Leiva, el chico de barrio en su diván
El músico publica 'Monstruos', un álbum de rock en el que habla de los "fantasmas" del éxito
Con su característico estilo y aura a lo Rolling Stone, es la última gran estrella que ha surgido en el mundo del rock español, pero tiene gustos muy sencillos. A Leiva (Madrid, 1980) le gusta pasar desapercibido y pasear sin sobresaltos por el castizo barrio de Conde Duque y San Bernardo, en plena nuez urbana de Madrid. “Es mi barrio favorito. Tengo todo aquí: mi panadería, mi frutería, mi bodega, mi bar de cervezas, el Siroco o Radio City, que es mi tienda de discos preferida”, confiesa mientras invita a pasar al interior de los estudios de Boa Mistura, un taller artístico de unos amigos con los que suele verse y en donde se hicieron las fotografías del disco Pólvora.
El músico madrileño, que se crio y todavía vive en la Alameda de Osuna junto a su hermano Juancho, cantante de Sidecars, es un tipo de barrio, que se mueve por esos códigos no escritos que se aprenden en los parques, los portales y las madrugadas infinitas. “Tuve la suerte de que mi barrio lo atravesaba una vía del tren abandonada y era un lugar de encuentro para los colegas. Estábamos con la guitarra y nos juntábamos todos, mayores y pequeños”, cuenta. “Era un barrio muy musiquero con el grupo Buenas Noches Rose y con los locales de las Mamis. Tengo un amigo que dice que si ves el barrio desde un avión tiene forma de Stratocaster”, añade entre risas. Pero, bajando la mirada, señala con énfasis una idea: “Las jerarquías del barrio son muy importantes para mí”.
Esas jerarquías son las que marcan la vida de Leiva y, por tanto, su nuevo disco, Monstruos, un álbum producido por el guitarrista Carlos Raya y que, según su autor, habla de “las relaciones humanas y el papel que juegan la lealtad y la confianza con uno mismo y con otras personas”. En su caso, el de un chaval que dejó 3º de BUP en el colegio por el rock y que dice que podría aprender “a poner copas o ser entrenador de un equipo de fútbol de niños” porque “no sabe hacer otra cosa que no sea música”, estas relaciones han pasado por todo tipo de momentos. Hoy en día parecen en orden, casi se diría que pletóricas, con ese sonido de rock eufórico de Monstruos, recordando en su músculo instrumental tan remarcado al último Bruce Springsteen, el que va de los discos Magic a High Hopes. “Hace años que no escribo canciones tan vitales. Supongo que, de alguna manera, es una fotografía del momento que vivo. No era buscado. Es el disco más vital de los últimos diez años, por no decirte de toda mi vida”, asegura el excantante de Pereza, aunque luego apunta que compone siempre cuando está de gira, dándole un estado de gracia especial. “Estar de gira me regala cosas. Si escribiera en los parones de ellas, me saldrían discos más oscuros”.
Leiva, al que le gusta cada vez más escaparse a su casa en la Sierra de Gredos porque la montaña le ofrece “un montón de respuestas que Madrid no tiene”, se revuelve un poco en la silla. Tras esa vitalidad tan épica de Monstruos, hay un mundo entre bambalinas, donde, como dice la canción que da título al álbum, “los fantasmas ondean tu bandera”. “Monstruos es una palabra que aparecía en varias canciones y esto cobraba sentido con ella. Me di cuenta de que al final estaba librando un combate contra mis propios monstruos y fantasmas. El álbum trata de cuando te alías con ellos”. La alianza no suele ser fácil, como confiesa en Breaking Bad, la composición con guiño incluido a la gran serie de Walter White. “Siento que la serie es un retrato muy bueno de ese momento de cuando te viene grande la sobreexposición. A la soledad que en ocasiones te produce estar tan expuesto”, explica.
“Soy un tipo contradictorio y me siento a gusto en mi contradicción”
La estrella del rock, expuesta también a la prensa del corazón por su relación con la actriz Macarena García, desea por encima de todo no perder lo que recibe del barrio. En Breaking Bad canta: “La vida me ha cambiado en un segundo extraño, demasiado brillo, demasiado impacto”. Sentado en el taller de sus amigos, psicoanalizando su propio álbum, el tono de voz torna distinto, después de pasar el rato hablando de los discos de The Band, la actitud de Bob Dylan con su gira interminable o su relación romántica con Argentina. “Hay vértigos, pero dentro de un marco de privilegio porque me dedico a lo que me gusta”, reconoce. “Cada día me doy más cuenta de que soy un tipo contradictorio y me siento más a gusto en mi contradicción”, afirma. De hecho, el disco Monstruos se despliega como un diván, con confesiones en primera persona, como si las canciones pudieran ser terapéuticas. “Antes solo hacía canciones y ahora estoy en un punto en el que hago canciones y voy al psicólogo”, dice entre risas. “Estoy abriendo demasiados frentes”. Ríe más fuerte.
El músico afronta una gira y la producción de un disco de Sabina
Monstruos ya cosecha éxito, situándose como el álbum más vendido en España en su primera semana a la venta. Pero parece que lo más importante para el músico, quien afronta una larga gira con una gran parada en el BarclayCard Center de Madrid el 30 de diciembre en Juntemonos y ya está ocupado en producir el nuevo disco de Joaquín Sabina, es que ha sacado un aprendizaje de su trabajo. “Hay que aceptar las cosas cómo vengan”, dice. “Hay que tener cuidado con querer controlar mucho hasta tus sueños porque pueden pegarte un hostión de no levantarte”. Hoy por hoy, todo indica que Leiva está de pie, y camina firme.
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