_
_
_
_
Crítica | Las Furias
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Potencialidad de la tragedia

Del Arco aborda un trabajo que, tras una ejemplar presentación de conflictos y personajes, discurre hibridando trazos cómicos y dramáticos para desembocar en un clímax kamikaze

Más información
Miguel del Arco, la explosión del dramaturgo
‘Las Furias’, de Miguel del Arco, abre la 61ª edición de la Seminci

En su camerino, tras una representación, un veterano actor le cuenta a su nieta el significado de la figura mitológica de las Furias: “Cuando alguien hace algo contra la familia, se introducen en su mente como un veneno. Por eso hay que tener mucho cuidado con lo que uno hace con los suyos. Nunca sale gratis”. Sus palabras tienen un lacerante signo de puntuación en la mirada, como un puñal afilado, que el personaje dirige a su esposa y que remite al ensordecedor mar de fondo que, con el tiempo, colocará a la familia protagonista del primer largometraje de Miguel del Arco ante la potencialidad de la tragedia.

LAS FURIAS

Dirección: Miguel Del Arco.

Intérpretes: José Sacristán, Mercedes Sampietro, Carmen Machi, Emma Suárez, Bárbara Lennie, Gonzalo de Castro, Alberto San Juan.

Género: drama. España, 2017

Duración: 125 minutos.

Los apellidos –Ponte Alegre- cubren bajo el paraguas de la ironía los destinos de tres hijos que, por puro amor al teatro, recibieron los nombres de Casandra, Héctor y Aquiles. Tres hermanos que maduraron como declinaciones malogradas de un matrimonio divino, cuyos miembros, en el presente de la acción, cobran la forma de una autoridad sin memoria –resulta sobrecogedora la capacidad de José Sacristán para vaciar por completo su rostro- y de una madre –una Mercedes Sampietro que le sentaría muy bien al Almodóvar más sobrio- que, por primera vez, se descubre como sujeto afectivo. Aunque su deseo tenga el poder de destruir un microcosmos familiar en preocupante proceso de demolición.

Resulta significativo que lo que propicie el reencuentro de los Ponte Alegre en su viejo caserón familiar sea un malentendido –una falsa intención de venta formulada para ocultar una relación-, decisión narrativa que refuerza la fragilidad esencial que define aquí los lazos familiares, confrontada con la seguridad con que el cineasta maneja las complejidades de su relato, la sinfónica armonía de su reparto y los arriesgados cambios de tono del conjunto.

Entre los tóxicos universos familiares de Arnaud Desplechin y los padres asfixiantes de Wes Anderson, Del Arco aborda un trabajo que, tras una ejemplar presentación de conflictos y personajes, discurre hibridando trazos cómicos y dramáticos para desembocar en un clímax que hace honor al nombre de su propia compañía teatral: Kamikaze. O lo que es lo mismo: valiente, único, inolvidable.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_