alzado han sido las de asociaciones locales y portales como historiadegalicia.gal, una web divulgativa que ha recogido el malestar de vecinos y arqueólogos por la pérdida de una parte del castro. Para Camaño, la solución es crear un aula de interpretación al lado de la fortificación. Si no lo logran, dice Ana Pastoriza —otra vecina de la zona—, seguirán protestando porque Montealegre es parte de su historia: “Esto lo hago porque es mi tierra, por mi conciencia, para dormir tranquila”.

20.000 piezas arqueológicas en siete meses

En los siete meses que las 15 personas del equipo arqueológico llevan trabajando en la excavación del castro de Montealegre, han encontrado más de 20.000 piezas que ayudarán a comprender cómo vivían los pueblos prerromanos que llegaron a Galicia mucho antes de que el Imperio de Roma ocupase media Europa, y también cuando este ocupó la zona. Entre los objetos hallados hay, por ejemplo, una escultura de un guerrero del castro que es muy difícil de encontrar o una moneda con la efigie del emperador Tiberio. Para Miguel Ángel Vidal, el director arqueológico, es importante la aparición de las piezas porque el lugar, el contexto y los objetos que las rodean “ayudan a comprender mejor cómo se desarrollaba la vida en Montealegre hace más de 2.000 años”.

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Sobre la firma

Diego Fonseca Rodríguez
Es redactor en la sección de Deportes de EL PAÍS, en donde ha estado en otras secciones. Antes trabajó en Efe, Cadena SER, ABC y Faro de Vigo. Es licenciado en Periodismo por la USC, Máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo EL PAÍS. En 2021 obtuvo el Premio Lilí Álvarez de Periodismo.

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