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Lecciones toreras de Robleño y Aguilar en el cierre del año madrileño

Profesional el primero y soberbio toreo al natural del segundo ante un buen toro de Palha

Una soberbia faena al natural de Alberto Aguilar, malograda con el descabello, otra de firmeza y oficio de Fernando Robleño y un bravo ejemplar de Palha -el segundo- pusieron el punto y final a la temporada en Las Ventas, marcada también por el adiós a una década de gestión de la empresa Taurodelta.

Con un tercio de entrada, se lidiaron toros portugueses de Palha, de desiguales hechuras, alzadas y remates, y de comportamiento también variado. Destacaron la casta y la trasmisión del segundo y el pitón izquierdo del sexto. Enrazado, pero sin clase ni recorrido, el primero; complicado, el tercero; manso, huido y deslucido, el cuarto; y muy informal y desabrido, el quinto.

Fernando Robleño: estocada desprendida (vuelta al ruedo tras leve petición); casi entera tendida y muy caída (silencio).

Arturo Macías: estocada (leves pitos); pinchazo hondo y tres descabellos (silencio tras aviso).

Alberto Aguilar: casi entera (ovación); estocada ligeramente trasera y seis descabellos (vuelta al ruedo tras aviso).

En cuadrillas, destacó Iván García por magistral brega al sexto, y fue obligado a saludar montera en mano tras el tercio de banderillas.

En la enfermería fue asistido Fernando Robleño de una ‘herida de 10 centímetros en región posterolateral del tórax derecho que no penetra en cavidad, de pronóstico leve’.

Se iba la tarde por el desagüe de la más absoluta desesperación hasta que, a última hora, surgió la soberbia zurda de Alberto Aguilar, que puso la guinda a la temporada madrileña bordando el toreo al natural, aunque, al final, su mala espada le privara de la gloria.

Mucho que ver en esta espléndida faena del madrileño tuvo que ver la magistral brega de Iván García a la hora de ahormar la embestida del toro de Palha, sobre todo por el pitón izquierdo.

Lo vio clarísimo Aguilar, y, sin probaturas previas, se rompió a torear por naturales. Los vuelos al hocico para enganchar al toro y llevarlo muy templado y toreado hasta muy atrás, componiendo también muy bien la figura y recreándose, asimismo, en los remates.

Perfecta sintonía en una labor de ritmo creciente y con el torero entregado por completo. Toreo de altura de Aguilar, que cerró su obra en la distancia corta, muy de verdad, citando al pitón contrario para robarle los últimos pases de uno en uno. Tenía la gloria al alcance de la mano, pero el descabello la redujo a una vuelta al ruedo.

Su primero, tercero de la corrida, fue un toro complicado de verdad con el que salió airoso con una sincera apuesta.

Otro nombre propio de la tarde fue el de Fernando Robleño; muy torero y profesional durante toda la tarde, se sobrepuso primero a una angustiosa cogida en el saludo a portagayola al que abrió plaza. Fue una voltereta muy espectacular, pero el milagro sobrevoló una tarde más la plaza de Madrid.

Ese primero de su lote fue un astado enrazado al que, no obstante, le faltó clase y recorrido; pero pudo más el oficio del madrileño, que ‘tragó’ lo suyo ante un animal que no perdonaba errores y al que robó muletazos más que estimables por el lado derecho.

El cuarto salió muy a su aire, huyó de capotes y buscó terrenos de nadie. Otra vez se impuso la buena técnica y la sapiencia de Robleño para solventar la papeleta con sobrada dignidad.

Y al mexicano Arturo Macías, que volvía a Madrid después de seis años, le vino grande la apuesta de los ‘palhas’.

A su primero lo masacraron en varas, pero así y todo respondió el animal con codicia y bravura en la muleta de un torero muy dispuesto, aunque nunca llegara a acoplarse con él. Le faltó sitio y, sobre todo, templar y hacerse con las encastadas acometidas del astado, que, al final, ganó la batalla.

El quinto fue un toro mansurrón y muy desabrido por falta de fijeza, clase y humillación. Macías volvió a poner mucho empeño en otra labor prácticamente vacía en lo artístico.

Zaragoza: maestría de Hermoso de Mendoza

El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, que cortó una oreja a cada uno de los toros de su lote, impuso su maestría y su buen hacer a lo largo de la corrida de rejoneo que cerró la feria taurina del Pilar de Zaragoza.

Con lleno en los tendidos, se lidiaron toros despuntados de Fermín Bohórquez, de buena presencia y de juego variado, manejables y nobles, los primeros, y con algunas complicaciones, los últimos.

Hermoso de Mendoza: medio rejonazo trasero (oreja); pinchazo y medio rejón trasero (oreja con fuerte petición de la segunda).

Lea Vicens: rejonazo trasero y tres descabellos pie a tierra (vuelta al ruedo); pinchazo, bajonazo contrario, dos pinchazos y rejonazo trasero (ovación).

Mario Pérez Langa, que tomó la alternativa: dos pinchazos, bajonazo y descabello (vuelta al ruedo); medio rejón y rejonazo traseros (vuelta al ruedo tras aviso).

Lea Vicens fue atendida en la enfermería de un ‘traumatismo en la región costal izquierda y de contusión en el metatarso del pie derecho, pendientes de diagnóstico por imagen’. El quinto toro, reservón y con querencia a tablas, alcanzó aparatosamente a su cabalgadura cuando intentaba clavar una banderilla al quiebro, y derribó a la rejoneadora, a la que buscó con saña en la arena, aunque sin ocasionarle más que algunas contusiones.

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