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Ozomatli, el testigo musical de East LA

La banda de rock chicano del Este de Los Ángeles publica nuevo disco y habla de la nueva cultura latina, Trump y Juan Gabriel

Vídeo: EVA CATALÁN
Pablo Ximénez de Sandoval

Hace ya dos décadas que el rock chicano de Los Ángeles se pronuncia con nombre indígena: Ozomatli. El sonido urbano, político y bailongo de esta institución del rock multicultural angelino cumple 21 años con un disco nuevo en el que ponen ritmos reggae a clásicos de la música mexicana. La excusa del disco (Nonstop: LA-Mexico-Jamaica) sirve para hablar de cultura latina en Los Ángeles con unos tipos que la han visto evolucionar desde que se identificaba con bandas y braceros hasta el reconocimiento que tiene hoy, del que ellos mismos, embajadores culturales de Estados Unidos, son un buen ejemplo.

El encuentro con Ozomatli se produce en unos de esos cines arruinados de los años 30 del centro de Los Ángeles. El Belasco funciona hoy como sala de conciertos y espacio para eventos, pero en los asientos de terciopelo rojo del speakeasy o del sótano de camerinos en el que se prepara la banda, aún puede imaginarse uno a las estrellas del viejo Hollywood viviendo al límite. El teatro está hasta la bandera para ver un festival de cuatro bandas que termina Ozomatli como plato fuerte. El fiestón de hip-hop latino traspasa la medianoche, una locura para los horarios angelinos, con el público entregado.

Raúl Pacheco (guitarra y voz), nacido hace 47 años en Boyle Heights, East LA, responde en los camerinos un par de horas antes de empezar. Ozomatli, explica, nació en un Los Ángeles de mediados de los noventa que mucha gente tiene aún grabado en la cabeza. La ciudad salvaje del gangsta rap, los disturbios de Rodney King, el terremoto de Northridge y el circo del juicio a OJ Simpson. “Crecimos en esa época. Son sucesos que nos marcaron mucho. Somos una especie de respuesta a todo aquello, unos hippies urbanos con un mensaje de paz y amor”. Una colecta de dinero para una protesta sindical fue el origen del grupo.

Desde entonces, mucho ha cambiado en la cultura chicana. Pacheco lo resume recordando la primera vez que fue a Japón y se encontró a dos tipos vestidos de cholos, al estilo de las bandas latina de California. “Es solo un estilo”. Los Ángeles entero ha abrazando cierta cultura chipster (chicano-hipster) alrededor de la estética cholo. Pacheco, que creció cuando aquello iba en serio, cree que “estamos en una edad ya en la que podemos decir que hemos sobrevivido”, dice Pacheco, que lleva las palabras “chicano power" tatuadas en la mano.

La entrevista se produce apenas dos días después de que muriera, a pocos kilómetros de aquí, Juan Gabriel, seguramente el cantante popular mexicano más importante de los últimos 40 años. Casualmente, una de las canciones que Ozomatli había escogido para su disco de versiones, por ser muy reconocible para los latinos, es Noa Noa. Las bailarinas del espectáculo de Ozomatli viajaban con Juan Gabriel en su tour por Estados Unidos. Le estaban esperando con el resto del equipo en El Paso cuando les dieron la noticia de que había muerto en Santa Mónica.

“Hacemos el Noa Noa en plan sonido eléctrico de principios de los 80”, explica Pacheco. “Lo que más me impresionaba de Juan Gabriel no era solo el poder de su voz”, reflexiona sobre el ídolo de Juárez. “Tenía que separarse del micrófono cuando cantaba porque la voz era tan fuerte que rompía el sonido. Pero es que además era un compositor increíble. Escuché a un locutor decir que Amor eterno es una canción que se puede poner en una boda como en un funeral. Escribir una canción así, que sea apropiada en un espectro tan grande de la vida, es increíble. Eso es una canción cojonuda. Era único, de esos que solo salen de vez en cuando”. Durante el concierto en el Belasco, Noa Noa fue un merecido homenaje.

Pacheco menciona la “cultura política actual en Estados Unidos” cuando está hablando de la diversidad de Los Ángeles, quizá el mayor activo de esta ciudad. Se refiere a Donald Trump, obviamente, en un tono bastante relajado. “Esto pasa cada 20 años o así. Pasó a principios de los noventa (con la política xenófoba en California) y en los 70 con los programas de trabajadores. Es una cuestión de buscar un cabeza de turco económico. Pasa en todo el mundo. ¿Qué es Trump? Una especie de visión extrema de gente que cree que está perdiendo algo, no sé”.

Él, por su parte, apoyó a Bernie Sanders. Ozomatli siempre ha tenido un mensaje político en sus discos y su actitud. En general, explica, Ozomatli “está del lado de los que no tienen”. “Apoyamos a la gente que quiere mejorar su vida, ser oída y ser vista”. Por ejemplo, apoyan movimientos como Black Lives Matter. “Nosotros hemos experimentado eso. Cuando yo era pequeño y venía la policía, no era para ayudarte necesariamente. Crecimos con miedo de la policía”. A los 47 años se muestra más comprensivo con la policía y cree que “no cobran suficiente para tratar con esa frustración diaria”.

También ha cambiado mucho el reconocimiento que tiene la cultura latina en Estados Unidos. “Hay un reconocimiento, un deseo de estar orgulloso (de tu cultura) y luchar por tu lugar. Reivindicar tu propia historia y vivirla”.

Toda su familia es de East LA. Pacheco no tiene ninguna historia de inmigración detrás. Es de aquí. La cultura chicana es la de esos que “han permanecido aquí mientras cambiaban las fronteras y cambiaba la cultura dominante. Hablar de ellos como si acabaran de llegar es como ¿eh?”. “Los jóvenes de ahora se sienten más cercanos a México”, reconoce. “En la generación de mis padres y mis abuelos te lo sacaban a golpes. Mi abuela me contaba que si hablaba español en el colegio le pegaban en las manos con una regla. Te lo sacaban a golpes”.

“Mis padres son de la generación que se desmexicanizó. Por eso yo crecí sin hablar español en casa (la entrevista es en inglés). La generación de entre medias, como mis hermanas mayores, fue parte del movimiento de recuperar la identidad”. Ahora, explica, “hay un orgullo y una identificación cultural. Creces viéndote y sabiendo que no eres el ideal. En un momento dado te preguntas qué valor tienes. Y parte de ese valor es abrazar tu propia historia”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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