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Voluntarios de la guerra contra el Estado Islámico

El documental 'Our War' muestra en Venecia la historia de tres occidentales que se enrolaron en las milicias kurdas para combatir a los yihadistas

Tommaso Koch
Karim Franceschi, en un fotograma de 'Our War'.
Karim Franceschi, en un fotograma de 'Our War'.

La cámara mostraba a varios niños. Tendrían entre ocho y 15 años. Y tenían los ojos vendados. Rafael Kardari observaba horrorizado, quizás imaginando su inevitable epílogo. Pocos segundos después, unas ráfagas de balas y el Estado Islámico (EI) se manchaba de sangre con otra monstruosidad. A miles de kilómetros, en Estocolmo, Kardari dijo basta. “Esas imágenes cambiaron mi vida. Decidí combatir”, relata ahora ante otra cámara, la del documental Our War.

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Dos semanas después, estaba en el norte de Siria, en las tierras donde esa atrocidad es habitual: Kobane, el baluarte kurdo frente al EI, o “el infierno”, según él. Si demasiados occidentales viajan voluntariamente a engrosar las filas yihadistas, muchos se suman también al bando opuesto. Así que Kardari dejó atrás su cómoda vida y su trabajo de guardaespaldas y se enroló en el YPG (Unidades de Protección Popular), la milicia kurda que lucha cara a cara con los islamistas. A su hijo le contó que iba a “ayudar a otros niños como él”. Fue adiestrado y a los 40 minutos de su primera operación ya sabía qué significa matar a un hombre. Él mismo lo cuenta en la película, que se proyecta estos días fuera de concurso en el festival de Venecia.

Además de esta, Our War relata otras dos historias, a la vez idénticas y distintas. Porque el estadounidense Joshua Bell y el italiano Karim Franceschi tomaron la misma decisión y ruta. Pero cada uno viajaba empujado por sus propios fantasmas e ideas. Para explicarlo, el filme mezcla entrevistas con los protagonistas y el material que ellos mismos grabaron en el frente, en ciertos casos a tan solo una pared de distancia del EI: se ven batallas, se habla de “compañeros perdidos”, pero también hay espacio para bromas sobre los soldados yihadistas o las escasas habilidades de un improvisado peluquero de guerra.

“Buscábamos extranjeros que no hubiesen ido a sacarse una foto, sino a combatir de verdad. Queríamos tipos distintos, con razones diferentes”, explica Benedetta Argentieri, una de los tres directores. “Y escogimos a tres personas que, una vez de vuelta a casa, mantuvieran las ganas de regresar”, agrega Claudio Jampaglia, otro responsable del proyecto.

El punto de partida fueron las visitas que Argentieri, corresponsal de guerra, acumuló en los frentes sirios e iraquí. Allí conoció a voluntarios extranjeros y comentó la idea a Jampaglia y Bruno Chiaravalloti, el tercer director. Juntos, trataron de contestar a la pregunta que cualquiera se haría: ¿por qué combaten? O, dicho de otra forma: ¿por qué alguien dejaría la comodidad de Occidente para poner en juego su vida?

Rafael Kardari, en una imagen del documental.
Rafael Kardari, en una imagen del documental.

Los motivos pueden ser variados. Bell había estado con los marines en Irak y Afganistán, había sido herido y había regresado a EE UU con cierto desencanto. Por un lado, quería volver a esa lucha para aportar su experiencia; por otro “no conseguía reintegrarse en la vida civil”, explica Argentieri. “Escapaba de mí mismo”, agrega Bell en Our War. Hasta que un día se marchó. Poco después actualizó su estado de Facebook: “Estoy en Siria. Peleo con los kurdos”.

Franceschi, en cambio, emprendió su viaje para llevar ayuda humanitaria. Activista de izquierdas, cree en la causa de Rojava, la región que los kurdos gestionan en plena guerra con un sistema igualitario, donde no hay diferencias de género, raza o religión. Así que se quedó y cogió las armas. Y ahora lleva con soltura un fusil de francotirador y asegura: “Rojava es lo opuesto al EI. Aquí se combate por una revolución, como en la Guerra Civil española. No sé si vale la pena morir por ello, pero desde luego sí arriesgar tu vida”.

Menos ideológico es Kardari. “Tiene una implicación familiar, por sus orígenes kurdos. Hay parientes suyos allí y decide que es su guerra, casi más por solidaridad”, cuenta Jampaglia. “Tengo odio contra esos monstruos, que desaparece cuando estoy allí”, afirma él. Los tres, eso sí, sostienen que su decisión les costó algún debate o incomprensión con su familia y amigos, pero que nadie los ha aislado o apartado de sus vidas. Sea como fuere, el filme no profundiza en sus entornos íntimos. “Queríamos centrarnos en sus motivaciones y restringir la narración. Y sobre todo era una cuestión de seguridad”, tercia Chiaravalloti. Hay demasiadas células yihadistas durmientes como para exponer a las familias.

Rafael Kardari con un fusil en un fotograma del documental.
Rafael Kardari con un fusil en un fotograma del documental.

El filme tampoco busca dar juicios. Los cineastas quieren que el espectador vea y decida. ¿No están alentando así a otros a enrolarse? “Quien quiere partir, parte. Además, no es tan fácil, tampoco desde el punto de vista legal. Y ahora hay un debate en el YPG sobre si aceptar o no a más guerrilleros extranjeros”, responde Argentieri. Lo que les interesa, dice Jampaglia, es más bien sacudir las mentes: “Querríamos suscitar curiosidad por Rojava y la lucha kurda y hacer reflexionar sobre qué es la guerra contra el EI. No es un videojuego. En Europa a veces explota una cafetería, allí ocurre cada día”.

Al final del filme, una canción de Eugenio Finardi acompaña los títulos de crédito. Reza: “Trato de explicar a mis hijos qué es justo, y que a veces lo es combatir por ciertas cosas”. Algunos lo hacen con un fusil. Otros, con una película.

Rojava, el cuarto personaje

Our War cuenta la historia de tres occidentales que viajan a Siria para combatir al EI. Pero, según los directores, hay un cuarto personaje: Rojava, o Kurdistán Occidental, donde los kurdos inauguraron en 2013 su propio Gobierno autónomo. El YPG es su milicia, que lucha a la vez contra los yihadistas y el régimen sirio de El Asad, y que presume de haber derrotado repetidamente a los yihadistas.

Rojava ha llamado la atención internacional por su democracia participativa, y por su aspiración a la igualdad absoluta entre ciudadanos. Algunos lo han llamado "utopía". Argentieri, que la ha visitado, habla de un difícil "trabajo en construcción", rodeado por la guerra y la hostilidad de Siria y Turquía: "En cada pueblo que recuperan celebran de inmediato elecciones. Las guerrilleras tienen un rol destacado. No sé si sobrevivirá, pero desde luego puede ser una vía. Nunca he visto nada parecido en Oriente Próximo".

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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