Monstruos de carne y hueso
El teatro de terror tiene un público minoritario pero fiel En Madrid se ha inaugurado una sala dedicada al género
Hay un momento durante la representación de La noche de los vampiros en que se invita al público a meterse dentro de un ataúd auténtico. “Decidimos probar, pero teníamos pocas esperanzas de que se presentaran voluntarios”, explica Raúl de Tomás, director y actor del espectáculo. Se equivocaban: siempre hay tres o cuatro que levantan la mano. No es mal porcentaje para un aforo de 50 espectadores. Algunos incluso piden que les cierren la caja. “La atracción por la muerte es ancestral. El miedo te conecta con lo más profundo de ti mismo. Supongo que por eso siempre hay voluntarios”, razona De Tomás.
El terror inunda los cines estos días de fiestas de difuntos, pero no tanto los teatros. Más allá de la costumbre de representar en múltiples escenarios Don Juan Tenorio, cuya última escena se desarrollala víspera de Todos los Santos, La noche de los vampiros es el único título ahora en cartel en Madrid, mientras que en Barcelona está La luz más oscura. Y solo se recuerda un gran éxito en España en los últimos años, La mujer de negro, obra interpretada de forma intermitente desde 1998 por Emilio Gutiérrez Caba.
Cierto es que el teatro fantástico y de terror siempre ha sido un género minoritario, casi subterráneo, pero tiene un público fiel y entusiasta. Raúl de Tomás lo tiene comprobado: después de seis años presentando espectáculos de miedo en espacios variopintos, incluida una pensión, ha acumulado un buen puñado de seguidores que le han ayudado con una colecta a construir en Madrid una sala dedicada en exclusiva al género. Se llama La Caja del Terror y es única en España.
¿Cómo se construye un monstruo?
Palabra, luz y sonido. Son los tres únicos recursos teatrales que ha utilizado Vanessa Montfort, directora de El hogar del monstruo, para crear la atmósfera de misterio necesaria para arropar sus historias. Sonidos inesperados, luces envolventes, interpretaciones enérgicas. "Hemos querido dejar el escenario desnudo para dar todo el protagonismo a nuestras criaturas. A ellas también las hemos limpiado de tópicos, acumulados sobre todo en el cine durante años, para mostrar su verdadero metabolismo", explica.
¿Y cómo es el metabolismo de un monstruo? "No tiene por qué ser agresivo. En realidad, todos nacen de la soledad y de la parte oscura del alma humana. Son nuestro reverso", apunta Montfort.
El fin de semana del 11 al 13 de noviembre, durante la estancia que la compañía Hijos de Mary Shelley ha programado en Alhama de Aragón, Montfort dirigirá un taller para los huéspedes que quieran conocer cómo se fabrica un monstruo. Contará con la ayuda de una maestra alfarera.
“Hay un nicho que ama este género en cualquier formato. Gente a la que le gustan las historias de Poe, Lovecraft, Stephen King. Muchos se criaron viendo la génesis de lo que hoy es la gran industria del cine de terror: Viernes 13, Freddy Krueger…”, afirma De Tomás. “Hay otros que salen un tanto decepcionados, chavales que vienen pensando que esto es como el cine o el pasaje del terror. Nuestros montaje son interactivos, cierto, pero no son una sucesión de sustos: esto es teatro, con una dramaturgia detrás”, añade.
Otra prueba de que el terror puede tener cabida en los teatros la ofrece el colectivo Hijos de Mary Shelley. En 2010, inspirándose en la noche de 1816 en que Lord Byron, John Polidori, Percy Shelley y Mary Shelley se reunieron en Villa Diodati para idear historias de terror (así nació Frankenstein), el escritor Fernando Marías convocó a autores actuales para replicar aquella experiencia. Desde entonces ese contubernio romántico ha producido seis libros de relatos y un espectáculo, El hogar del monstruo, con textos de Espido Freire, José Sanchis Sinisterra, Vanessa Montfort y el propio Marías. Se estrenó en septiembre en el Centro Dramático Nacional y agotó las entradas.
La clave está en la atmósfera. “La magia del miedo es más difícil de lograr en teatro que en cine. No hay efectos especiales ni podemos competir con esos cuentos de vampiros bondadosos que triunfan ahora. Sonarían ridículos sobre un escenario. Son necesarias historias más poderosas. Quizá por eso hay pocas propuestas, es un riesgo”, opina Marías. “Pero cuando esa magia se alcanza en el teatro, puede ser tanto o más potente que el cine. El miedo es un espejo, nos pone delante de nuestra alma”, concluye.
Sergi Vizcaíno, experto en cine de terror y director de La luz más oscura en Barcelona, coincide con Marías en que es el teatro es más difícil para el género. “Pero por otra parte ofrece herramientas propicias. Puedes meterte en el patio de butacas, interactuar con el público. Y puedes contarle historias muy profundas a través del miedo”, comenta Vizcaíno.
Dentro de dos semanas, del 11 al 13 de noviembre, los Hijos de Mary Shelley trasladarán sus criaturas a las termas de Pallarés, en Alhama de Aragón (Zaragoza), para ofrecer una experiencia inusual a sus huéspedes-espectadores: recrearán con ellos la noche de Villa Diodati, representarán su obra en el recuperado teatro de las termas y evocarán el espíritu de los monstruos por los pasillos decimonónicos del balneario. ¿Quién dijo que solo se puede pasar miedo en el cine?
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