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Horteralia se muda a la playa para corear a Georgie Dann

El festival extremeño celebra su primera cita en Matalascañas (Huelva) con ambiente lúdico

Javier Martín-Arroyo
El cantante King África, en la pasada edición de Horteralia.
El cantante King África, en la pasada edición de Horteralia.JOSÉ LUIS GALVEZ

"Hay una línea muy fina entre el horterismo y el moderneo". Conrado Gómez, director del festival Horteralia, juega con esa confusa frontera para reírse de su propia propuesta musical: una cita en la playa con bandas denostadas por los críticos y amadas por la masa. Mañana en Matalascañas (Huelva) se celebra la primera edición veraniega de este anti-festival lúdico que arrastra ocho ediciones —siempre en invierno— desde Cáceres.

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Georgie Dann encabeza un cartel acompañado de Karina, Rebeca y Los Centellas. El mantra del festival es dejar los prejuicios en casa y acudir disfrazado para cantar los temas populares que la mayoría del público conoce de memoria tras escucharlas de manera machacona. Los organizadores barajaron dar el salto a la costa desde Cáceres a Benidorm, Torrevieja y Torremolinos, pero finalmente Matalascañas —una urbanización costera preñada de bloques cerca de Almonte que recibe el aluvión de turistas de Sevilla— fue la elegida.

"Los artistas reciben la primera llamada con cierta resistencia. Pero en el fondo esto es una fiesta. No engañamos a nadie, somos transparentes. El indie se puso de moda y nosotros dejamos los prejuicios aparte. ¿Quién define lo que es hortera o no?", interroga Gómez.

Por si acaso, Georgi Dann dispara alejándose de la etiqueta peyorativa y sacando pecho de su espectáculo antes de viajar a Latinoamérica: "De hortera no tengo nada, eso es una idiotez. Solo han querido contar con mis servicios, mis bailarinas y mis músicos para esta fiesta. Llevamos dos horas de actuación y todo el mundo conoce mi repertorio. Es un show entretenido que por donde va, rompe".

El festival ha lanzado un manifiesto hortera que resume su filosofía que rompe las normas del purismo y la doble moral del fan musical. "Porque seguro que le dices a todo el mundo que te gusta Anthony and The Johnsson pero en realidad eres fan de El Fary y no te perdías Menudo es mi padre (...) Porque Manolo Escobar cantaba mi carro y coleccionaba arte (...) Porque los modernos son cada vez más horteras". 

Los fundadores de esta cita, creativos de una agencia de comunicación, buscaban en 2007 un hueco en el boom festivalero, y dieron con una cita a la que ya acuden entre 2.000 y 3.000 personas, casi todas disfrazadas con atuendos llamativos, pelucas imposibles y caras pintadas.

En la cita extremeña, los festivaleros disponen de un puesto donde adquirir atrezo para poder ambientarse si no han salido de casa disfrazados. La organización incluso premia con la riñonera de oro y las hombreras de plata a los mejores disfraces, como si se tratara de una cita del Carnaval.

Seguidores entregados para corear canciones de La Terremoto de Alcorcón o No me pises que llevo chanclas, temas cuyos estribillos pueden corear —o gritar— porque no hay estrofas en inglés de bandas cool con cantante hipster al frente. La calidad de las melodías, muchas de ellas canciones del verano, es lo de menos. Se trata de reírse de uno mismo y dejarse la voz, esta vez junto al mar.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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