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El Juli, Perera y Cayetano ofrecen una buena tarde de toros en Gijón

El rejoneador Diego Ventura y Álvaro Lorenzo salen a hombros en la feria de Pontevedra

El Juli y Perera salen a hombros en Gijón.
El Juli y Perera salen a hombros en Gijón. Alberto Morante (EFE)

Los diestros Julián López El Juli y Miguel Ángel Perera, con dos y tres orejas, respectivamente, salieron a hombros en Gijón, en una tarde en la que Cayetano Rivera cuajó una extraordinaria faena, malograda con los aceros.

Con tres cuartos de entrada, se lidiaron cuatro toros de Domingo Hernández y dos -tercero y cuarto- de Garcigrande, del mismo encaste y casa ganadera, bien presentados y de juego desigual. Los mejores, tercero, cuarto y quinto, aplaudidos en el arrastre. Blandos y sin raza los dos primeros y complicado el sexto.

Julián López El Juli: dos pinchazos y estocada (silencio); estocada (dos orejas).

Miguel Ángel Perera: estocada (oreja); gran estocada (dos orejas).

Cayetano Rivera: pinchazo y estocada atravesada y descabello (gran ovación); dos pinchazos, estocada y descabello (silencio tras aviso).

No empezó bien la tarde en Gijón con un primer toro de Domingo Hernández sin fuerzas ni casta alguna, muy renuente a tomar los engaños, y deslucido. El Juli lo intentó, pero le fue imposible llegar a la gente.

En el cuarto surgió el torero en toda su dimensión. Ya con el capote firmó pasajes de notable calado, sobre todo un quite por lopecinas que puso al público en pie. Pero lo mejor llegó en el último tercio con una faena plena y rotunda de principio a fin, mandona y profunda.

El primero de Perera, en el límite también de todo, se movió al paso, sin entrega alguna. Con encomiable actitud logró varias tandas por el lado derecho de inmaculada ejecución. Faltó emoción a la faena, la misma que no tuvo el toro, al que despachó de una estocada fulminante, crucial para la concesión del trofeo.

Pero su mejor actuación llegó en el quinto, un gran toro al que Perera instrumentó una faena de muy altos vuelos. Un inicio por alto, en el que alternó también algún pendulazo, dio paso a un toreo fundamental de larga distancia, la muleta adelantada para enganchar y llevar cosido al astado a milímetros de la tela. Todo muy reunido, limpio e hilvanado. Y a más, a mucho más, como la propia tarde. Brilló también el pacense al natural, y en un epílogo entre los pitones, de mucha autoridad y quietud. La estocada final, posiblemente la mejor del ciclo, puso en sus manos las dos orejas para redondear así la tarde.

Cayetano rayó a muy buen nivel con su primero, toro que fue de menos a más, embistiendo con ritmo por los dos pitones. El madrileño se empleó en un principio de faena de rodillas antes de sacarse al toro a los medios con torería y prestancia.

Allí fue donde surgió la magia, y los espectadores disfrutaron de un toreo excelso, templado, relajado y de especial regusto en la interpretación. Faena bellísima sobre ambas manos, mejor si cabe al natural, sin olvidar tampoco los remates, adornos y cambios de mano. Fue una pena su fallo con la espada.

El sexto, en cambio, fue el garbanzo negro de la corrida, un animal complicado y muy deslucido con el que Cayetano hizo un esfuerzo sin recompensa.

Pontevedra: puerta grande para Ventura y Lorenzo

El rejoneador Diego Ventura y el matador de toros Álvaro Lorenzo cortaron dos orejas cada uno y salieron a hombros en el segundo festejo de la feria de la Virgen Peregrina de Pontevedra, en el que Alberto López Simón también obtuvo un trofeo.

Con más de media entrada, se lidiaron dos toros para rejoneo de los herederos de Ángel Sánchez y Sánchez, nobles y colaboradores, y cuatro en lidia ordinaria de Torrehandilla, aceptablemente presentados, dóciles y mansurrones.

El rejoneador Diego Ventura, oreja y oreja.

Alberto López Simón, oreja y ovación.

Álvaro Lorenzo, oreja y oreja.

Álvaro Lorenzo, que volvió a hacer un paseíllo desde la tarde de su alternativa en Nimes, allá por el mes de mayo, demostró que está capacitado para funcionar. El joven toledano llevó a cabo dos faenas en las que el temple, el gusto y el asentamiento fueron las armas principales para lograr una oreja de sendos astados de su lote.

López Simón solo pudo aprovechar a su primero, toro noble y sin raza al que toreó con mucha soltura y desparpajo por el pitón derecho. El quinto, en cambio, fue el toro más deslucido de la función por su manifiesta invalidez, y no pudo pasar de voluntarioso.

Abrió cartel el rejoneador Diego Ventura, que protagonizó una buena actuación. Gustó mucho en su primero, en el que destacó montando a ‘Fino’ en banderillas y, sobre todo, con ‘Ritz’ con las cortas. En el cuarto volvió a hacer Ventura una exhibición de toreo a caballo, esta vez a lomos de ‘Sueño’ y ‘Roneo’, con las farpas, y con ‘Remate’, en un final de altura. Cortó una oreja de cada uno de sus oponentes y abrió la puerta grande.

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