Las Fallas, la rumba cubana y la cerveza belga son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
El Comité destaca de las fallas su apertura "a cualquier grupo social", la "expresión de autoestima y resistencia" del baile cubano y la "accesibilidad al mundo" de la bebida de la espuma
Las Fallas de Valencia, la cerveza belga y la rumba cubana son desde este miércoles Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) les ha otorgado esta categoría, según fuentes de la institución, durante reunión anual en Adis Abeba (Etiopía). La nominación de las fallas, dice la Unesco, satisface criterios como su compatibilidad con los derechos humanos, la apertura a "cualquier grupo social", de cualquier edad, profesión y clase social, al tiempo que permite "una representación y participación de las mujeres en la planificación y la realización cada vez mayor".
El informe destacó, además, la creatividad en las artes y oficios de la fiesta valenciana porque alienta y garantiza la continuidad de muchas habilidades y oficios, al tiempo que el uso de tintes satíricos, poemas y otras formas de literatura también pueden ser vistos como "una importante fuente de inspiración para que el patrimonio cultural inmaterial sea relevante en el mundo contemporáneo".
Sobre la distinción para Bélgica, los expertos del Comité intergubernamental han valorado la extrema diversidad del arte cervecero en Bélgica, así como la intensidad con la que es consumida e integrada en la vida diaria y festiva de sus habitantes. De la candidatura de la rumba cubana han destacado que se trata de "una expresión de autoestima y resistencia" que contribuye a la formación de la identidad nacional.
La delegación de Cuba ha dedicado este reconocimiento de la cultura y la identidad cubana a Fidel Castro, líder histórico de la Revolución fallecido el pasado viernes tras diez años apartado del poder.
Con respecto al galardón a la cerveza belga, la organización ha subrayado que la tradición cervecera de los belgas, pese a sus variantes y preferencias locales, refuerza su identidad como comunidad, ya que se practica en todo el país. En cada provincia hay fábricas, clubes, museos (cerca de 30 en toda Bélgica), cursos, formación, eventos, festivales y restaurantes dedicados al este elemento líquido.
"El elemento es accesible a todo el mundo, hombres y mujeres, y no se impone a nadie", han apuntado desde el Comité que ha aprobado elevar esta bebida a la categoría de bien cultural y que está formado por representantes de 24 Estados parte en la Convención de la Unesco para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial.
1.500 tipos de cerveza belga
Bélgica cuenta con casi 200 fábricas de cerveza que producen 1.500 tipos distintos de esta bebida hecha con cebada fermentada, agua y lúpulo, muchas de ellas artesanales o cervezas especiales.
En este país europeo, la cerveza se somete hasta a cuatro procesos distintos de fermentación: la espontánea, empleada en la cerveza lambic (única en Europa); la alta o ale; la mixta, propia de las cervezas tostadas; y la baja o lager, utilizada en la modalidad pilsner.
La supervivencia de la tradición cervecera está a salvo gracias al conocimiento trasmitido por sus productores, que van desde pequeñas familias hasta comunidades de monjes trapenses y grandes empresas, subrayó la Unesco en su informe sobre esta elemento cultural.
Hubo un tiempo, tras las dos guerras mundiales, en que la cerveza belga estuvo en peligro: la grave crisis económica y la desaparición de las fábricas a gran escala confinaron a esta bebida a un consumo marginal y poco apreciado.
Desde 1975, la cerveza ha renacido gracias a movimientos reivindicativos de esta festiva costumbre, al conocimiento artesano trasmitido durante generaciones, al aumento de consumidores y a los elogios de expertos extranjeros. Además de bebérsela, los belgas también utilizan la cerveza para cocinar, elaborar quesos lavados y acompañar determinados alimentos.
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