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Corcobado: “Yo si no canto me muero”

El músico publica 'Mujer y Victoria', su álbum más accesible

Corcobado, en una imagen promocional.
Corcobado, en una imagen promocional. AINZTANE ARANGUENA

Javier Corcobado está en su casa de Errigoiti, enclave rural de la Bizkaia profunda cercano a Gernika, rodeado de hayas y robles en plena comarca de Urdaibai. “Recuerdo una noche en Bilbao, bebiendo vino con mis amigos -ya fallecidos- Josetxo Anitua (Cancer Moon) y Josetxo Ezponda (Los Bichos). Una ciudad que ya conocía y en la que tenía buenas amistades y que ahí, en un momento de crisis vital, visualicé como un sitio donde vivir. Al poco de instalarme conocí al amor de mi vida, Aintzane Aranguena -una artista multidisciplinar extraordinaria- y me mudé a Errigoiti, un lugar sin distracciones que me permite concentrarme en todos mis proyectos”.

Mujer y Victoria llega tras siete años sin un disco de material propio, un periodo en el que ha publicado un par de títulos de versiones, presentado un proyecto llamado Spanish Crooners junto a Francisco Eduardo Conde y resucitar a Mar Otra Vez, su banda mítica de los ochenta. “He estado casi siete años inmerso en Canción de Amor de un Día, una obra musical de 24 horas formada por cien piezas compuestas por diversos artistas, experimentados y noveles, ensambladas de manera que constituyen una sola canción. Un proyecto que ha absorbido casi toda mi creatividad y del que mostré algunas de mis piezas en Los Estertores de la Democracia, el disco de 2014. Pero necesito cantar, yo si no canto me muero, estábamos haciendo conciertos esporádicos y vimos que era necesario hacer un álbum para poder poner la maquinaria a funcionar. Tengo una relación de comunicación y amistad muy sincera con mi banda y decidimos hacer un disco entre todos, así que empecé a componer canciones y lo terminamos juntos en el estudio. Ha sido un trabajo muy rápido, lo tuvimos listo en unos pocos meses. Creo que tiene mucha pureza y espontaneidad y ha quedado muy apropiado para poder llevarlo al directo.”

Disco por tanto basado en material reciente. Hay algunas excepciones como la canción que lo abre Sin Corazón no hay nada, mi favorita o Canción del Puerto, composiciones que nacen del proyecto Canción de Amor de un Día, Lluvia -un descarte de la época de Chatarreros- o Labios Rotos, que compuso hace años para Luz Casal sin que llegara a publicarse. "Ahora me alegro mucho de que así fuera, pues la he grabado como creo que debía hacerse”. Canciones que albergan mensajes más diáfanos de lo que nos tenía acostumbrados y en las que su autor asume mucha exposición. “He tendido a la claridad en las letras, me reservo los laberintos literarios para la escritura. Creo que en la época que vivimos, tan opresiva y falta de amor, es importante contar las cosas para que todo el mundo las entienda. Hay canciones dirigidas a la generalidad, un simple recordatorio de lo importante que es el amor para cualquier cosa que hagas.

Otras, como Mujer y Victoria, a todas las mujeres, hijas o madres y a quienes, habiendo nacido en un cuerpo de hombre, aspiran a serlo. También hay puras piezas de amor dirigidas a mi mujer o mi hija, Niña Preciosita, en la esperanza de que cuando sea adolescente no reniegue de la canción ni le parezca cursi. Y hay algunas claramente biográficas como El extranjero y su cicatriz o Apotemnofilia, una confesión de mis filias pasadas o presentes”. En un disco magnífico en el que resulta complicado significar nada en concreto sí hay dos destellos llamativos por salirse del tono general del álbum. Uno es claramente político Bienestar, una canción social que habla de una sociedad que va envejeciendo y que debe dar más importancia a los mayores, siempre los sabios en todas las culturas. "Vemos como cada vez más se prescinde de la sapiencia de la gente provecta, de esas personas que no sirvieron más que para trabajar y crear hijos, nosotros. También de la presión que sufrimos de unos políticos ridículos y nada creíbles, y de ese miedo que nos inyectan ya no a ser fusilados pero sí a ser pobres, a quedarnos en la calle”, cuenta. El otro, menos novedoso por ser habitual en su repertorio de directo, es Amigo, el clásico de Roberto Carlos que propone siguiendo fielmente el original, “la mejor canción jamás escrita sobre la amistad”.

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