El Real resucita el espíritu de Mortier
Vuelve la mítica puesta en escena de ‘La clemenza di Tito’, creada por el matrimonio Herrmann
El Real contó en 2012 una historia de piedad. Con paredes, techos y suelos tan blancos que dejaban en evidencia las emociones de la que fue la última ópera que compuso Mozart. La dirección de escena la firmaba el matrimonio de creadores alemanes Ursel y Karl-Ernst Herrmann. Y al frente de la dirección artística del teatro se alzaba el polémico Gerard Mortier. La misma producción de La clemenza di Tito que el coliseo madrileño acogió entonces vuelve a su escenario dos años después del fallecimiento de Mortier. Sus blancos inmaculados iluminarán el patio de butacas del 19 al 28 de noviembre, esta vez, bajo la dirección musical de Christophe Rousset.
“Para nosotros es un homenaje a Mortier”, reconoce Ursel, sentada en la butaca de su camerino. La clemenza di Tito fue, en 1982, la primera puesta en escena a la que se enfrentó la pareja. Karl-Ernst, que ejercía por entonces de escenógrafo recibió el encargo del director artístico belga. Pero había un problema, Herrmann no encontraba director de escena, así que se ofreció él mismo para el puesto y metió en el lote a su esposa. El vínculo entre el matrimonio y el belga se mantuvo firme desde entonces. De hecho, años más tarde y ya al frente de la dirección artística de El Real, Mortier programó esa misma ópera para la que fue una de sus últimas temporadas en el teatro. “Nosotros éramos para él como un talismán”, asegura Ursel.
Ficha técnica
Dirección musical: Christophe Rousset
Dirección de escena:Ursel & Karl-Ernst Herrmann
Tito: Jeremy Ovenden (Nov. 19, 21, 24, 26, 28) Bernard Richter (Nov. 20, 23, 25, 27)
Vitellia: Karina Gauvin (Nov. 19, 21, 24, 26, 28) Yolanda Auyanet (Nov. 20, 23, 25, 27)
Sesto: Monica Bacelli (Nov. 19, 21, 24, 26, 28) Maite Beaumont (Nov. 20, 23, 25, 27)
Servilia: Sylvia Schwartz (Nov. 19, 21, 24, 26, 28) Anna Palimina (Nov. 20, 23, 25, 27)
La producción del matrimonio no pierde actualidad, a pesar de tener ya 34 años. “El secreto de su vigencia recae en que es una escena sencilla y clásica. No está ligada a la época romana, ni a la de Mozart, tampoco a la actual. También en que cada reposición la hacemos nosotros mismos, personalmente”, recalca Ursel. El patio de butacas pierde intimidad con esta Clemenza, que funciona como una suerte de bombilla e ilumina las vísceras del coliseo hasta el punto de poder verse con claridad el rostro del vecino de asiento. También, incluso, los de los aficionados que reposan sus espaldas sobre las butacas de la otra punta del teatro. Pero además de la luminosidad, esta puesta en escena destaca por el uso de la dramaturgia del color en el vestuario de los protagonistas, que va evolucionando a la vez que los personajes se transforman también emocionalmente.
Christophe Rousset está al frente de la dirección musical de la que fue la última ópera que compuso Mozart. “En esta obra se pueden reconocer compases, motivos de otras de sus obras, como La flauta mágica o Così fan tutte. Sin embargo, hay un estilo que parece ir en una dirección que desgraciadamente desconocemos debido a su prematura muerte. No sabemos qué habría hecho después, pero se entiende por la partitura que va hacia otro camino, quizá hacia la primera parte del siglo XIX”, explica Rousset, que advierte que la música que compuso el salzburgués para esta ópera está cargada de psicología y emoción, pero que puede resultar vacía si no se interpreta correctamente.
La clemenza di Tito engrosa la lista de óperas serias que compuso Mozart. Sin embargo, quiso en ella jugar con las reglas de este subgénero lírico. “Supone una ruptura con el resto de óperas serias. Tiene solo dos actos en vez de tres, como era habitual, y se puede observar en ella la concentración de las arias. Mozart quiere conseguir, con esta obra, una dramaturgia más tensa que en las óperas serias de su tiempo. Además, nadie reconocía en él un gran compositor del subgénero serio y tuvo cierto trauma con esto”, sentencia el director de orquesta.
Babelia
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