Red Dead Redemption 2: por un puñado de bits

Allá por 2013, la popular compañía estadounidense Rockstar lanzaba al mercado un juego que, bajo la premisa libertaria de su exitosa saga Grand Theft Auto, ponía a punto un mundo, el del western, poco explotado en el sector del videojuego. Ese juego era Red Dead Redemption y ahora se anuncia su secuela para el otoño de 2017. El revuelo levantado entre la comunidad digital es considerable desde que esta semana se anunciara la aparición de su tráiler, que aquí ofrecemos:

Además de considerable, el revuelo es comprensible. El Red Dead Redemption entregaba al jugador una violencia y unos códigos estéticos que, si en la saga temporalmente actual de Rockstar llevaban al juego hacia a la ópera bufa y a la farsa para ser digeribles, en el entorno hostil que proponía el western contribuían a escavar una historia regia, profunda y creíble. Las críticas fueron unánimes y en la memoria de los jugadores quedó marcado como uno de los grandes de la historia de los videojuegos.

Además, la contención (narrativa, de opciones, de armas e incluso estética) contribuía a no desbordar el juego como en su gallina de los huevos de oro, y a ajustar más la jugabilidad a la historia que el artefacto proponía. Además, lejos de trucos o mods caseros, para el desbarre fue la propia Rockstar la que, apoyada en la por entones imparable moda de los zombies, brindó un reflejo oscuro y desenfadado del juego con su Undead Nightmare.

Es un año de espera. Un año en el que, sin duda, se irán desgranando poco a poco novedades de la secuela, personajes y entornos. Por ahora, esta primera cala, que deja con las ganas de volver a cabalgar hacia el horizonte. Y despellejar algún zorro de camino.