La belleza ancestral de las piedras
La Unesco reconoce el valor excepcional de los Dólmenes de Antequera, un diálogo entre el universo y el ser humano
Gracias a una referencia del poeta José Antonio Muñoz Rojas en el libro Guadalhorce chorro de luz sabemos que el arquitecto Le Corbusier visitó los Dólmenes de Antequera (Málaga) en la década de los cincuenta del siglo pasado. “A mis ancestros”, escribió en el libro de registro del guarda de Menga, el más antiguo e imponente de los tres sepulcros megalíticos del monumento. El urbanista suizo contempló los diseños en piedra de los primeros pobladores de la península y la casualidad ha hecho que 17 de sus obras hayan sido declaradas Patrimonio Mundial en el mismo comité de la Unesco que el pasado 15 de julio dio este reconocimiento al Sitio de los Dólmenes. Su construcción se sitúa entre el 4.000 y el 3.000 antes de Cristo.
Son seis milenios de historia rodeados de magia que se interpretan como un diálogo entre el universo y el ser humano. El conjunto arqueológico es especial. “Menga y El Romeral no miran a la salida del sol, como es habitual, sino a elementos terrestres”, recuerda su director, Bartolomé Ruiz. Esa relación entre arquitectura megalítica y paisaje es el valor excepcional avalado por la Unesco, junto al culto funerario mantenido sin interrupción desde el Neolítico hasta la actualidad. El cementerio de Antequera está también en este lugar.
“Estamos muy concienciados de que hay que conocerlos y promocionarlos”, subraya José Luis González, monitor de una escuela de verano que en época estival acompaña hasta el monumento a grupos de 45 chiquillos. ¿Se ha notado un incremento de visitantes desde la catalogación como Patrimonio Mundial? “Muchísimo. Y estos meses no son los fuertes”, aclara el director del complejo la mañana del 27 de julio con 37 grados en el interior de la provincia de Málaga. En 2015 se superaron los 100.000 turistas y este año se espera alcanzar 130.000. La Diputación de Málaga ha calculado que el impacto económico por el nuevo estatus será de 22,7 millones de euros en los próximos tres años.
Los túmulos de Menga y Viera, con 50 metros de diámetro, están juntos. A poco más de tres kilómetros, se sitúa el tholos (sus dos cámaras tienen planta circular) de El Romeral, con un casquete esférico de 85 metros. Los tres están en perfecto estado y solo hay alguna huella de expolios en sus respectivos atrios. En dirección noreste, dominando la fértil vega de Antequera, se impone la Peña de los Enamorados, un risco rodeado de leyendas con forma de perfil humano durmiente que mira al cielo.
Una orientación atípica
Fue el arqueoastrónomo Michael Hoskin, catedrático emérito de la Universidad de Cambridge, quien estableció la singularidad de estas tumbas prehistóricas. De los 3.000 megalitos que estudió en Europa y el norte de África, solo dos del conjunto de Antequera están orientados hacia elementos del paisaje y no al sol naciente. Menga se desvía hacia la Peña de los Enamorados y El Romeral es una auténtica rareza, porque mira al suroeste, justo donde está la Sierra de El Torcal, a unos 11 kilómetros de distancia. En este paraje kárstico está la Cueva del Toro, descubierta en 1972, donde habitaron las primeras poblaciones agrícolas y ganaderas antes de asentarse en la vega.
Hoskin visitó Antequera por primera vez en 2005 y ha vuelto en otras dos ocasiones. La relación entablada por el profesor con el Sitio de los Dólmenes y con las personas que lo custodian se ha vuelto estrecha. El centro solar que precede a la visita de los enterramientos funerarios lleva su nombre y sus hallazgos alrededor de los mismos se han recompensado con la Medalla de Oro de las Bellas Artes 2015, concedida por el Consejo de Ministros, y su nombramiento como académico de honor de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera. Él ha donado al complejo su colección fotográfica, con cerca de 6.000 instantáneas.
“Las tres tumbas, con el carácter único de sus diseños y sus diferencias técnicas y formales, son una prueba de la coexistencia de las dos grandes tradiciones arquitectónicas megalíticas de la península ibérica y una rica muestra de la diversa arquitectura megalítica funeraria de Europa”, concluye el informe del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) que facilitó la declaración como Patrimonio Mundial de los Dólmenes.
El Sitio abarca 2.446 hectáreas, incluidos los dos monumentos naturales. El documento tacha de “espectacular” la Peña de los Enamorados y de “colosal” la magnitud de los megalitos. “Si marcamos un eje imaginario desde el túmulo de Viera, este pasa por el centro de Menga, por El Romeral y acaba en la barbilla de la peña”, explica un entusiasmado Ruiz. Justo en ese punto geográfico de la supuesta montaña sagrada hay un abrigo llamado Matacabras donde se ha acreditado la presencia de comunidades prehistóricas y existen esquemas rupestres, no figurativos, pintados con almagra.
Se cree que Menga no era exclusivamente una tumba, sino un templo para rituales funerarios. Es el único conocido con pilares interiores y una de las piedras de su cubierta pesa 170.000 kilos. En total, sus 25 ortostatos (losas verticales), los cinco sillares que lo coronan y sus tres pilares llegan a las 835 toneladas. Otra peculiaridad: una excavación en 2005 destapó un pozo con 19,5 metros de profundidad, exactamente la longitud de la cámara mortuoria. Es Monumento Nacional desde 1886 y se compró por 25.000 pesetas.
El espectáculo en Viera, el único que mira a la salida del sol, se produce en los equinoccios de primavera y otoño. Margaret Gowen, evaluadora de Icomos, contempló en septiembre pasado cómo la luz se alineaba con el corredor del megalito e invadía durante unos minutos el fondo de su cámara. Su examen fue definitivo para que los Dólmenes de Antequera sean Patrimonio Mundial, los primeros de la Europa continental. La “autenticidad” de las partes que integran el bien es “incuestionable”, sentenció por escrito. Dijo más: el volumen de los bloques de piedra, su transporte y las características de los megalitos los convierten “en uno de los trabajos de ingeniería y arquitectura más importantes de la Prehistoria europea”.
Asignaturas para el examen de 2019
Los Dólmenes de Antequera necesitan el apoyo de todas las Administraciones para mejorar su entorno. El reconocimiento de la Unesco dota de prestigio, pero es muy exigente. La Junta de Andalucía, impulsora de la candidatura, tiene que culminar el museo del conjunto, rebajando una planta de la estructura ya construida (está sin uso) y dotándolo de una cubierta vegetal para reducir su impacto visual. El plazo de ejecución de este proyecto se estima en tres años. El Ayuntamiento de Antequera se ha comprometido a reducir el suelo destinado a desarrollo industrial y la Diputación, a plantar un millón de árboles en el entorno para difuminar visualmente el polígono que rodea a los dólmenes. La idea es construir una vía verde, en la que se implicaría el Gobierno. El próximo examen de la Unesco será en diciembre de 2019.
Hay trabajo por hacer y la investigación no cesa. Las expectativas del director del conjunto, el arqueólogo Bartolomé Ruiz, miran hacia el cerro Marimacho, muy cerca de Menga y Viera. El montículo parece, de nuevo, una referencia natural y terrestre para los dólmenes.
Babelia
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